Amigas mías María Teresa León y las lectoras argentinasPor Alicia Ovando
jueves 04 de noviembre de 2021, 13:00h
María Teresa León fue una prolífica y talentosa escritora y militante política, cuya prosa poética y el despliegue de inagotables recursos literarios e historias fueron la consecuencia de su gran cultura, de sus innumerables lecturas y de sus enriquecedoras experiencias. Mujer audaz, valiente y comprometida con su tiempo, supo de guerras, pérdidas y vencidos, pero también de logros, recuperaciones y victorias.
Española de nacimiento y ciudadana del mundo, María Teresa nació en Burgos en 1903 y fue, como casi toda mujer, muchas mujeres: hija, nieta, sobrina, esposa, compañera, madre, escritora, luchadora, ama de casa y, además, militante política y protagonista indiscutible de un amplio período histórico del siglo XX. Varias de estas facetas las expuso y las acrecentó durante su largo exilio argentino —veinticuatro de sus casi treinta y nueve de destierro—, compartidos junto a su gran amor: el poeta Rafael Alberti. Aquí, su fibra luchadora continuó palpitando y las armas que había esgrimido en España, antes y durante la Guerra Civil Española, tuvieron en América su soñada y merecida continuidad, tanto desde la activa participación política que mantuvo en relación con su patria, como en la capacidad generadora y las batallas ejercidas desde la palabra. Al finalizar la guerra, María Teresa y Rafael partieron rumbo a París, donde de la mano de Pablo Neruda, y ante la inminente invasión de la Alemania nazi a Francia, pusieron proa hacia América. Partieron de Marsella y, luego de una larga y accidentada travesía, llegaron al puerto de Buenos Aires el 2 de marzo de 1940. En realidad, la capital argentina debía ser solamente una escala porque el destino final de la pareja sería Chile, de acuerdo con lo organizado por Neruda. Pero muchos amigos —y pienso que también María Teresa, quien, junto con su primer marido, Gonzalo de Sebastián, habían visitado la Argentina en 1928— alentaron la decisión de quedarse e intentar legalizar aquí su residencia. En Buenos Aires permanecerán unos días para radicarse luego en Villa del Totoral, al norte de la ciudad de Córdoba, donde vivirán en la casa del por entonces abogado y apoderado del Partido Comunista Argentino (PCA) Rodolfo Aráoz Alfaro. Ese será el refugio que les dará tranquilidad y paz en aquellos primeros meses en nuestro país. En su emocionante y fascinante autobiografía, Memorias de la melancolía, María Teresa recuerda aquel tiempo de manera entrañable, agradecida y nostálgica, en relatos que exaltan el amor que sentía por esta tierra y, sobre todo, por las amistades que aquí habían forjado: «No tengo juicio claro sobre Buenos Aires. ¿Cómo tenerlo si no es ahogada por una ternura inmensa? Veintitrés años vividos en una ciudad marcan. Hoy todo lo que recuerdo me estremece y agita: horas radiantes, angustias, amistades claras ininterrumpidas, la felicidad, el temor que llama a la puerta y todo lo no olvidable porque son los años centrales de mi vida. Y me asomo al balconcillo del primer departamento, calle Tucumán, en una casa de Victoria Ocampo, la que jamás será olvidada porque fue y es la gran mujer que se desvivió por animar la cultura de su ciudad… ¡Alabada seas, ciudad hermosa de América, por habernos resucitado!». Desde su llegada en 1940, su labor fue incansable: organizar la nueva vida, escribir, trabajar en la radio, dictar conferencias, crear guiones de cine, realizar actos solidarios con España y sus exiliados y, por sobre todo, criar y educar a su hija Aitana, quien nació en Buenos Aires en 1941 y fue para sus padres el centro de desvelos y felicidad. María Teresa intercaló la crianza de Aitana con la escritura y la participación en diversas publicaciones. Todo se desarrollaba en un mundo nuevo, y sus convicciones y sueños convivían con recuerdos, dolores y secuelas de la guerra civil. Hace varios años, trabajando en mi documental El otro río. Rafael Alberti y su exilio argentino, entrevisté a algunos de sus amigos de entonces. Uno de ellos, el entrañable Hugo Rapoport, me dijo: «María Teresa era el eje de la vida cotidiana, y como tal, se las arregló para escribir libros, guiones de cine, programas de radio, artículos en revistas y, además, trabajar en las organizaciones que batallaban desde aquí contra el fascismo y para que la República regresara a España». A partir de los valiosos testimonios acercados por algunos de sus amigos argentinos de aquellos años —las familias Kornblit, Mom, Aráoz Alfaro, Rotzait, Rapoport, Dujovne, Muchnick, así como María Rosa Oliver, Victoria Ocampo, Deodoro Roca, Norah Lange, Oliverio Girondo, Emilio Troisi, Carmen María Portela, Raúl Soldi, Roberto Otero, Ernesto Sábato, Carlos Alonso, Juan Carlos Castagnino, León Ferrari— podríamos, quizás, recorrer casi a diario las actividades de María Teresa tanto en la Argentina como en el Uruguay. Pero quiero referirme ahora a un hecho puntual dentro de la amplísima obra literaria de María Teresa León: la relación que la unió a la revista femenina Mucho Gusto, fundada por el editor Jacobo Muchnik. Resulta paradójico que esta faceta de su obra sea uno de los aspectos menos citados de su producción, dado que sus columnas de opinión alcanzaron en su momento una popularidad tal que le permitieron a María Teresa comunicarse con la mujer argentina durante más de 10 años, en una relación que continuó aún después de marcharse de la Argentina, desde su exilio italiano. En 1949, la revista, que hacía muy poco había comenzado a publicarse, la integra en sus opiniones con una nota que refleja la época y se titula «¿Cómo educa usted a sus hijas? ¿Para las tareas del hogar o para la independencia de la lucha por la vida?». Allí María Teresa —que en la fotografía que ilustra la nota se la ve con Aitana a sus ocho años— explica que «Es imposible separar ambos términos de la pregunta, el desunirlos sería aceptar una hija incompleta y como soy una madre presuntuosa, convencida de las dotes de Aitana, pretendo que se acerque a la perfección, sin quemarse en ella, ¿me entiende? Pues a mi hija yo quisiera dotarla de todas las armas defensivas y ofensivas que puede dar la vida. Tendrá que trabajar y para ello estudiará, según su vocación. Pero tendrá que enamorar y la ayudaré en sus grandes y pequeñas coqueterías de muchacha. En fin, amiga mía, como algo se hereda, espero que herede de su padre el gusto por la poesía, por la pintura, por la música, esos lugares preciosos para el descanso del hombre y yo desearía dejarle mi sentido de justicia social junto con mi pacifismo de mujer que conoce de cerca la guerra. Esto es todo. ¡Cuánta ambición! ¿no?» y firma la nota como María Teresa León de Alberti. En 1954 hacía catorce años que Rafael y María Teresa estaban en la Argentina; su hija Aitana estaba terminando el colegio primario y María Teresa ya había escrito y editado doce libros. Como destaca su amigo Rapoport, «Eran dos porteños más. Hablábamos de todo lo que ocurría, de política, de los precios, de la vida cotidiana. Vivían desterrados pero integrados al país y a la sociedad que los acogió». Y es en aquel año que María Teresa, convocada por Jacobo Muchnik, «nuestro eterno dador de trabajos», según sus palabras, comienza a colaborar en la revista por él creada en 1946. Así nació la sección titulada «PÁGINA FEMENINA por María Teresa León». La primera fue publicada en el mes de junio, número 92, al octavo año de publicación, y se titula «Cosas que los HOMBRES no saben y que sólo las MUJERES comprenden». María Teresa comienza una relación de amistad con las lectoras argentinas a las que llamará ¨amigas mías¨. La revista enfatiza la colaboración de María Teresa, poniendo en un círculo en la portada la novedad: «¡Exclusivo! DIARIO ÍNTIMO por Nené Cascallar» y «PÁGINA FEMENINA por María Teresa León». En la presentación de la revista, hay un destacado que dice: «Aquí, en la página 15 está MARÍA TERESA LEÓN, escritora distinguida, gran mujer y gran señora, española de nacimiento, argentina por decisión, orgullosa ciudadana del mundo y sabia conocedora de muchísimas de esas “cosas que los hombres no saben y que sólo las mujeres comprenden”. Aquí está ella, dispuesta a hablarte en confianza, de mujer a mujer, de esposa a esposa, de madre a madre. Lo hará permanentemente, en todos los números, y su página será una luz nueva y confortante en esta serena luminosidad de MUCHO GUSTO». Desde allí, María Teresa continuó desplegando sus alas de escritora, demostrando su extensa cultura y su maestría con la pluma, en notas dirigidas a las mujeres argentinas, logrando elevar una mínima anécdota o historia al nivel que sólo los grandes talentos pueden hacerlo. El ama de casa, esa ¨amiga mía¨ a la que se dirigía, tenía en esas columnas alguien dispuesto a hablarles en confianza, de mujer a mujer, de esposa a esposa, de madre a madre. Pero, también, alguien que les hablaría de infinidad de historias desconocidas para la mayoría de ellas. Así, mezclaba textos de grandes escritores, fábulas del folklore popular español y argentino, experiencias y sensaciones, siempre con un tono de complicidad y de amistad. En la primera de esas columnas, nuestra escritora plantea la necesidad del espacio propio, de ese espacio interno que debe tener la mujer, de la relación consigo misma que debe darse en un momento de soledad, en un momento de introspección, de meditación. Allí les dice: «¿Por qué te quedas muchas veces con la mirada lejana al vacío, casi sin pensamiento, por el gusto de dejarte ir hacia esos jardines que llaman de tontos y son de los privilegiados con sensibilidad? No te lo has preguntado nunca, amiga mía, y sin embargo te parece que vuelves de un viaje cada vez que te llaman y al recuperarte dices: “Voy, voy”, con una voz que no se parece a la tuya. Y es que de verdad vuelves, regresas de pensarte sin saberlo». El tono que utiliza es intimista, quiere entablar una relación cálida y de confianza, entre pares. Les habla a las mujeres, pero también se habla a sí misma, cuando recuerda: «También la inquietud de esperar, esa desesperante carrera contra el tiempo que nos hacen correr a las mujeres: al hijo que regresa de la escuela, y aquellas miles y miles de mujeres en el mundo que aguardaron temblorosas la vuelta del marido soldado o la muerte que caía del cielo y apenas avisaba». Entre aquellas columnas hay un conjunto que muchas veces ilustró Norah Borges, la delicada y talentosa hermana de Jorge Luis. Los dibujos que acompañan los textos hacen referencia al contenido de ellos, con lo cual, seguramente, María Teresa le enviaría a Norah sus notas para que ella las ilustrara. Una relación de dos mujeres talentosas y adelantadas a su época. Se inicia así un período de trabajo tan intenso que, como ya hemos citado, continuará enviando algunas de sus columnas desde Roma, luego de marcharse de la Argentina, en 1963. Trabajar con las palabras que María Teresa escribió en la revista Mucho Gusto resulta inspirador, emocionante y desafiante. Por eso quiero invitarlos a acercarse a la vida y obra de María Teresa León y cerrar esta nota con el final de su primera «Página Femenina»: «Un corazón sin recuerdos es una vida sin fechas, sin paisaje. Y, ¿cómo viviríamos sin poder abrir los ojos interiores que tenemos de la fantasía, de la imaginación de la memoria a los jardines donde el pasado nos está esperando? Abre tus ventanas, amiga». Queda hecha la invitación…
*Alicia Ovando es profesora, investigadora y autora del documental “El otro río. Rafael Alberti y su exilio argentino”. Actualmente se encuentra escribiendo la historia del exilio argentino de María Teresa León.+ 0 comentarios
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