Con la llegada de los primeros rigores del otoño también verá la luz el esperado primer trabajo narrativo de Gregorio Muelas, El primer tetrarca (Olé Libros), que al igual que los títulos mencionados anteriormente sitúa su acción en la Antigua Roma, más concretamente en el marco del Bajo Imperio, durante el período conocido como la Tetrarquía, una etapa poco tratada en el género de ficción. Esta obra, primera parte de un díptico sobre este complejo período, viene avalada por un gran trabajo de documentación, que su autor comenzó hace una década, y se presenta con un prólogo que funciona a modo de guía de lectura firmado por J. R. Barat.
En sus más de 300 páginas, Firminiano, trasunto del autor, nos llevará desde la brumosa Caledonia, al norte de Britania, hasta las arenas del desierto de Persia y narrará las vidas paralelas de los diversos augustos y césares de la época: Maximiano, Constancio, Galerio, Severo, Majencio, Licinio, Maximino Daia y, fundamentalmente, de Diocleciano, fundador de la Tetrarquía y en consecuencia el primer tetrarca, y de Constantino, el último.
Todo Literatura comparte en primicia la portada, ilustrada por José Enrique Pérez Cortés, y la sinopsis de esta primera novela del escritor nacido en Sagunto:
Último cuarto del siglo III d. C. El Imperio Romano se encuentra sumido en la anarquía militar, con una nueva guerra civil en ciernes surge la figura de un gran estadista, Diocleciano, que será capaz de pacificar el Imperio bajo un nuevo sistema de gobierno, la Tetrarquía. Tras dos décadas de relativa pax, Diocleciano decide retirarse a su palacio de Spalatum, dejando el poder en manos de su heredero, Galerio. Pero entonces surge en los confines del Imperio otro gran líder, Constantino, hijo primogénito del augusto Constancio, que habrá de luchar para ser aceptado como miembro de la familia imperial.
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