“Ajuste de cuentas”, de Joaquín Campos

Se trata de un Diario que comienza el 11 de septiembre de 2017 y finaliza el 15 de octubre de 2020. Un amplio compendio de entradas (866 en total) en donde el autor va desgranando no solo los avatares de su vida, sino que, desde una visión subjetiva, claro está, opina o se pronuncia sobre los aconteceres que ocurren a su redor o le interesan, de este orbe que nos contiene y que terminará enterrándonos a todos como si por aquí no hubiéramos transitado.

Antes de llegar aquí, a este “Ajuste de cuentas” que nos congrega, Joaquín Campos ha publicado los poemarios “Cartas a Thompson (Island)”, “Maëlys y todas las mujeres”, “Catres”, “Poeta en Pekín” y “Demasiado humano”; y en narrativa “Faltan moscas para tanta mierda”, “Doble Ictus”, “La verdad sobre el caso Segarra”, “Veinte brotes” y “Últimas esperanzas”, además de colaborar en diversas antologías, revistas o periódicos.

Teniendo en cuenta que Campos publicó su primera obra en 2014, la velocidad de crucero de su escritura es realmente apabullante, por no decir meteórica, porque, por lo que explica en este Diario sin fechas, posee ya dos obras más en busca de editor.

Comenzaré diciendo que pese a lo que muchos escritores digan o puedan decir en lo venidero sobre él, Joaquín Campos se empeñó en ser escritor y lo es. No solo porque haya publicado once libros sino porque en cada uno de ellos su potencia creativa y su dicción mejoran hasta el punto de atrapar a los lectores ya sea por agrado, por curiosidad o por el rechazo que le produce lo que disecciona negro sobre blanco.

Joaquín Campos siempre escribe en primera persona y manifiesta beber diariamente, drogarse de vez en cuando, ir a casas de masajes, comprar libros de manera compulsiva, leer a destajo o trabajar como un condenado para ganarse la vida. No sé si Campos es un solitario empedernido que huye de algo o no sabe vivir de otra forma, pero, la tal cosa poco importa con su quehacer literario.

Campos y quien escribe este diserto, si él mismo es fiel a lo que dice este primer tomo de sus Diarios, estamos completamente alejados en lo ideológico y no digamos ya en la organización de nuestras vidas: agua y aceite, vamos. Pero, qué ha de importar eso a un lector cuando pasa la mirada por las ringleras de un libro. Nada. Leo a Campos desde hace mucho tiempo y disfruto de su literatura, y mucho, he de manifestar.

En “Ajuste de cuentas” pone a parir a muchos escritores contemporáneos, a muchos editores, a muchos políticos, a muchos empresarios e instituciones, y, a otros, muy pocos, los ensalza porque le viene en gana o así lo piensa. Es su visión del mundo y eso, literariamente, poco importa, por tanto. Lo que realmente interesa, por lo menos a quien escribe, es cómo lo cuenta, cómo lo expresa. Es decir ¿hay materia, sustancia, esencia, dedicación suficiente e ilación en lo que escribe? La hay; y de lo demás que cada cual haga de su capa un sayo.

Si tuviéramos que rechazar la obra de este escritor emergente de la literatura española, porque bebe o se droga, y además lo dice con toda soltura sin tapujos ni sombras envolventes, también habría que quitar de la circulación por ejemplo a Hemingway, Scott Fitzgerald, Marguerite Duras, Kerouac, Anne Sexton, Oscar Wilde, Janes Bowles, Faulkner, Poe, Bukowski o Truman Capote por citar solo a unos pocos. Así que, dejemos las cosas como están y que cada cual haga con su vida lo que desee, y si nos gusta leer, leamos, con la mente abierta a lo que nos cuentan quienes saben hacerlo y no seamos timoratos o más papistas que quienes residen en el Vaticano.

449 páginas componen “Ajuste de Cuentas” o “Cómo ser escritor”, que es el subtítulo del libro del que hablamos, y que, si a usted le gusta la literatura, bueno sería que le echara un vistazo a su contenido.

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