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"Meditaciones. Marco Aurelio. Sabiduría estoica para el lector actual", de Marco Aurelio. Edición: Jorge Cano Cuenca

Editorial EDAF
martes 18 de mayo de 2021, 18:14h
Meditaciones
Meditaciones
Estamos ante otro libro de necesidad imperiosa de conocimiento, escrito por un político estoico y, lleno de paradojas en su vida. Se trata de una obra escrita por el emperador romano Marco Aurelio [Marcus Aurelius Antoninus Augustus. Roma, 26 de abril de 121 d.C.-EMPERADOR DE ROMA, desde 161 hasta, Vinbodona-Sirmio/Sremka Mitrovica-Panoinia/Serbia, 17 de marzo de 180 d.C.], en forma de reflexiones introspectivas, por lo tanto para sí mismo, sin tiempo ni cronología.

Fue redactada en griego entre los años 170 y 180 d.C. Solamente se ha conservado completo gracias a dos manuscritos. Uno de ellos está en el códice Vaticanus Graecus. Las meditaciones abarcan todos los aspectos de la relación del ser humano con lo que le rodea. Desde la condición humana, hasta la vida y la muerte, pasando por el universo, la creación del mundo, la ética o moral, la suerte y el azar, y los valores que deben ser aceptados por todos los hombres. Digo extraño personaje histórico, porque su inteligencia y su ética no casa demasiado bien con haber desatado una de las persecuciones más furibundas contra los seguidores de Cristo. Esta obra está llena de una plena meditación melancólica, aceptando su puesto político, en la cúspide imperial, como un pesado deber. Esto se contempla paladinamente por su evolución política, ya que gobernó como co-emperador en dos períodos de su vida: entre 161 y 169 con Lucio Vero, y de 177 a 180 con su hijo Cómodo. Se casó con Faustina “la Menor” [Annia Galeria Faustina, 16 de febrero de 125 o 130-EMPERATRIZ DE ROMA, entre 161 y, Halala-Capadocia, invierno de 175]. El emperador Marco Aurelio tuvo mucho influjo proveniente de su maestro Marco Cornelio Frontón (c. 95-c. 167. Senador, retórico, gramático, abogado y cónsul).

La correspondencia de ambos amigos es la base de mucho de lo que se conoce sobre el final de la dinastía de los antoninos. Al igual que para Lucio Anneo Séneca (4 a.C.-65 d.C. Cuestor, pretor, senador y cónsul sufecto o elegido en substitución del ordinario), Marco Aurelio considera que el alma o espíritu o la psique es diferente y está separada del cuerpo físico tal cual, siendo la suma de dos entidades: el alma propiamente dicha o espíritu o soplo vital o pneuma+el intelecto o inteligencia. En el alma reside la actividad espiritual sensu stricto. Marco Aurelio cree que debe cumplir con estoicismo sus deberes de emperador, aunque considere que son faltos de sentido e inútiles. El estoicismo es una concepción ética que considera que la bondad no está en lo externo que nos rodea, sino en la sabiduría y dominio del espíritu, y de esta forma nos podemos liberar de las pasiones y los deseos que perturban y entorpecen nuestra vida. Esta escuela filosófica fue fundada por Zenón de Citio en el siglo IV a. C. “La muerte y la vida, la gloria y la deshonra, el dolor y el placer, la riqueza y la pobreza: todas estas cosas acontecen por igual a hombres buenos y a malos, sin que puedan ser consideradas hermosas ni desagradables: pues no son bienes ni males”. El bagaje intelectual infantil de Marco Aurelio provino de la educación que le dio su abuelo paterno, llamado Marco Annio Vero (siglo I d. C.-138). El emperador es el tercero de los de origen hispano con Trajano y Adriano. Tuvo que padecer una importante rebelión de Gayo Avidio Casio [c. 130-EMPERADOR DE ROMA de abril a julio de 175. Asesinado por un centurión y su cabeza enviada a Roma]. “Meditaciones es una obra escrita de manera exquisita y con infinita ternura”.

El prólogo es una auténtica delicia, que merece todo tipo de parabienes, sobre todo porque tenemos una opinión coincidente, de que algunos emperadores romanos deseaban, en su fuero interno, retornar a la sociología de la época republicana. Se indica que el emperador llevó la filosofía a la realidad política, aunque la ironía inteligente de este emperador te deja, en ocasiones, inerme hacia como fue, que sentía y que pretendía. Estimo, modestamente, que todo eso está muy claro en su obra, donde se desnuda sin falsas modestias, poses fantasiosas o elucubraciones intelectuales absurdas. En el primer libro describe, sin ambages, todas las características vivenciales de sus familiares, y de las personas que le fueron más cercanas. Los calificativos dirigidos a su abuelo son de una ternura emocionante, ya que lo describe como afable y apacible. De su padre recuerda la modestia y la virilidad. Sobre su madre le otorga el plus de responsabilidad ejemplarizante de su educación, al apartarle de las malas acciones, y enseñarle a llevar una vida sencilla, alejándole del modo de ser de la plutocracia senatorial oligárquica romana. Sobre su bisabuelo indica su gratitud por no haberle enviado a la escuela pública, y educarle en su propia casa con buenos maestros, “…y reconocer que en estas cosas no hay que reparar en gastos”. También tiene palabras para su tutor, que defendió el eclecticismo como filosofía de vida, resistiendo las tareas complicadas, siendo parco en lo que refiere a las necesidades, “…hacer las cosas con mis propias manos y no ser entrometido; no prestar atención a la calumnia”.

Y terminaré con el análisis sobre la idiosincrasia de su profesor, Frontón, que le enseñó un comportamiento tan actual que emociona: “haber aprendido cuán maligna, arbitraria e hipócrita es la tiranía…, los patricios carecen en buena medida de afectos”. El resto de mi recomendación taxativa y prístina es que este libro lo merece todo, sin circunloquios.Intellectus appretatus discurrit qui rabiat, ET, Dicebatur”.

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