“En esta obra colosal, A. C. Grayling examina el enraizamiento histórico de la filosofía tal como hoy la conocemos. Empieza antes de la era de Buda y Confucio para sumergirse después en las antiguas escuelas griegas, el dominio del cristianismo, el Renacimiento y la Ilustración, cuando el desarrollo de las ciencias naturales y las ideas sobre el estado moral de los individuos tuvieron un enorme impacto. Posteriormente se centra en filósofos modernos cuyas reflexiones dieron paso a las ciencias sociales, así como en las principales preocupaciones filosóficas que impulsaron el auge del cálculo y la ciencia cognitiva. Y como cualquier historia de la filosofía que se precie, esta no puede ser vista solo desde Occidente, de modo que se aproxima también a las grandes tradiciones de la India, China, el mundo islámico y el continente africano. Este decisivo catálogo –que abarca la epistemología, la metafísica, la ética, la estética, la lógica, la filosofía de la mente, del lenguaje…- nace de un amplio ejercicio retrospectivo que concluye preguntándonos qué hemos aprendido a partir de este antiguo cuerpo de pensamiento”. Dentro de los galardones que ha recibido el autor, deseo destacar el relativo al Premio Bertrand Russell. La filosofía se refiere a aquello que “ama a la sabiduría”, utilizando a un gran número de ideas, que sirven para conseguir proporcionar antecedentes lógicos a las principales preocupaciones filosóficas del ser actual. El vocablo ‘filosofía’ se refirió siempre a todo aquello que realizaba una ‘investigación racional’ sobre el pensamiento inteligente del ser humano. Desde el Renacimiento hasta el siglo XIX los filósofos se encargaban de toda la investigación científica, y estuvieron hasta con Cristóbal Colón en la Universidad de la ciudad leonesa de Salamanca; investigaban cualquier cosa, o todas las cosas, y dictaminaban sobre ello.
“De ahí que el rey Lear le diga a Edgar: ‘Dejadme primero conversar con este filósofo. ¿Cuál es la casusa del trueno?’. En la lápida de William Hazlitt, inscrita en 1830, se describe al famoso ensayista como ‘el primer metafísico (nunca superado) de su época’, porque en aquella época, lo que hoy denominamos ‘filosofía’ se llamaba ‘metafísica’ para distinguirlo de lo que hoy en día llamamos ‘ciencia’. Esta distinción iba a menudo marcada por las etiquetas ‘filosofía moral’, para denotar lo que hoy en día llamamos ‘filosofía’, y ‘filosofía natural’ para denotar a lo que hoy aludimos como ‘ciencia’ ”. En 1833 se denomina ciencia y científico al concepto que se le da actualmente, las ciencias se ocuparon de la especialización y el tecnicismo del saber, y no de la especulación general. La FILOSOFÍA se dedica, en la actualidad y como disciplina universitaria, a diferentes áreas de investigación, tales como son: la epistemología, la metafísica, la lógica, la estética, la ética o moral, la filosofía de la mente, la filosofía del lenguaje, la filosofía política, la historia de los debates en estas áreas de investigación y el examen filosófico de las suposiciones, métodos y pretensiones de otros campos de investigación, en ciencia y en ciencias sociales. Me voy a fijar, sobre todo en la metafísica, que es la investigación en torno a la naturaleza de la realidad y de la existencia, y debería ser considerada como la física de la filosofía. Y, además en la ética, que se encarga de la investigación sobre lo que es bueno y lo que está bien o mal, y de la elección moral de la acción subsiguiente. Aunque se debe indicar que esta define comportamientos humanos y sus actitudes con respecto a sus valores, su forma de actuar y su autopercepción. El vocablo ÉTICA procede del griego ‘ETHOS’ o CARÁCTER; mientras el mismo de MORAL procede de la lengua de los romanos, el latín ‘MOS-MORIS-MORES’ o COSTUMBRE O ETIQUETA.
“La moralidad, por lo tanto, tiene que ver con nuestras acciones, deberes y obligaciones, mientras que la ética trata de qué tipo de persona es uno, y aunque ambas están obviamente conectadas, de igual modo son evidentemente distintas”. Cuanto más profundiza uno en esta obra se llega a la convicción de la absoluta necesidad de su conocimiento. Un libro extraordinario, que puede y debe ser un manual universitario de primer orden. La filosofía ayuda y sostiene a la HISTORIA, para evitar meras conjeturas sobre lo ocurrido; por ello la filosofía intenta dar sentido a las cosas; así se puede obtener la comprensión y la perspectiva necesarias para relacionarse, de modo y manera fehacientes, con las muchas áreas de la vida y del pensamiento, para poder resolver la duda, la dificultad, la obscuridad y la ignorancia: ES DECIR, EN LAS FRONTERAS DE TODOS NUESTROS QUEHACERES. Existe también un análisis necesario, a realizar, y diferenciador, con respecto a la Teología; la filosofía pretende dar sentido a nuestra propia existencia, y a la del mundo que nos rodea, por oposición a la ciencia de la divinidad, que pretende explorar y manifestar ideas acerca de cuestiones o cosas que se supone que existen, bien realmente o bien posiblemente, es obvio que esa parte del conocimiento se refiere a los dioses, que se piensa que son muy diferentes a nosotros.
La palabra TEO-LOGOS define a toda aquella argumentación, e incluso casuística analizadora, sobre si existen o no aquellos seres o entidades sobrenaturales, inclusive estudiando la importancia que tiene para los seres humanos su existencia. En suma, estimo, modestamente, que este es el acercamiento somero que se puede realizar sobre esta obra, ya que el resto de la HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, sensu stricto, y el conocimiento de toda su historia se encuentra en el resto de este volumen, auténticamente fuera de serie, y siempre más que necesario. Por consiguiente, le otorgó toda mi felicitación y el deseo de una, más que merecida, y triunfante edición. «In occasu saeculi sumus. ET. Errare humanorum est».
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