“Cuando Cerbantes fue a ver la pruebas de imprenta observó que en la portada habían puesto su apellido con v. Juan de la Cuesta le dijo que no había suficientes tipos y como la b y la v suenan iguales utilizarían está última. Eso ya le había ocurrido veinte años antes, al publicar La Galatea. En 1615, cuando quiso poner su apellido otra vez con b, el editor le dijo que ya los lectores le conocían como Cervantes, por lo que si lo escribían con b los confundirían. Por lo tanto podemos decir que Cervantes era el seudónimo de Miguel de Cerbantes”, cuenta el escritor gallego. Una vez desvelado el cambio de apellido del mayor novelista que ha dado este planeta, Álvaro Espina nos cuenta cómo surgió la idea de escribir un libro. “Iba a hacer mi tesis doctoral con el profesor José Antonio Maravall sobre Cerbantes y la mentalidad española entre el Renacimiento y el Barroco. Me dijo que no era muy apropiado y dejó caer que el tema sería ideal para una novela de madurez. Así que hice mi tesis sobre un tema económico y dejé aparcada la novela hasta el 2006 cuando realicé un viaje con unos amigos por Italia y empecé a escribir, aunque llevaba mucho tiempo acumulando conocimiento y notas sobre el asunto”, expone el ex político y ex profesor de la Complutense. “Como ficción puede recrear un Cerbantes más eficiente y eficaz con las ideas que usted atribuye al escritor, me dijo el gran historiador alicantino”, recuerda Álvaro Espina. La historia de Cerbantes la han conformado varias hagiografías que no tienen mucho que ver con lo que realmente era él y en cualquier caso la mayor parte de su vida nos es desconocida. Así que el autor nacido en Cortegada se fue hasta Italia para buscar localizaciones. Realizó unos siete viajes, casi todos ellos con Carmen Alborch, a quien dedica el libro, y otros amigos. Álvaro Espina conoció todas las partes de Italia por donde anduvo Cerbantes y llegó hasta Ragusa, actual Dubroknik, e incluso hasta Naxos. “La ciudad croata era entonces la república independiente de Ragusa y constituía el centro del espionaje del Adriático y del Mediterráneo. Era al mismo tiempo un emporio comercial más potente que Venecia y el lugar por donde pasaba todo el oro procedente de China”, describe. En esa ciudad, el escritor alcalaíno hizo sustanciosos cambios de la plata que compraba en Trieste por oro que venía de Oriente. Con los cambios obtuvo grandes beneficios para él y para Éboli. Esta segunda entrega trata sobre el periplo de Cerbantes por Italia, el Mediterráneo y norte de África. “Fue cambista y espía en Italia, marino en la batalla de Lepanto y cautivo en Árgel, pero no fue un cautivo cualquiera en los cinco años que estuvo encarcelado, intentó escaparse hasta cuatro veces”, describe el autor de la novela histórica. Durante la batalla naval más famosa del mundo, Cerbantes fue en una galera de Andrea Doria, aunque en el ala izquierda de la flota; cayó enfermo pero pidió ser colocado en el baluarte del esquife de La Marquesa donde colaboró a que la galera no fuese tomada por las tropas la Sublime Puerta. “Yo administro los tiempos de la novela de manera muy irregular. A todos nos ocurre que un periodo de nuestra vida pasa volando y en otros va a paso de tortuga”La novela “Cerbantes” está a medio camino entre la novela histórica, el libro de viajes y el diario del escritor. “Unas veces la narración es día a día; en otras pasa el tiempo más rápido. A todos nos ocurre que un periodo de nuestra vida pasa volando y en otros va a paso de tortuga. Don DeLillo lo sabe hacer muy bien en sus novelas cuando lo pide el relato. Me encanta como trata el tiempo el escritor estadounidense”, expone Álvaro Espina. Según el autor gallego, “la novela trata un periodo de peregrinaje de Cerbantes, que también es un periodo de aprendizaje y lo hace junto a Alderico Cibo-Malaspina, un gran príncipe del Renacimiento. Gracias a él, también hizo las veces de narrador, encontrando un hueco en las cortes de Florencia y Massa”, apunta. En ese tiempo, el novelista hace continuos guiños a la que luego sería el Quijote. Y lo hace con humor porque Cerbantes lo tenía a raudales. También coincide con personajes tan importantes como el heterodoxo Giordano Bruno, sin olvidar la influencia de escritores como Maquiavelo o Castiglione.
“En la novela se exponen las dos maneras de entender la política de la época. Por un lado, está la forma de actuar del duque de Alba, belicoso e intransigente; por otro, la del príncipe de Éboli, humanista y razonador. Lo que se conocería como la pugna ente castellanistas y papistas”, sostiene el autor que sabe transmitir la psicología del momento. También da paso en sus páginas a los grandes genios de la escultura y la ingeniería. Miguel Ángel utilizó y desangró las canteras de Carrara y Leonardo de Vinci fue el encargado, entre otras cosas, de realizar la gran carretera transversal de Italia. La otra vía importante era la romana que iba de norte a sur de la península Itálica. Todas estas descripciones incluidas en el libro es según Espina “una manera de ir poniendo a Cerbantes en contacto con todo el Renacimiento italiano. Un viaje que fue crucial para la formación del escritor”. En opinión del autor de "Cerbantes", “los valores se crean gracias al conocimiento de las ideas. El Renacimiento ayudó mucho a ello”. Esos valores los reflejaría en sus libros. Además, Espina nos da una imagen diferente del escritor de El Quijote. “Era un personaje eminentemente cortesano y, en cierta manera, un tanto ligón. Era un individuo absolutamente liberal tanto en la faceta de las ideas como en el de las mujeres –de las que siempre habla con mucha exquisitez-. Para Cerbantes había tres tipos de amor: el cortesano, el sexual — en la novela incluye varios pasajes eróticos— y el platónico”, explica. Para finalizar, Álvaro Espina apunta que “Cerbantes es como el Picasso de la literatura. Funda la literatura moderna y rompe con todo lo anterior, absorbiendo lo mejor de todo lo que lee”; eso mismo ha hecho el autor en su novela. Romper con la imagen que teníamos del escritor. En la portada del libro ha incluido un retrato que se sale de los que conocemos de Cerbantes. Lo pintó el suegro de Velázquez. Ahí vemos al escritor como una persona pícara y con una mirada muy sagaz es, en definitiva, una imagen moderna que no estábamos acostumbrados a ver de él. Puedes comprar el libro en:
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