“Un inesperado telegrama paraliza la vida de una joven mujer que —en la Barcelona de revueltas, libros y cuplés de principios del siglo XX— espera en su casa del barrio alto las noticias del frente de Marruecos. Como en aquel eclipse total de sol, que dejó a la ciudad en penumbras a mediodía y marcó para ella el comienzo de un prometedor futuro, ahora todo ha quedado nuevamente a oscuras, pero esta vez la luz tardará algún tiempo en volver a la vida de Remei”, reza la contraportada de este libro… Hay reseñas que son más complejas que otras. Reseñas que se transforman en lagunas, en abismos, en grietas. En paisajes rocosos que se resisten naturalmente a seguir un orden formal porque, entre otras cosas, su propia génesis no se los permite, y siento que con esta historia sucede algo parecido. ¿Por qué? Porque “Aquellos tiempos robados”, la novela escrita por Ángeles Corella, y publicada recientemente por Huso Ediciones, describe el linaje de la vida, de la muerte y de los sueños. ¿Todo eso? Sí, todo eso. Y lo más interesante –o lo más inquietante- es que la autora no se esconde, no se resguarda, no se preserva. No utiliza ningún artilugio ni recurso narrativo para intentar escapar de la responsabilidad que por algún motivo decidió asumir, y entonces sus páginas se transforman en un mapa, en cuadro, en un lienzo. En un espejo que refleja los caminos, los colores y las porosidades de una vida o, mejor dicho, de todas las vidas que protagonizan esta historia –es su mayoría mujeres- y nos obligan a mirarlas y sentirlas de frente. A escuchar sus gritos, sus risas y sus silencios. A espiar por la cerradura de aquellas habitaciones que a todos nos provocan el mismo dolor. El mismo placer. La misma felicidad y el mismo miedo. La Guerra Civil española como telón de fondo. La espera, la angustia y la esperanza de miles de personas que intentan escapar de un destino marcado, maldito, perdido. La hermandad entre mujeres. Los celos entre mujeres. La guerra entre mujeres. Los recursos ganados, heredados, adquiridos. Los amores reales e imaginarios. Las pasiones, las traiciones, los hastíos. Hombres que huyen con la única intención de volver. Amores que se transforman en recuerdos. Promesas que se convierten en olvidos. La sangre que se vuelve herida (y al revés). Dueña de una prosa contundente pero delicada, la pluma de Ángeles Corella, destila poesía en cada palabra. En cada párrafo. En cada gesto. En cada una de las reflexiones que cierran sus capítulos –a modo de ¿sentencia?- y nos invitan a reflexionar. A soltar y saltar. A escaparnos de las garras de nuestro propio olvido sin morir en el intento. De todos modos (por suerte o por desgracia), Corella afirma que “El tacto de la memoria es sutil y sabe acariciar cuando más lo necesitas”. La leo y pienso que tiene razón. Que menos mal. Y que qué lindo y necesario es creerle. Quererlo. Creerlo. Puedes comprar el libro en:
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