Un curioso libro divulgativo, sobre la Historia de las Españas, es la novedad de la laboriosa e inteligente Esfera de los Libros. Como riguroso historiador leonesista que uno es, me voy a ceñir al capítulo sobre el Reino de León y el Reino de Castilla. Por supuesto, es perfecto el comienzo en el que indica el error de equiparar a Castilla y León con el Engendro Autonómico que Castiga a León. Y, que en efecto se conformó con la reunión de las dos entidades regionales: LEÓN o País Leonés o País Llionés (Salamanca+Zamora+León/Lleón) y CASTILLA LA VIEJA (Burgos+Soria+Segovia+Ávila+Valladolid+Palencia); en contra de la voluntad mayoritaria de los leoneses. Es prístino que Castilla primero fue la reunión de múltiples condados dependientes de León, desde Burgos, Saldaña, Monzón, Cervera, etc., para luego ser Reino tras la inexplicable herencia del Rey Alfonso VII “el Emperador” de León, quien dividió su Corona de León entre sus hijos Sancho III para Castiella y Fernando II para León. Ya que no se puede considerar como rey de Castilla a Sancho II, quien siempre lucho por la corona imperial de León. “Gobernando el príncipe Sancho en Burgos, y mi hermano el emperador Alfonso en León”, y desde Golpejara hasta Zamora solo figura como Rey de León, en cuya catedral-románica de Santa María se autocoronó como soberano legionense. En ninguna circunstancia se unieron León y Castilla, en el año 1230, definitivamente y perpetuidad, ya que con el infante leonés Fernando Adefónsez, futuro Fernando III “el Santo”, solamente tuvieron un monarca común, porque las cortes se reunieron por separado hasta Pedro I “el Justiciero o el Cruel” de León y de Castilla, y en circunstancias especiales hasta el propio reinado de Enrique III “el Doliente”. Tampoco es aceptable, por todo lo que antecede, el concepto de Corona de Castilla como unión de REINOS, yo no lo he encontrado en ninguna crónica, e inclusive Isabel I “la Católica” de León y de Castilla escribe: “…porque yo soy la reina e subcessora destos reinos de Castilla e de León…”. Ese es un falso concepto acuñado, sobre todo, en el siglo XIX; por el castellanismo vil, y así nos arrogamos todo lo legionense: las primeras foralidades-1016-ALFONSO V; las primera cortes del mundo, “Cuna del Parlamentarismo-1188”-ALFONSO IX. Fernando III “el Santo” escribiría que: “…En la Castiella Novísima, se aplicará el buen Fuero de los Jueces de León”. Está claro que ni existió unión, ni mucho menos fusión, entre el Reino de León y el Reino de Castilla. Las Cortes no se reúnen en conjunto en el siglo XIV; y cuando lo hacen la solicitud parte de los castellanos. Sea como sea, nunca ha existido afecto y confianza de León por-hacia Castilla. Y, además, lo que se reúne son las dos Coronas con sus territorios dependientes, que en el caso de los legionenses son: las Asturias+las Galicias (menos el independizado, torticeramente, territorio portucalense)+las Extremaduras, llegando hasta Huelva donde todavía se utiliza la llingua llionesa o leonés. Queda algo pobre lo relativo a la Curia Plena del Reino de León-1188: “Las Cortes eran una innovación leonesa que databa de finales del siglo XII. Los leoneses fueron los primeros en crear algo parecido a un parlamento con representación tanto de los estamentos privilegiados como la nobleza y el clero como del pueblo llano a través de las ciudades. Se reunieron por primera vez en 1188 en la basílica de San Isidoro de León, aún de cuerpo presente en el corazón mismo de la capital a corta distancia de la catedral, y, como la cosa funcionaba, siguieron reuniéndose hasta principios del siglo XIX. Las Cortes de Cádiz de 1812 no son más que la última expresión de esas Cortes medievales que habían nacido en León”. No se puede calificar como rey castellano a Fernando III, quien nació en la provincia leonesa de Zamora. No existe ningún dato que pueda indicar, sensu stricto, que León y Castilla están unidos-fusionados a principios del siglo XIV, cuando uno de los hijos del Rey Alfonso X “el Sabio” de León y de Castilla, Juan, se intitula y es aceptado como Rey de León, y luego traspasa este título a su sobrino Fernando IV “el Emplazado” de León y de Castilla; además la reina María de Molina se intitula como Reina de León. La Curia regia no tiene fija su Aula regia en Castilla, ya que pasa tiempo en las leonesas Toro y Zamora; e inclusive en algún momento determinado, las cortes legionenses se reúnen, por separado, en la que se califica de ciudad leonesa de Medina del Campo. En el caso del Rey Alfonso XI de León y de Castilla, la cuestión es mucho más prístina; ya que la única crónica que se conserva está escrita en ¡LENGUA LEONESA! y no en castellano, ya que la copia castellana se perdió, lo que demuestra una duplicidad de cancillerías. “Chronica del rey Alfonso el onzeno de los Reyes de Castilla y de León”. Pedro I recibe, precisamente en la Corona de León, incluyendo Asturias, el título de ‘Nuestro Señor el Justiciero’; inclusive existe una lucha en la urbe imperial de León entre los partidarios, mayoritarios de Pedro I, frente a los de Enrique II, que son derrotados de forma aplastante. El autor se olvida de la titulación constante de los Reyes de León y de su Reino: “IMPERATOR LEGIONIS; MAGNUS BASILEUS. ‘REGNUM IMPERIUM LEGIONENSIS’, ETC.”. A partir de la página-21 de este capítulo todo ya es Castilla, ¡curioso! No obstante, me veo en la obligación de indicar que la persona que recibe las llaves de Boabdil “El Chico”, en el año 1492, por orden de los Reyes Católicos, y es el primero que entra en la Granada nazarí, se llama Gutierre de Cárdenas, Comendador Mayor del Reino de León. Cuando Carlos V toma posesión del territorio de las Españas, utiliza a Castilla y a León por ser mayor territorio, mayor riqueza y, sobre todo, por la muy poca defensa por parte de unas Cortes que han sido amaestradas por los Reyes Católicos. Las Cortes de los Reinos de Aragón son muy complejas, reivindicativas, y difíciles de domeñar. “A partir de ahí todo orbitaría en torno a Castilla, que sería el reino central de la monarquía hispánica. Pero antes de meternos en faena, vayamos con Aragón”. El resto de los capítulos está dedicado a diferentes hechos de la historia de las Españas. Son importantes para ir conociendo datos sobre la historiografía española y, sobre todo, sirven para tener unos cuantos informes con respecto a diversos hechos que han ido conformando la geografía y la historia política de los hispanos. ¡Adelante con ello! «Diaboli tremens et diem iudicit terriblem tremens. ET. Miles factus». Puedes comprar el libro en:
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