Me apasiona la política, pero nunca me ganaría la vida defendiendo consignas indefendibles. No te engañes, el tiempo pasa demasiado rápido como para perderlo haciendo el gamba. Es lo que me desconcierta de Nadia Calviño. Ser ministra es un pelotazo, de acuerdo, pero se hubiera forrado escribiendo libros de autoayuda.
Su optimismo irredento te sube la moral, tío. Otra cosa es que el INE haya corregido sus previsiones económicas a la baja. No importa, a pesar del paro juvenil (40%) o de los miles de trabajadores afectados por Ertes que aún no han cobrado, Calviño jamás pierde su gesto autocomplaciente. Una desconcertante actitud risueña y jovial, que comparte con dos compañeras de Gabinete. Carolina Darias, la ministra de las sonrisas sanitarias y Reyes Maroto, de Industria y Turismo, capaz de apreciar con con su extraordinaria sensibilidad la belleza de un volcán en erupción. Entre las tres podrían escribir best sellers “restaurativos” tan necesarios en estos tiempos oscuros. Es una lástima que con la experiencia que tienen desperdicien su verdadero talento. Aún están a tiempo. Que dejen el Ministerio. Harían un favor a este país. Todo por la patria, tío. Y por Puigdemont.
Puedes comprar los libros de Begoña Ameztoy en: