“La ‘Kriegsmarine’, marina de guerra alemana, estaba en Noruega desde abril de 1940, tras la invasión de distintos puertos de su costa y la posterior ocupación del país. Sin embargo, la operación ‘Weserübung’ fue costosa para la flota germana, ya que perdió dos cruceros ligeros de la serie K, un crucero pesado, 10 destructores así como varios buques con material de suministro y además, un acorazado de bolsillo perdió su popa por un torpedo. Durante el periodo 1940-41, la costa noruega sería refugio temporal de buques de la ‘Kriegsmarine’ que antes de su partida hacia el Atlántico repostaban en los fiordos, sin embargo, tras el inicio de la contienda con Rusia este concepto cambiaría”. Los alemanes necesitaban, obviamente, el acero sueco, que era un elemento esencial para la maquinaria bélica germana; cuando se habían metido, de hoz y coz, en una guerra criminal y genocida que les conduciría, sin solución de continuidad, hacia el caos, el desastre y la destrucción total de la propia Alemania.
En la carrera de las armas aliadas y germanas por apoderarse del territorio noruego, los alemanes llegaron primero. Esta marina de guerra alemana fue la que estableció, seriamente, sus barcos en los fiordos noruegos para desde allí impedir, hundiendo todos los cargueros enemigos, que llevaban ayuda de todo tipo a la URSS desde los puertos soviéticos de Murmansk y de Arkangel. Uno de los navíos alemanes por antonomasia fue el acorazado Tirpitz, gemelo del gran Bismarck, que sería la joya de la corona alemana hasta su hundimiento, en el mes de mayo de 1941. El torpedeo militar y económico de los convoyes nodriza aliados quedó, entonces, al cuidado de los denominados submarinos de bolsillo o ‘U-Boote’ inventados y defendidos en su fabricación por el Gran Almirante Karl Dönitz. Hasta tal punto es así la cuestión militar fracasada, que el Alto Mando Alemán decidió, motu proprio, suspender los cruceros en el Mar del Norte. No obstante, el Alto Mando de la Marina de Guerra decidió utilizar los puertos franceses para llegar, con más eficacia y menos peligro, hacia el Atlántico Norte, dejando hundido en la miseria más absoluta al comercio británico; estas bases ya quedaban fuera del largo brazo de la RAF o de la ‘Royal Navy’. “A partir de entonces, la Kriegsmarine se movería en dos escenarios con sus buques de superficie; el Báltico y Noruega. La lucha con Rusia iba progresivamente alargándose y uno de de los puntos importantes eran los puertos rusos en el Ártico donde los británicos habían comenzado a llevar convoyes con ayuda militar diversa y suministros a partir de 1942. Los soviéticos necesitaban dicha ayuda con material de los aliados, ya que eran los que verdaderamente se estaban enfrentando a las tropas de Hitler. Los germanos tendrían que interceptarlos y esto conllevaría el desplazar la flota a las latitudes nórdicas para tratar de llevar a cabo esta misión”.
En el año de 1942, ya solo restaban en el puerto bretón de Brest, tres barcos de importante calado de los alemanes. Se trataba del Scharnhorst, el Gneisenasu y el Prince Eugen. Este último, un crucero de tonelaje importante era gemelo del Bismarck, y ambos a dos formarían parte de la denominada y mal planificada Operación Rheinübung, otra de las absurdas elucubraciones megalomaniacas del Führer Adolf Hitler, la cual conllevaría el hundimiento sin remedio del Bismarck. Como los bombardeos británicos se recrudecieron, sobre el puerto francés de Brest, estos buques se vieron obligados a estar en dique seco. “El 12 de febrero de 1942 salieron del Puerto, por la noche volviendo a Alemania a través del Canal de La Mancha sin que la ‘Royal Navy’ y la RAF apenas pudieran reaccionar, ya que estaban prácticamente en Calais cuando durante la mañana se percataron de su salida dando la alarma. Era la Operación ‘Cerberus’, en la cual los tres buques germanos consiguieron alcanzar los puertos alemanes. El contralmirante que llevó la operación fue Ciliax y el ‘Scharnhost’ fue el buque de mando”.
Los alemanes no se solían arriesgar a perder alguna de sus naves, porque además de tener pocas disponibles, el combustible para las susodichas era muy escaso. Sea como sea la marina alemana estacionada en Noruega estará íntimamente ligada al acorazado Tirpitz, que era gemelo del Bismarck, buque insignia de los germanos, desde 1940 hasta su hundimiento en 1941; con ello se acabaría la actividad naval alemana en Noruega. El Tirpitz, por causas paradójicas e inexplicables estaría constantemente escondido en diferentes fiordos noruegos. Sería conocido como ‘la Reina solitaria del Norte’, y aunque era casi de existencia fantasmagórica, obligaba a estar en ascuas a la marina de guerra británica, siempre preparada en Scapa Flow, por si en algún momento se le ocurría salir a alta mar. La narración sigue siendo fuera de serie, y de obra monográfica maestra. El Gran Almirante Erich Räder, tras el fracaso y hundimiento del Bismarck comenzó a tener mala prensa en los alrededores del staff político y militar Führer, quien acabaría destituyéndolo. La marina de guerra alemana se había dirigido a Noruega, por varias razones de peso: la primera causa era la relativa a la neutralización de los convoyes que, desde Inglaterra, partían hacia los puertos rusos, para llevar todo tipo de ayuda humanitaria. La Werhmach tampoco estaba en condiciones de defender aquella costa, sobre todo porque estaba conformada de una larga y sinuosa longitud, con entrantes y salientes orográficos de gran complejidad. El iluminado de Hitler pensaba, erróneamente, que los aliados pretendían invadir Noruega, y los alemanes, con gran parte de su ejército en el frente oriental soviético estaban en demérito para poder conseguir sus objetivos. En suma, un libro-monografía extraordinario, sobre el hecho bélico narrado, que contiene un rico y esclarecedor material fotográfico. Plena recomendación. “Humanum fuit errare, diabolicum est per animositatem in errore manere”.
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