Que sembraron de miedo, de impotencia e incluso de vergüenza el alma de las personas, tiñendo de sangre y hambre la historia, sus calles, sus casas, sus plazas, todos los recuerdos, y hacerlo consiguiendo que la crudeza que encierran algunas de sus páginas nos llegue como si se tratase de una maravillosa prosa poética, donde el lector es capaz de llegar a sentir, al mismo tiempo que le invade la angustia, el más profundo sentimiento de amor que se desborda, a la par, por entre esos mismos renglones. Cuidando con esmero el lenguaje y las expresiones. Conseguir eso, no es tarea fácil. Pero su autora lo hace y además de qué manera.
Una historia que transita por la Barcelona de entre 1909 y 1939. Una Barcelona intentando sobrevivir en tiempos convulsos, entre libros y cuplés. Su trama transcurre durante aquellos años de Guerra Civil —incluidos los que precedieron y algunos de los que vendrían después― que envolvieron en el terror y la desesperación a toda España.
Sin embargo, Ángeles Corella, demuestra en cada uno de sus capítulos una destreza casi magistral —me atrevería a señalar― apoyándose en la Historia para, a partir de ahí, crear ficción, con tantos sucesos que acontecieron durante esos años y marcaron las vidas de algunas generaciones. Porque lo hace, desde mi punto de vista, con la intensidad, dureza y realismo necesarios, pero sin que su pluma destile odio en ningún momento. Sin pretender que el texto se convierta en un querer hacer sangre sobre las heridas que siguen, inevitablemente, abiertas para muchos. Una exposición de acontecimientos dramáticos que ponían del revés continuamente las vidas de todos aquellos que sintieron y sufrieron los destrozos físicos, psicológicos y espirituales, sin entrar en juicios mayores ni dejarse arrastrar por el rencor.
Sin embargo, Aquellos tiempos robados va más allá de los acontecimientos históricos. Angelles Corella no se queda anclada en el dolor de sus personajes y pasa de largo por delante de esa delgada línea en donde la sed de venganza podría jugarle una mala pasada a cualquier escritor. El verdadero sentido del texto que tenemos entre manos es de cómo una persona va aceptando y adaptándose a lo que la vida te va trayendo. Cómo entender que lo que te llega es lo único que hay y que con ello tienes que seguir avanzando, aunque cada día del resto de tu existencia sientas cómo mueres un poco más por dentro. La superación como única posibilidad. La fortaleza como único camino. Sus mujeres llevan por bandera la valentía y, sobre todo, el amor extremo, de y hacia esas personas con las que se crea un vínculo afectivo y emocional importantes, lleven, o no, la misma sangre corriendo por sus venas.
«Algunos días parecen barcos que sueltan amarras y nos lanzan a un océano desconocido, sin brújula. Perdido el rumbo y el norte»
Aquellos tiempos robados nos muestra, desde la ficción, los caminos por los que transita la vida de cinco mujeres a las que una sucesión de circunstancias —inesperadas unas, previsibles otras— las va colocando en el límite. Me atrevería a decir que todas y cada una de ellas tienen igual importancia para el desarrollo de la trama. Se convierten en protagonistas casi por igual. Con sus momentos cruciales dentro de las páginas de esta impactante novela. Son mujeres con las cuales, parece que la muerte se siente cómoda, permaneciendo cerca de ellas, a su lado, en todo momento y a lo largo de sus vidas.
«Imposible seguir el rastro de tantas presencias, ahora fantasmales [...] Si no queda nada en lo que creer es porque todo ha empezado a derrumbarse»
Encontramos también otros personajes, entre ellos destaco a la Tata Mercé y Tomeu, que se tornarán indispensable para dar la consistencia necesaria al argumento y que no se desmorone en un momento determinado. Obteniendo como resultado una auténtica fidelidad afectiva, que aportará sentido a la vida, principalmente de una de nuestras mujeres protagonistas, Remei, en los momentos en que la vida pierde por completo el sentido para ella. Ellos, Serán piezas clave en esta historia: bastones que guían, hombros en los que llorar. Al igual que Manel o Pere: Corazones por los que suspirar toda una vida.
«Si se espera demasiado tiempo a que los deseos se cumplan, lo único que acaba por llegar es el olvido de la meta»
Momentos de tensión que se suceden y que Ángeles Corella nos transmite a medida que viajamos por Aquellos tiempos robados y vamos realizando las oportunas paradas en los capítulos. Ganando el texto, poco a poco, un peso importante. Tan impactantes que dejan al lector, en ocasiones, adherido al sofá. Como si el corazón y la sangre que nos riegan, se hubiesen convertido en frío plomo, incapaces de seguir el curso que marcan las venas y hacernos reaccionar ante la impotencia o la injusticia. Cuán difícil resulta de comprender y aceptar ese pacto al que, en ocasiones, parecen haber llegado la muerte y la vida.
«De cómo sintió un sol que casi la cegaba, el cuello tenso, la espalda rígida... De todo aquello, nadie pudo contar nada. Después, un tercer y último disparo que hizo diana en su pecho. La sangre, como una guirnalda enrojecida, corrió por sus brazos exánimes...»
Ángeles Corella utiliza una prosa sencilla, afrontando ciertos momentos con una sutileza única, que combinan a su vez con otros fragmentos que desgarran por el realismo con que nos acerca a ellos. Lacerantes. Hirientes. Amargos. Al tiempo que nos acaricia el alma rozando la poesía, en otros.
«Cualquiera que mire el vuelo alocado de las mariposas cree que no van a ninguna parte. Sin embargo, algo oculto y mágico marca el lugar donde las flores esperan. Sin prisa. Sin pausa»
En cuanto a la estructura de la novela diré que me ha sorprendido mucho que sin seguir, aparentemente, una línea temporal ordenada, uno sea capaz de no perderse ni un solo segundo a lo largo de sus 353 páginas. Los acontecimientos que expone van saltando entre sus páginas, empezando en ocasiones por el desenlace para, acto seguido, en sus siguientes capítulos ir retomando y dando forma a la historia, hasta llegar al principio de ésta. Siempre me ha resultado una manera curiosa, tan arriesgada como atractiva. aquella de conseguir el orden precisamente rompiéndolo, sin que el texto ni la historia pierdan un ápice de sentido, o vuelvan loco al lector intentando ubicarse en cada momento dentro de la trama. Aquellos tiempos robados, Una muestra indudable del dominio de dicha técnica.
Ahora les dejo para que puedan comprobar personalmente que esta última novela de Ángeles Corella, publicada por Huso Editorial, es una buenísima elección para disfrutar leyendo, cómodamente, sin prisas, tal y como fue escrita. Y nadie mejor que ella, para describir cómo fue dicho proceso. Aquí sus palabras para una revista digital. Con ellas pongo el punto final.
Mi novela, Aquellos tiempos robados, la escribí en la cocina de mi casa durante casi cuatro años. Con lentitud y a fuego lento se fue guisando, al tiempo que en las cacerolas bullía la comida. En momentos de crisis, añadir o quitar especias, partir o enharinar me proporcionaba la calma necesaria para volver al teclado. A punto estuve, en varias ocasiones, de meter al horno el ordenador y buscarle pareja a una calabaza.
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