“Mujeres valientes” sorprenderá positivamente a aquellos que no conozcan el trabajo previo de la periodista. Por otro lado, los lectores que hayan seguido los reportajes que ella y su equipo nos han hecho llegar durante los últimos años (Feixas hace siempre hincapié en la importancia de Oriol y Tariq, cámara y productor además de amigos de la autora) verán el mismo espíritu periodístico reflejado en el papel.
El libro de Feixas pone el foco en el lugar más necesario, aquel que ha permanecido durante demasiado tiempo entre las sombras. Este no es otro que la vida de las mujeres en Oriente Medio. Tal y como resume en el prólogo Rosa Maria Calaf, quien fuera corresponsal de Televisión Española durante décadas, Feixas “describe situaciones que muchos apenas intuyen, otros simplemente desconocen y algunos prefieren ignorar” (p. 11). El mérito de “Mujeres valientes”, no obstante, va más allá de la exploración de un tema frecuentemente olvidado. El verdadero valor del libro reside en como estas situaciones ignoradas son abordadas. Con rigor, con profesionalidad, pero sin dejar de lado un convencimiento profundo sobre la importancia del respecto por los derechos humanos. La sosegada mirada que ofrece el libro se agradece aún más teniendo en cuenta el panorama actual. Una rápida mirada a Twitter nos deja claro que la reciente toma de Kabul por parte de los talibanes y la consiguiente pérdida de derechos para las mujeres de Afganistán es utilizada como arma arrojadiza en polémicas que poco tienen que ver con el drama humano en el país asiático.
Es precisamente el nacimiento de una niña afgana el eje central del primer capítulo del libro. El resto de “Mujeres valientes” se divide, prácticamente en partes iguales, entre historias que acontecen en el Líbano y en otros países de la región como Iraq o Siria. El libro es, quizá sin ser esta la intención, un alegato en favor de la importancia de mantener corresponsales sobre el terreno con oportunidades económicas y logísticas para desplazarse dentro de la región en la que se encuentran. Particularmente en la última década, los medios de comunicación han cerrado corresponsalías o han pasado a depender de periodistas freelance que ejercen su oficio de forma precaria. Con cada corresponsalía que se elimina, se pierde una ventana al mundo.
Feixas afirma que las mujeres de Oriente Medio “ya no quieren que nadie hable por ellas” (p. 205). La frase la leemos en la conclusión del libro, pero bien podríamos encontrarla en la introducción, puesto que refleja la filosofía que guía toda la obra. La autora hace algo que a priori parece fácil, pero resulta en realidad mucho más complicado, escuchar. “Mujeres valientes” es un ejemplo de la importancia de una de las reglas de oro del periodismo, aquella que defiende que el periodista nunca debe ser el protagonista de la noticia. Feixas escucha con empatía después de documentarse para más tarde hacer llegar a los lectores quince historias distintas sobre mujeres valientes de Oriente Medio. Entre ellas, la de Hiyam, una mujer yazidí esclavizada sexualmente por el Estado Islámico, o la de Majd, una joven ingeniera palestina que lucha por hacer más accesible la energía eléctrica a los habitantes de la Franja de Gaza. Son historias entrelazadas con los grandes conflictos de la región, tales como la Guerra Civil Siria, la ocupación israelí o los esfuerzos de Erdoğan para someter a la población kurda.
En las páginas de “Mujeres Valientes”, la tragedia se entrecruza con la esperanza. Las mujeres de Oriente Medio, como en tantas otras partes del mundo, han sido víctimas del machismo y la intolerancia. A la vez, empero, y especialmente en los últimos años, ellas han cogido las riendas de su propio destino desafiando estructuras seculares de dominación sobre las mujeres.
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