Una protagonista octogenaria: eso sí que es una novedad, en estos tiempos de exaltación de la juventud y la lozanía. ¿Cómo llegó a su vida? La gente anciana no siempre lo ha sido. Esa fue una de las razones de querer poner a Carmina como protagonista, para que nos contara esa vida privada, esa vida de sus 24 años, con sus secretos y sorpresas, que las personas jóvenes ignoran. Y también porque quería que Carmina nos hablara de cómo se enfrenta al final de la vida y lo hiciera de una forma vital; estableciendo un balance positivo de su vida. Carmina se apellida como usted, Massot… Se apellida cómo yo porque necesitaba que tuviera un origen francés; y de Francia viene mi segundo apellido, Massot. Hubiera podido imaginar otro apellido, pero quise darle el de mi abuelo (en el caso de Carmina, su padre), que tuvo una agencia de aduanas en Barcelona, Gallarde y Massot. Lo quise así porque, como la agencia de aduanas tiene un papel esencial en la historia, me pareció estupendo revivir la de mi abuelo. Por lo demás, Carmina no tiene nada que ver conmigo. Me pregunto cuántas Carminas habitarán entre nosotros sin que les prestemos mucha atención… Yo creo que debe de haber muchas. Viejecitas que parecen frágiles, pero tienen voluntad de hierro y cabeza clara. Viejecitas que celebran la vida y el amor y el sexo. Viejecitas que aman su independencia y fumar un cigarrillo tras otro. Viejecitas que quieren regir su final… Decía José Luis Sampedro que "La vejez es un momento de simplificación". ¿Lo suscribe? No estoy segura de que a mí se me hubiera ocurrido la palabra simplificación. Tal vez, yo hablaría de liviandad: es momento de ir ligera de equipaje en todos los sentidos. Y, sobre todo, momento de dar gracias. Creo que en la vejez podemos tener una felicidad que no es posible durante la juventud y la edad adulta; la felicidad que proporciona haber aprendido a relativizar lo que nos ocurre y a gestionar mejor las emociones. La consciencia primero, y la proximidad después, de la muerte nos condiciona. Acercarse, sabiéndolo, al fin de tus días obliga a cerrar muchos asuntos, a plantearse ciertas cosas… Hay gente que dice preferir no saber que va a morir y que prefiere que ocurra de manera súbita sin que dé tiempo a nada. Yo he querido crear un personaje que está agradecido por poder cerrar asuntos, desprenderse del equipaje sobrante y retener las manos de las personas a quienes quiere mientras se está muriendo. Su producción literaria se asoma a todos los géneros: infantil, juvenil, ficción, ensayo… ¿La escritora es siempre la misma? Como persona soy la misma: vital, positiva y defensora de los derechos de las mujeres. Como escritora persigo los dos mismos objetivos: atrapar al lector para que me lea hasta el final y abrirle la mente hacia temas que desconocía. Pero, por supuesto, hay diferencias: en los temas y su tratamiento, en la complejidad de las tramas… No es lo mismo hablar del sexo de Julia en El hilo invisible, que del de Carlota en El diario rojo de Carlota. ¿Qué determina el tipo de escritura, el género y el público destinatario, que afronta en cada momento? Lo determina la idea inicial, que me marca a qué público va a ir dirigida la historia. Y ya mi cerebro se pone a trabajar pensando que es un texto juvenil o de adultos. Se me aparece una chica de 16 años, intensa y brillante, pero con una fragilidad emocional importante, y nace Ni en mil años te dejaría tirada, una novela para jóvenes. Se me ocurre una escena de mujeres en mi niñez y nace un libro de no ficción para adultos: Derechos frágiles. Entre otras cosas, usted ha sido diputada en el Parlamento de Catalunya. Su activismo político, ¿ha marcado su carrera literaria? No lo creo. Más bien, al revés. Mi vocación literaria marca mis intervenciones, ya que a menudo intercalo recomendaciones literarias. Mujeres como Carmina han abierto el camino a las que han llegado detrás. ¿Es también un homenaje? También lo es. Creo que todas somos deudoras de las antecesoras que nos han abierto camino. Aunque es cierto que ahora hay algunas mujeres, políticas jóvenes, que me sorprenden porque parecen convencidas de que la lucha por los derechos de las mujeres ha comenzado con ellas. Afortunadamente, muchas otras son conscientes de que, sin la lucha titánica de muchas antes que nosotras, no estaríamos donde estamos. ¿Qué ha aprendido de ella conforme la escribía? He aprendido sobre todo mucho acerca de la muerte. Sobre el bien morir, yo diría. Y ahora temo menos la muerte. Puedes comprar el libro en:
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