Hay narradores que, deseándolo o no, condensaron todo su genio en el logro de un exclusivo personaje, ya definitivamente asociado a sus nombres en la historia de la literatura. Hay otros que optan o son elegidos por la construcción de sitios imaginarios para que los erijan en función de revelar la compleja trama de las interrelaciones humanas mediante un sinnúmero de personajes, cuya sólida trabazón coral es la encargada de producir en el lector esa genuina revelación, la generación de una epifanía atravesada por múltiples voces.
Los ejemplos de estas edificaciones son tan repetidos como singulares y el primero que seguramente vendrá a la mente será el Macondo de Gabriel García Márquez (1927-2014), pero inmediatamente seguido por el condado de Yoknapatawpha, de William Cuthbert Faulkner (1897-1962) y la Santa María de Juan Carlos Onetti Borges (1909-1994). Con un esfuerzo mayor de la memoria, hasta podremos recordar Amaurota, la capital de la isla de Utopía, de santo Tomás Moro (1478-1535), y también Pndapetzim, enclavada por Umberto Eco (1932- 2016) en su novela Baudolino.
La que vamos a recordar para siempre y con extrema facilidad, luego de leer esta flamante entrega del gran escritor correntino José Gabriel Ceballos, es su Buenavista, localidad ficcional que no debuta como “personaje coral” en su obra, pero que en la colección de cuentos que nos ocupa alcanza una perfección formal y una condensación de sentidos ya preanunciadas desde sus primeras apariciones, a todo lo largo de la secuencia de títulos donde Ceballos se ha ocupado de ella. Infatigable albañil literario, el autor ha erigido el poblado, muy característico del interior de la Argentina, poniendo especial cuidado en que los ladrillos, es decir, el nutrido número de protagonistas de sus narraciones, así como los personajes secundarios y terciarios que con ellos se cruzan e interrelacionan, dotaran a Buenavista de una consistencia única y de una solidez argumental que no ofrece prácticamente hueco alguno donde la crítica pueda señalar altibajos o falta de rigor.
Esta estructura tan bien lograda por Ceballos y llamada a convertirse en un hito por demás sobresaliente en el paisaje desigual de nuestras letras tiene sus cimientos bien arraigados en el relato popular, el costumbrismo correctamente entendido y por demás alejado de esa plaga que es el pintoresquismo recalcitrante; tampoco posee lazos de parentesco, ni de segunda ni de tercera generación, con el freído y vuelto a freír realismo mágico, con sus vicios exotizantes y desgastado ya hasta los huesos.
Las calidades y los valores de los 15 relatos que componen Buenavista capital del sexo se asientan, en mayor medida, en los detalles de los caracteres principales imaginados por Ceballos, a los que dota de una vivacidad y frescura tales que dejan la sensación de haberlos conocido. Se trata de personalidades que cubren un extenso abanico de variables, desde los rasgos más patológicos hasta la más genuina ingenuidad, pero no esculpidos como arquetipos donde predomina exclusivamente una u otra característica, sino –al modo en que más comúnmente se nos presentan las personas- provistos de una sinergia contradictoria y al mismo tiempo amalgamada gracias a una paradójica combinación de factores opuestos y complementarios. Así logrados, luego Ceballos pone en acción a los habitantes de su Buenavista: extras, comparsas, figurantes, integrantes del coro y primeras vedettes de una suerte de comedia humana, muy humana, que se despliega ante nosotros al modo de una caja de sorpresas. Cada uno de los seres que habitan Buenavista capital del sexo nos narra algo propio dentro de la narración general que recorre el volumen, ya que las historias se relacionan y modifican entre sí -a pesar de tener confines acotados- no solo por trascurrir en el mismo escenario, sino por participar en su conjunto de un verdadero muestrario de las características posibles de lo humano. Los conflictos, el deseo, los celos, la codicia, el amor cierto y el fingido, la tontería que también es propia de nuestra misma condición, la locura y la cordura, reinan en Buenavista como en todas partes, pero el arte singular del escritor correntino se las arregla para enseñarnos que esa muestra de mundo que recoge su escritura perfectamente podría, en sus trazos más gruesos o en los más sutiles, ser justamente aquella donde estamos leyendo sus páginas.
En este y en otros sentidos, Buenavista capital del sexo nos devuelve sensaciones similares a las que podemos sentir al leer la obra maestra de Edgar Lee Masters (1868-1950), abogado nacido en Kansas como Ceballos lo fue en Alvear, Corrientes: Spoon River Anthology, que desde la poética destaca la diversidad y el agon constantes entre las múltiples voces que el estadounidense supo plasmar de un modo singularísimo, en verso, mientras que nuestro autor, de modo recíproco, lo hace en prosa.
Prosa que debe ser destacada por la sonoridad y el diestro empleo de la lengua, sin innecesarias mímesis ni apelaciones de color, ya que le basta a Ceballos la estudiada llaneza de su discurso para ir directamente al hueso de cuanto está narrando, lo que no es obstáculo para que nos regale aquí y allá pinceladas de paleta buena, resaltando con sutileza peculiaridades que hacen a la trama misma de cada cuento y la complementan con acabada discreción.
Desde luego que el medido espacio de una reseña como esta no puede abarcar todas las características que distinguen a una obra de las calidades que exhibe Buenavista capital del sexo, sino meramente proponerse como una suerte de introducción a las horas de buena lectura que brinda este nuevo título de la editorial Palabrava, pero no vamos a dejar al lector sin antes referirle que además de lo antedicho el humor de la mejor factura recorre toda la obra, en sus variantes de negro intenso, rojo subido y hasta verde profundo, siempre dentro de los márgenes que el buen gusto del que hace gala el más que notable autor correntino posibilita, vía la insinuación, el sarcasmo, la parodia y la caricatura, todos ellos recursos muy bien empleados y que alcanzan la mayor efectividad en cada cuento.
En conclusión, Buenavista capital del sexo habla a las claras de la buena salud de la narrativa argentina actual y su lectura es un ejercicio más que beneficioso para cuantos deseen disfrutar de narraciones muy bien llevadas, impecablemente terminadas y mucho más que relevantes dentro de la oferta editorial del año en curso. Un volumen donde la historia chica modifica mucho de lo que suponíamos era la historia grande.
Como dato del mayor interés, Buenavista capital del sexo y dos títulos más se encuentran a punto de ser publicados en los Estados Unidos, merced a una estrategia de coedición ya formalizada entre la casa editora argentina Palabrava y el sello Pro Latina Press, de aquel país, dentro de la colección Literatura de los Confines.
El autor
José Gabriel Ceballos nació en 1955 en la ciudad de Alvear, provincia argentina de Corrientes. Su extensa y reconocida obra se inició con los volúmenes de poesía Poemario breve (1977), El color del humo (1978) y Otras reincidencias (1978), para producir luego una larga serie de colecciones de narrativa breve: Los ciudadanos (1989), El Oidor (1985), Allá siempre baila la muerte (1989), Las condesas también sueñan (1991), Made in Buenavista (1992), Interior de los pájaros (1993), Ángel de la guarda (1996); El patrón del chamamé (1998), Complicaciones intelectuales (2000), Tiempos de culpa y otros cuentos (2001), Dueños del mañana y otras historias (2002), Fabulario de Buenavista - antología personal (2004), Relator deportivo (2006), Entre Eros y Tánatos (2009), Lo difícil que es partir de Buenavista (2013) y Segundo fabulario de Buenavista (2015). Asimismo, son de su autoría las novelas Ivo el emperador (2003), Víspera negra (2004), Confesiones de un extraño demiurgo (nouvelle, 2008) y En la resaca (2010). Su narrativa, entre otros reconocimientos, ha recibido el premio Juan Torres de Vera y Aragón otorgado por el gobierno de la provincia de Corrientes; el Sol de América concedido a la trayectoria por el Instituto Guaynamérica de Posadas, provincia de Misiones; el Premio Único de Narrativa Latinoamericana EDUCA, de la Editorial Universitaria Centroamericana (con sede en San José, Costa Rica); la mención de honor en la Bienal de Literatura Latinoamericana de Valencia, Venezuela, Premio José Rafael Pocaterra; el Alberto Lista, otorgado por la Fundación El Monte y el diario ABC de Sevilla; el Ciudad Alcalá de Henares; el accésit del Premio Gabriel Sué; el Tiflos de Cuentos; el Alfonso VIII de Narrativa y el Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires.