En la presentación del libro intervinieron Belén López Celada, directora editorial de Planeta que señaló que “en el último año han aumentado el número de ventas de los libros y el Premio Azorín se ha consolidado como uno de los más prestigiosos del país”. A continuación intervino Julia Parra Aparicio, diputada de Cultura y Transparencia de la Diputación de Alicante, que dijo “el libro tiene un continente maravilloso, escrito por una autora extraordinaria. Un libro que merece la pena leer y más ahora que estamos sometidos a la dictadura de la inmediatez y de la brevedad. Quiero reivindicar que la literatura supone un espacio tranquilo donde poder reflexionar sobre cuestiones importantes”.
También estuvo en la puesta de largo de la novela el presidente de la Diputación alicantina Carlos Mazón Guixot quien se mostró encantado con la concesión del premio a María Zaragoza. “En el jurado estaban personalidades como la autora Reyes Calderón, Luz Gabás o Juan Eslava Galán al que admiro profundamente y que recomendó este libro como ganador de un premio tan importante como el Azorín, un auténtico orfebre de la palabra. Ahora estoy seguro que la ganadora amará también nuestra tierra y que se hartará de paellas en estos días”, apuntó el presidente.
Después de las palabras de las personalidades de la cultura, se dio paso a la lectura de algunos de los pasajes por parte de la actriz Eulàlia Ramón, que en la actualidad anda grabando un cortometraje del que es guionista la propia María Zaragoza. A continuación tomaron la palabra la escritora Espido Freire y María Zaragoza que mantuvieron una interesante charla sobre la novela que la autora manchega dedicó a Fernando Marías, fallecido recientemente.
“Esta novela puede parecer que tiene mucho de profética. Hace unas semanas se ha producido la cancelación de una conferencia sobre Tolstoi, por el mero hecho de ser ruso, aunque no tuvo nada que ver con la Unión Soviética”, comentó María Zaragoza y agregó “muchos se creen que todos lo que está escrito en un libro es peligroso”.
La ganadora del Azorín continúo contando que “mi novela se puede encuadrar dentro del género de aventuras, ya que en la novela un grupo de personas se dedican a guardar libros para ser salvados. Yo tenía que hacer justicia a esa gente que al final de la contienda estuvo rescatando libros y guardándolos en cajas”. Para escribir esta historia tuvo que documentarse mucho y quiso encontrar testimonios de primera mano. “Pude contactar con la hija de la hermana de Rosa Chacel que me dio bastantes claves. Lo hice justo antes de la pandemia. Así me pude imaginar a esas personas haciendo cajas y que no tenían apenas para comer”, rememoró la autora.
María Zaragoza quiso dejar claro que la novela tiene partes reales, pero otras han sido imaginadas, como la parte que da título a la novela. “Siempre me ha resultado más difícil escribir sobre estos personajes desconocidos que sobre los conocidos. Con los primeros me puede permitir ciertas libertades, con los otros no”, expuso de manera categórica.
“La época de preguerra se parece mucho a la actual”
Para la escritora del Campo de Criptana, la época actual y la de preguerra civil son muy parecidas. “Me sorprendió muchísimo lo que se parecen tanto en las libertades y la autorrealización personal como en el espíritu feminista”, afirmó. “La cultura trae esperanza y sana el espíritu. Eso es siempre lo que un bando quiere destruir del otro: la alegría y la esperanza. Sin cultura, son infinitamente más fáciles de erradicar. Por otro lado, la cultura es la historia del presente y del pasado para el futuro. La sociedad de la Biblioteca Invisible de la novela lucha contra la idea de que alguien pueda tener derecho a destrozar el patrimonio sólo para que no lo tenga el otro. En realidad, la historia del salvamento cultural de todas las guerras es una historia contra el egoísmo”, refiere con entusiasmo.
Cómo hemos señalado, la novela conjuga hechos y personajes ficticios con otros reales. “En la salvación de los libros, tanto Blanca Chacel como Elena Gómez de la Serna llevaban sendas maletas con libros. Cuando conocí la historia de cómo cruzaron a pie la frontera supe cómo eran las bibliotecarias de raza. Atravesaron toda Francia hasta Ginebra para salvar esas obras tan interesantes. Dos personas realmente fascinantes”, recuerda María Zaragoza.
Para terminar, quiere dejar claro que “es una historia de amistad entre mujeres muy diferentes entre sí, pero que se aman y se respetan, ayudan y se hacen crecer las unas a las otras. Dos mujeres que se divierten juntas, incluso que son a veces un poco frívolas y otras un poco gamberras. Para mí era muy importante reflejar ese tipo de amistad entre mujeres que sobrevive a todos los naufragios y a todas las distancias que el mismo hecho de vivir impone”.
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