El hombre más feliz del mundo, es mucho más que las memorias de un superviviente de Auschwitz, son las enseñanzas de vida de un ser humano excepcional, que visitó el infierno de los campos de exterminio nazi y volvió para narrarlo con una prosa honesta y estremecedora.
Esta obra también es un canto a la esperanza, a la amistad, y a la solidaridad que encontró en su camino. Pero sobre todo es la constatación de que no hay mejor medicina para sanar profundas heridas que el amor.
La extraordinaria vida de un superviviente de Auschwitz
Eddie Jaku, el hombre más feliz del mundo, es historia viva. Nació en Alemania, donde creció en el seno de una familia judía, orgulloso de ser un ciudadano alemán más en las calles de su Leipzig natal. Una ciudad a la que amaba y a la que al final de la Segunda Guerra Mundial juró no regresar jamás. El autor estaba convencido de vivir en una de las sociedades más progresistas del mundo, donde las artes destacaban, y sus habitantes vivían felices.
«Nos considerábamos primero alemanes, después alemanes y, por último judíos. Nuestra religión no revestía tanta importancia para nosotros como el hecho de ser buenos ciudadanos de nuestra querida Leipzig.»
Llegó la Primera Gran Guerra, Alemania perdió, y las consecuencias hicieron estragos entre su población. La inflación ascendió, la comida escaseaba y el descontento social aumentaba. Esos factores fueron determinantes para el ascenso de Hitler al poder. Entonces todo cambió, los amigos se convirtieron en enemigos y comenzaron a volcar en el pueblo judío, y en todo aquel que fuera diferente, toda su rabia y su frustración. Como bien expresa el autor.
«La ira conduce al miedo, y este al odio, y este a la muerte».
La felicidad no cae del cielo, y está en nuestras manos; esta radica en nuestro interior y en las personas que amamos. Además, la felicidad es lo único en este mundo que se multiplica cada vez que la compartimos. Eddie Jaku se dio cuenta de ello al finalizar la guerra mientras se recuperaba en el hospital de cólera, fiebre tifoidea y desnutrición, ¡pesaba solo veintiocho kilos! Allí hizo esta promesa:
«En ese momento, juré a Dios que, si vivía, me convertiría en una persona totalmente nueva. Juré que abandonaría el territorio alemán y que jamás regresaría al país que me lo había dado todo y que luego me lo había arrebatado. Juré que dedicaría el resto de mi vida a resarcir el daño que los nazis habían causado al mundo, y que aprovecharía al máximo cada minuto de mi vida».
Eddie Jaku nació en 1920 en Leipzig y Estudió Ingeniería m mecánica. Durante la Segunda Guerra Mundial fue arrestado por los nazis y llevado a los campos de concentración de Buchenwald y Auschwitz, donde le hicieron trabajar como ingeniero. Tras varios intentos, en1945 logró escapar de una marcha de la muerte y fue rescatado por unos soldados americanos. Después de vivir un tiempo en Bélgica, en 1950 se trasladó a Australia con su familia, donde vive felizmente desde entonces. Eddie lleva 74 años casado con Flore. Tienen dos hijos, nietos y bisnietos.
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