El gran confesor de Isabel I “la Católica” de León y de Castilla es uno de los personajes más eximios y paradigmáticos, dentro del estamento religioso, y sensible y humano como pocos. Cuando está en el mundo se llama Hernando de Oropesa; aunque, como es de rigor, cuando entre en el monasterio de los jerónimos se lo cambiará, como es de ley, por el de su lugar de nacencia. Los Oropesa son una familia de hidalgos venida a menos, con problemas monetarios indudables. De nuevo, y estimo que es de justicia, debo defender la gran calidad de los libros de la biblioteca de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de León y Castilla; en este caso la Colección Villalar es impecable, y recuerda la rebelión de los comuneros de los Reinos de León y de Castilla frente al emperador Carlos V y su retahíla de ministros flamencos. Se tiene la certidumbre, documental, de que su familia tuvo ascendientes hebreos; lo cual era más que habitual entre la mayoría de los españoles del momento histórico, a causa de que la convivencia era obvia. “Parece confirmarse su ascendencia judía, lo que quedaría probado por la postura que siempre mantuvo frente al problema semita y a la Inquisición”. Pero, es claro que el pasado judío no es mínimamente próximo, ya que cuando de forma torticera fue acusado de judío o de judaizar, no se vio obligado a tener que demostrar su limpieza de sangre. “Cabe pensar que si hubiera habido algún asidero suficientemente notable, sus detractores no hubieran desaprovechado la ocasión para reforzar la acusación de judaizar; por lo cual no parece arriesgado suponer que esta ascendencia judía hubo de ser necesariamente lejana”. Fray José de Sigüenza (1544-1606), fraile jerónimo afirma, por otro lado y de forma taxativa que: “Era hijo de padres hidalgos de limpia sangre, aunque de poca hazienda”. Según es público y notorio, se conoce su nivel de apreciable inteligencia, por lo que su padre decidió, motu proprio: “Porque siendo niño de cinco años le pusieron en la Iglesia. Allí deprendió leer y escriuir y cantar y otras buenas costumbres”. Cursó sus primeros estudios en la iglesia de Santa María la Mayor de Talavera de la Reina. Será un pariente paterno de importancia, el conde de Oropesa Hernando Álvarez de Toledo, quien le ayude económicamente. Fray Hernando de Talavera nació, en el año 1428, en la urbe toledana de Talavera de la Reina. Entre el año 1433, cuando comienza sus primeros estudios, y su estancia en la Universidad leonesa de Salamanca, se tiene la constancia histórica de que residió durante un par de años en Barcelona. “Según uno de los documentos, fechado en 22 de octubre de 1442, ‘Vicencius Panyella, magister scribendi’, se compromete a enseñar la escritura de ‘litera scholastica’ a ‘Ferrando de Talavera habitatori Barcinone, oriundo ville de Talavera, Archiepiscopatus de Toletha’, mediante el pago de doce sueldos barceloneses de terno. Fernando, por su parte, se obliga a reconocer y testimoniar las enseñanzas del maestro y a no tener, sin permiso de éste, escuela de escribir pública u oculta en Barcelona y su término y a no enseñar a escribir a nadie por retribución, bajo la pena de cuarenta libras barcelonesas”. En el año 1443, cuando ya tiene 15 años de edad, se encuentra en el Estudio salmantino, donde su vida será rica y fecunda en aprovechamiento. “En el discurso de sus estudios pasó alguna pobreza, porque sus padres tenían poco, y mucho a que acudir en su casa. Hernando Aluarez también se olvidó de hazer tanto como prometió, y ansí el virtuoso estudiante, por no ser molesto a sus padres se mantenía honradamente con su industria y habilidad. Escriuía bien, y en los ratos que podía trasladaua algunos libros, porque como no eran tantas ni tan comunes las impressiones entonces, valían mucho los libros de mano”. Cuando está en Salamanca, está claro que no es de los más pobres, ya que tiene una casa propia o arrendada, donde mantiene viviendo a estudiantes pobres, con cuyos dineros puede intentar salir a flote. “Con esto también recibió otros estudiantes en su casa, que eran como pupilos, y le estauan sujetos: con lo vno y con lo otro se sustentaua”. La causa de este último comportamiento se conoce como causado por que las ayudas del conde de Oropesa habían cesado o habían remitido en cuantía. Cuando cumple 25 años se gradúa como bachiller en Teología, para a los 30 años, en 1458, obtener la titulación salmantina de licenciado. En este momento ya está capacitado para opositar a catedrático, en dicha Universidad leonesa de Salamanca, de Filosofía Moral: “Y lleuóla con gran exceso de votos a su contrario”. Durante los siguientes cinco años será catedrático helmanticense insigne, y al final de este su devenir vivencial, decidirá ingresar en la orden religiosa de los jerónimos; algo obvio en una vida anterior volcada ya hacia el mundo de lo eclesiástico. “En graduándose en Bachiller en Teología, se ordenó de Subdiácono”. No se tienen noticias fehacientes de cuando obtuvo el diaconado, ni el de su ordenación presbiterial. Si se sabe que cuando entra en la orden religiosa de los jerónimos ya es sacerdote; por lo tanto podemos hablar de estar así entre los años 1458 a 1463. Esta función de sacerdote jerónimo la ejercerá con gran conciencia y dignidad, a la vez que la de catedrático universitario helmanticense. “Son años de plenitud, en los que goza de una bien merecida fama, de un prestigio singular, que le convierte en centro de atención y de miradas de muchas personas atraídas por su ciencia, por su santidad, o por el ejercicio ejemplar del sacerdocio. Acuden a pedirle consejo, anhelan entrar en el círculo de sus amistades, le solicitan la penitencia, así como ayuda, buscan su mediación en asuntos conflictivos, seguros de que su criterio equilibrado dará con una solución aceptable para los contendientes”. Se llegó a decir de él, de que cada lección académica era un auténtico sermón, por su capacidad de docencia y su estilo de comportamiento moral, diferente al del de muchos de los seres humanos que viven en su época. Realiza visitas continuas al monasterio de Alba de Tormes, y de esta forma se consigue familiarizar con la vida monacal, estilo vivencial con el que se identifica. “…Pensaua retirarse…frecuentaua el monasterio de San Leonardo de Alua (de Tormes), quatro leguas de Salamanca…se determinó a renunciar a quanto en el mundo tenía… se salió de Salamanca y se vino a San Leonardo”. El resto del análisis está en el libro, biografía magistral de uno de los mejores intelectuales y eclesiásticos de la época. Su estancia en Granada será proverbial, y éticamente laudatoria. ¡Sobresaliente! «Intellectus appretatus discurrit qui rabiat. ET. Dicebatur». Puedes comprar el libro en:
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