África Vázquez Beltrán: “Yo creo que siempre hay algo nuevo que contar”

Esta novela fue ganadora del Premio CREAR 2019 concedido por el Gobierno de Aragón. ¿Qué es lo peculiar de ese galardón?

Que reconoce la labor creadora de los jóvenes aragoneses desde un punto de vista multidisciplinar. Entre los trabajos ganadores se pueden encontrar, además de novelas, canciones, ilustraciones infantiles, exposiciones pictóricas, aplicaciones móviles… Para mí, supone un gran honor formar parte de la historia de este premio.

Eres joven pero no novata, puesto que tienes publicados más de veinte libros editados entre España y México…

Me apasiona lo que hago y he encontrado editoriales que apuestan por mi trabajo. Me siento afortunada en ambos sentidos.

Leo que publicaste tu primera novela a los 17 años gracias al Premio Jordi Sierra i Fabra. ¿Qué se puede escribir siendo tan joven?

Se puede escribir absolutamente cualquier cosa.

¿Qué significan para ti los premios literarios?

Para mí, es como si estuviese subiendo unas escaleras muy largas y, de pronto, descubriese que hay un pequeño tramo de escaleras mecánicas. Soy consciente de que luego tendré que seguir caminando, pero suponen un descanso.

Eres licenciada en Historia, y muchos de tus libros nos transportan a otros tiempos. ¿Hay en tu trabajo una voluntad pedagógica?

Pedagógica, no; divulgadora, quizá. Me gusta mucho conocer otras épocas, y también me gusta reflejarlas en mis historias.

"El silencio de Berlín" es una historia del nazismo, un asunto al que los creadores vuelven una y otra vez. ¿Qué hay de irresistible en ese periodo histórico?

Que cambia la historia de la humanidad.

¿Y qué se puede contar de nuevo, o qué hay que contar de otra manera?

Yo creo que siempre hay algo nuevo que contar, puesto que cada escritor tiene su forma única ya no sólo de narrar, sino de enfocar los diferentes temas. En lo que a mí respecta, en El silencio de Berlín he querido centrarme en la figura del testigo, de ese alemán que ni está amenazado por el régimen (al menos, no de una forma directa) ni desea formar parte de él.

Trabajas en el fomento de la lectura, una asignatura que algunos consideran pendiente en nuestro país. ¿Cómo desarrollas esa tarea, qué hay que hacer para que los jóvenes lean más?

Escucharlos. Entenderlos. Respetarlos. Y no obligarlos a leer un libro sólo porque a mí, o a otro adulto, nos parezca que les conviene hacerlo. Cada uno de ellos tiene sus gustos y, si uno se toma la molestia de averiguar cuáles son y de recomendarles un libro acorde con ellos, el éxito está prácticamente asegurado.

Tu biografía destaca que creciste rodeada de las historias que te contaban tus padres y de los libros que te prestaba tu hermana. ¿El ambiente familiar es esencial para desarrollar el amor por las historias y los libros?

En mi caso, el ambiente familiar ha sido esencial para desarrollar el amor en todas sus facetas. Por las historias y los libros, sí; pero también por la cultura en general, la historia, el arte... No es sólo que mis padres y mi hermana me hayan descubierto el maravilloso mundo de la literatura, sino que me lo han descubierto con una mirada tan amorosa que me ha resultado imposible no amarlo yo misma.

Eres de Zaragoza, una tierra que, en los últimos tiempos, ha dado buenos frutos literarios: Sergio del Molino, Daniel Gascón, Ana Alcolea, Irene Vallejo… ¿Qué está sucediendo a orillas del Ebro?

A esa lista podríamos añadir a David Lozano, Luis Zueco, Silvia Aliaga, Tatiana Marco, Marta Álvarez, Carmen Santos, Fernando Lalana, Alejandro Corral, Roberto Malo, Daniel Tejero y, por supuesto, Ramón Acín y Luisa Miñana, que formaron parte del jurado del Premio CREAR 2019. A Ramón, en concreto, lo entrevisté cuando era una adolescente porque había escrito un libro sobre el maquis, y luego yo misma hablé del maquis en la novela con la que gané el Premio Jordi Sierra i Fabra 2008. Él es uno de mis referentes.

Una curiosidad final: eres África Vázquez Beltrán, pero también África Ruh. ¿Nos lo explicas?

África Ruh es el pseudónimo con el que publico novela romántica adulta, aunque no me escondo detrás de él.

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