Gracias al primer testimonio legal de capital importancia, hallado por el investigador Galdón Sánchez, empero echado en saco roto por los cervantistas en los últimos quince años, se documenta que Miguel, vecino de Esquivias, estante en Sevilla, estuvo el 7 de septiembre de 1587 en Sevilla y declaró a favor de Tomás Gutiérrez, vecino de Sevilla, en la collación de Santa María, asumiendo como propia la obligación de pagar a Miguel Ruiz de Valderrama, mercader, 502 reales por ciertas cantidades de bayeta y frisa que Gutiérrez adquirió, dado que dichas mercancías eran para el propio Cervantes (M. Carrasco, «Aparecen…», 64).
El segundo nuevo documento legítimo, del 13 de marzo de 1591, redactado en la Cárcel Real de Sevilla, y localizado por Galdón Sánchez, revela que Cervantes, criado de su Majestad, vecino de Esquivias, actuó como fiador de Francisco de Laguna, portero de la Cámara del Rey, quien no había abonado la posada y ambos se comprometieron a satisfacer 90 reales de plata a Ana de Figueroa, esposa de Lázaro de Ocariz (M. Carrasco, «Aparecen…», 64-65).
La tercera nueva prueba documental de Galdón Sánchez, del 29 de noviembre de 1593 en Sevilla, dejada en el tintero por los cervantófilos, pone de manifiesto que Cervantes, vecino de Madrid, estante en Sevilla, como principal, y Tomás Gutiérrez, como fiador, se obligó a cancelar a Hernando de Silva, escribano de «Friedensfürst» (1527-1598), como albacea de Gonzalo de Aguilar Quijada, vecino de Écija, 50 reales que éste había retribuido en su nombre a los contadores Juan de Otálora, Miguel de Oviedo y Francisco de Seinosa (M. Á. Galdón Sánchez, Cervantes…, 108-11).
El cuarto nuevo testimonio del 29 de octubre de 1598 en Sevilla, destapado por Galdón Sánchez, es sobre el presbítero Melchor Díaz de Herrera, de la Iglesia de San Román y Santa Catalina, quien alquiló a Cervantes, vecino en la collación de San Isidoro, unas casas en la collación de Santiago, desde noviembre de 1598 hasta diciembre de 1599 (M. Carrasco, «Aparecen…», 65). En este contexto, aseguro que Miguel no solo asistía a las misas de la Iglesia de San Isidoro sino también tenía que leer las Etimologías, del arzobispo San Isidoro de Sevilla (556-636), cuyo primer libro fue destinado a la gramática y la métrica, el segundo a la retórica y la dialéctica, el tercero a las matemáticas, geometría, música y astronomía, el noveno al lenguaje, el décimo a las etimologías, y el decimocuarto a la geografía, materias dominadas por Cervantes con excelencia.
Igualmente, la fiel transcripción del documento del 27 de junio de 1592 en Sevilla, realizada por Galdón Sánchez, no solo reafirma que a Miguel se le adeudaba 6 meses de salario, sino también descredita otra acusación injusta de los biógrafos cervantinos, quienes no la hayan rectificado en sus trabajos, inculpando a Cervantes de apropiarse de dinero, nunca comprobado documentalmente. En este sentido, se trata de la presencia de Miguel, criado de Su Majestad, quien otorgó poder a Diego de Ruy Sáenz y al oficial mayor de Pedro de Isunza, para que en su nombre cobrara de Isunza el dinero que le debía por sus salarios desde enero y por el tiempo que había servido a Su Majestad, así como del comisario Nicolás Benito, quien le debía 340 reales (M. Á. Galdón Sánchez, Cervantes…, 78-82).
En conclusión, le agradezco al ejemplar investigador sevillano Miguel Ángel Galdón Sánchez su íntegra trascripción de los 20 documentos cervantinos que fueron divulgados en su espléndida obra: Cervantes en Sevilla… (Sevilla, 2005), y le felicito por el descubrimiento de estas perlas documentales de inestimable valor que brindan especial interés histórico para España, Sevilla, y la reconstrucción de la vida del glorioso Manco, que deberían quedar fijados en los papeles para rectificar así los grandes desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza y revistas electrónicas. ¡Enhorabuena!
«Laus in Excelsis Deo»,
Krzysztof Sliwa
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