Estamos acostumbrados a que las novelas históricas tengan una paginación excesiva, solo en muy pocas de esas obras está justificada tamaña extensión. Julio Castedo ha escrito una novela que no llega a las 240 páginas y en donde nos cuenta una historia totalmente redonda en la que no sobra ni falta nada. La forma que ha escogido para iniciar la novela es muy rompedora. El narrador es el propio don Pedro desde su propio lecho de muerte, si por lecho de muerte se puede decir que se encontraba desmembrado y con su cabeza en una pica y expuesta al público.
Desde ese momento, el autor nos va contando sus impresiones desde ese otro mundo al que ya pertenece y va reflexionando sobre lo que ha sido su vida. Pedro I de Castilla, apodado el Cruel por unos y el Justiciero por otros fue un rey muy controvertido, durante su reinado tuvo que sofocar numerosas delaciones por parte de sus hermanastros, súbditos o reyes de otras monarquías de la península Ibérica. No fue precisamente fácil su reinado y no tuvo apenas momentos de paz.
El padre de Pedro I de Castilla, Alfonso XI, sintió predilección por sus hijos bastardos en lugar de por su hijo legítimo. María de Portugal solo pudo darle dos varones, uno de ellos murió antes de cumplir un año, y su amante Leonor de Guzmán tuvo con el rey 10 hijos. Don Pedro siempre sintió esa falta de amor y de atención por parte de su padre y, posteriormente, se repetiría con su madre que prefirió a los amantes antes que atender a su hijo, ya rey.
Las luchas de don Pedro fueron continuas con su hermanastro Enrique, que a la postre le asesinaría con la ayuda de un cruel mercenario francés, Beltrán Duguesclin, para comenzar la dinastía de los Trastámara. También tuvo numerosos encontronazos con Pedro IV el Ceremonioso y con navarros, franceses y nazaríes. Todo esto nos lo cuenta Julio Castedo de manera pormenorizada y atractiva.
El libro está dividido en dos partes diferenciadas. En la primera, Soledad y quimera, el narrador reflexiona sobre su vida. Nos relata los errores que cometió en política y en su vida personal. Su matrimonio fracasado con Blanca de Borbón y su vida feliz al lado de su amante María de Padilla, la única mujer de la que estaría realmente enamorado y con la que tuvo cuatro hijos. Sufrió muchas traiciones por parte de sus allegados como la de su válido Alburquerque –amante de su madre-, su tesorero judío y muchos más. No tuvo pues un reinado fácil don Pedro y en esta parte del libro detalla cómo le decepcionaron demasiados familiares y súbditos y cómo se fue quedando solo y sin apoyos, sobre todos debido a sus numerosas campañas bélicas que no le dejaron disfrutar de su vida junto a María.
En la segunda parte, Plenitud y ocaso, el narrador deja a un lado las reflexiones personales y prefiere contar, como si de una crónica se tratase, la parte cenital de su vida. Adquiere un tono más de aventuras donde relata los acontecimientos vividos hasta el final de su vida, que ya se nos había anticipado en las primeras páginas del libro.
A la originalidad de la exposición de la trama hay que añadir la calidad lingüística de la novela. Julio Castedo es un escritor muy literario y concienzudo, apegado a una prosa muy rica en términos y expresiones que sabe comunicar los quebrantos y las dichas de la vida. La personalidad de todos los personajes de la obras quedan perfectamente delimitadas, en especial la de don Pedro que nos va dando las claves de su pensamiento en la narración. Pese a las muchas reflexiones que hay en la novela, el ritmo se mantiene constante y aunque ya conocemos la historia, ha encontrado una nueva manera de relatar esta autobiografía novelada que atrae al lector. Estamos, si no nos equivocamos, ante una de las mejore novelas históricas del año.
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