¿Cómo se va de “Oleum”, su libro anterior sobre la historia del aceite, a “Teodora”? He recreado personajes nacionales y universales de todas las épocas, desde Tartessos a las Cortes de Cádiz. Como amante de nuestro pasado salto de edad en edad para que mis conciudadanos conozcan nuestra impresionante historia. ¿De dónde viene el subtítulo, “la crisálida de Bizancio”? Recordando mi niñez, cuando criaba gusanos de seda. Comprobé como un vulgar huevo se iba transformando en larva, imago, crisálida y bellísima mariposa. Algo así como le ocurrió a Teodora, de prostituta al trono imperial. ¿Cómo ha investigado la figura de Teodora de Bizancio? Leyendo la Historia Secreta de Procopio y los textos de su época, para desde ahí intentar extraer la verdad sobre Teodora, que también sufrió su Leyenda Negra particular. Hagamos justicia a su marido, Justiniano, que desposó a una mujer a la que muchos habrían rechazado… Fue su gran mérito, intuir en aquella controvertida mujer virtudes de gobierno excepcionales. Él sólo no hubiera permanecido en el trono por mucho tiempo. ¿Cómo trabaja el tono de las novelas, el lenguaje? ¿Se escribe igual la historia del aceite que la historia de la emperatriz de Bizancio? En mis novelas siempre intento hacer literatura en perfecta unión con la historia. No me gusta hacer presentismo literario y poner en boca de personajes históricos del pasado frases desconsideradas del presente. ¿En qué medida las novelas históricas contribuyen al conocimiento de la Historia? ¿En qué medida lo desvirtúan? Si fallas en el pensamiento de la época, no te informas debidamente y no posees un sentido global de la historia, se corre el riesgo de escribir una novela no lograda, y, por ende, no histórica. Usted es docente. ¿Hay voluntad educativa en sus novelas? Siempre. Mis alumnos me aseguran que mis novelas son como mis clases de Historia. Todo un honor. De los personajes secundarios de esta novela, ¿cuál le ha gustado más dibujar y por qué? Juan de Capadocia. Las novelas se nutren de muchos elementos, pero en especial de los infortunios, desgracias, hambre, miseria y de personajes inclinados al mal. Este personaje es el prototipo de la encarnación del mal. ¿Es una impresión mía o hay una voluntad, por parte de los autores de novela histórica, de recuperar figuras femeninas de la historia? Esta página literaria, en la que he tenido el honor de aparecer muchas veces, conoce mi predilección por tratar a la mujer en todas las épocas. ¿Son las mujeres relevantes menos conocidas, están menos reconocidas? Leí una frase de la escritora Elena Poniatowska, que sostiene que: “las mujeres son las grandes olvidadas de la historia y la mejor forma de rescatarlas de la fugacidad y del olvido, es escribir sobre ellas”. Este pensamiento me ha llevado a escribir Teodora. Teodora murió relativamente joven. ¿Hasta dónde podría haber llegado? Para ser una auténtica mujer murió de cáncer de mama, efectivamente, pero en el tiempo que ejerció el poder, y lo hizo de forma absoluta, sus reformas calaron de tal forma, que afianzó el imperio por muchos siglos. Puedes comprar el libro en:
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