Si somos capaces (las lecturas escolares han hecho mucho daño) de apartar la atención de Los pazos de Ulloa cuando nos nombran a Emilia Pardo Bazán, veremos que hay vida (y mucha) tras esta gran novela del naturalismo español. En este caso hablamos de la producción de cuentos de terror por parte de Pardo Bazán. Nos cuenta Care Santos en un prólogo que es todo admiración hacia la escritora, que Pardo Bazán escribió más de cuatrocientos cuentos, y que de entre todos ellos Santos quiso escoger diez para esta edición, otra obra de arte de Nórdica Libros con el acompañamiento ilustrado de Elena Ferrandiz.
Aquí, como digo, encontramos diez relatos, breves, intensos, de poco terror hay que decir, pero sí de tono oscuro, lúgubre, fantasmal e incluso fantástico. Alberto, un joven donjuán, es seducido por carta. Cuando accede a ir a la dirección que le mandan y encontrarse con la joven que le escribe, se encuentra allí una muerta, y lo culpan a él, y entonces entiende (pero no lo acepta porque es inocente) el porqué. Zenón es alguien con odio hacia todos, porque todos lo han tratado mal, y quiere vengarse, hasta que se encuentra con dos gemelas, Vida y Muerte, y tiene que decidir con la propuesta de cuál quedarse. Don Fortunato es un vampiro e Inesiña no, pero Inesiña se casa con Don Fortunato sin saber lo que él es, y empieza la lenta sangría. Don Probo no ha hecho nada destacable en vida, y él lo sabe. Por eso, quiere un lugar de preferencia en el cementerio más feo del mundo. Cuando parece que está todo hecho, el sitio al que debería ser dirigido cambiará. Esto son cuatro ejemplos cogidos al azar. Hay seis más. Y todos son buenos.
Hay mucha Pardo Bazán que no conocemos, tanta que da miedo imaginarlo. Pero también es cierto que leyendo algo, aunque mínimo, con su firma, ya nos encontramos con toda ella allí. Esa ironía, esas sutiles (a veces no tanto, y qué bueno) lanzas al género masculino, esa perfección en la forma, en la creación de personajes, en el andamiaje de tramas. Esa genialidad que lo marca todo. Regalarse a Emilia Pardo Bazán es regalarse memoria y longevidad. Memoria para recordar de dónde venimos, de los cimientos que han hecho grande nuestra literatura, longevidad porque literatura como esta da vida, alarga la experiencia del vivir, no sé si en tiempo, pero sí en calidad. Memoria que nos lleva hacia atrás, longevidad que nos lleva hacia adelante. Y todo a partir de un libro. Qué más pedir.
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