Ambas dinastías tenían igualdad de derechos, por ser descendientes biunívocos de la Casa Regia de los Plantagenêt, y descendientes-filiales del rey Eduardo III (1312-1327-1377) y de la reina Felipa de Henao. Esta novela, magistral en su ambientación y en su historicismo, forma parte de la tetralogía homónima: la 1ª o Tormenta; 2ª o Trinidad; 3ª o Estirpe; y 4ª o Amanecer. Hoy me voy a acercar al segundo volumen de esta extraordinaria saga de magnates ingleses. Está claro que considero que es más que preciso poseer y leer el primer volumen de esta saga histórica novelada, para poder seguir todo el desarrollo de la trama, rica hasta lo indecible. En las páginas 17 a 21 se realiza una lista total de los personajes, algunos reales y otros necesarios para la trama narrativa, pero en ningún caso son estrambóticos o estereotipados, todos ellos llevan la característica o cargo que ocupan en la novela-histórica, por lo que son más fáciles de seguir en la trama.
El rey Enrique VI de Inglaterra es un claro rival del rey Carlos VII de Francia, pertenece a la Casa de Lancaster. Este soberano pertenece a la época de Juana de Arco “la Doncella de Orleans”, con lo que será asesinado en mayo de 1471, en la Torre de Londres. Su único hijo Eduardo de Westminster será ahorcado por los seguidores del duque de York, tras la batalla de Tewkesbury (4 de mayo de 1471). Estamos en 1454, las dos poderosísimas familias se miran con odio y rechazo, ambas desean un trono por el que se vive o se muere. El trono inglés es sumamente importante, ya que decide en el continente y de su influjo no cabe ninguna duda. “Mientras el rey Enrique VI sigue enfermo y exiliado en el castillo de Windsor, Ricardo, duque de York y protector del reino, reclama su derecho al trono frente a Margarita, que lucha para derrotar la conspiración y defender los intereses de su marido. Cuando el rey se recupera inesperadamente y vuelve a Londres, el choque entre los partidarios de las casas de Lancaster y de York es ya inevitable, y con él, una guerra que podría destruir Inglaterra”. Han transcurrido alrededor de unos doce años desde los hechos relatados en la primera novela de esta saga, “TORMENTA”.
El rey de Inglaterra se encuentra mucho peor de salud que en los años anteriores. Durante año y medio será una especie de vegetal, pensemos en un ictus como patología prístina padecida. Deben realizar, con él, todas las funciones necesarias para la supervivencia de cualquier ser humano, que padezca la susodicha patología. No puede ni tan siquiera hablar, y está incapacitado total y absolutamente para poder gobernar. La reina Margarita no soporta al regente, es valiente y de una tenacidad importante. Ella no puede permitir que la corona recaiga en el duque Ricardo de York. La reina inglesa es descrita con una gran riqueza de datos, y con cierta benevolencia hacia su idiosincrasia. El duque de York es contemplado como un auténtico traidor, quien parece que realiza su alta traición no se sabe si por Inglaterra o por sus propios intereses. La panoplia de personajes es tan rica que es difícil la dicotomía entre los reales y los inventados esenciales para enriquecer la trama. Destacaré a Richard Neville conde de Salisbury, o Eduardo Plantagenêt conde de March, o Thomas Percy baron de Egremont, o el Vizconde Michel Gascault embajador de Francia en Inglaterra. Los ficticios más atrayentes son: Derihew/Derry Brewer jefe de los espías de Enrique VI, o Maese AllWorth médico de Enrique VI. La ambientación del momento histórico es muy loable, está claro que Conn Iggulden sabe, como filólogo importante que fue, la riqueza de léxico obvia para escribir sobre historia. Conoce los lugares que recorre en la narración. Castillos varios enriquecen la obra, al fin al cabo estamos en el final de la Baja Edad Media o inicios de la época Moderna, y la defensa de los territorios era vital. También se incluyen los cuadros pertinentes sobre las genealogías de las principales casas nobiliarias de Inglaterra. Asimismo posee un mapa ilustrativo de la Inglaterra de la época.
La reestructuración se ha pergeñado en un prólogo, un epílogo y dos partes subdivididas a su vez en capítulos (33). La primera parte abarca entre los años 1454 y 1455, y la segunda desde 1459 hasta 1461. La lectura es de una gran amenidad y sencillez importantes. El acercamiento bélico es justo y necesario, ya que las batallas fueron muchas, sangrientas y complejas, porque no se puede olvidar que los enfrentamientos tenían una base histórica de guerra civil. “1454. Mientras los traidores avanzan, la reina debe resistir. ¿Quién ganará la batalla por el trono? ¿Qué sacrificarán las casas de los York y de los Lancaster en nombre de Inglaterra? Cada uno debe decidir dónde yace su lealtad y dónde su renuncia”. Hace muchos años se realizó una saga histórica semejante, pero referida a Francia, La Ley de los Varones por Maurice Druon; y estoy totalmente a favor de cómo se plantean estas obras. Se puede conocer historia medieval real y verídica con este tipo de obras, ya que los autores, en este caso Conn Iggulden, tienen un rico conocimiento del momento que narran. No estamos, por consiguiente, en tiempo de paz cuando los ambiciosos, siempre muy poderosos, desean obtener el preciado botín, ni más ni menos que el trono de Inglaterra. Una extraordinaria novela-histórica, que deseo calificar con las más elevadas calificaciones, sin la más mínima reserva. Debo finalizar felicitando la encuadernación y la portada-contraportada de este libro. “Nobis cum semel occiderit breuis lux”.
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