El autor italiano vivió en Madrid durante unos años, desde 1987 al 1992 en el lujoso barrio del Pinar de Chamartín. De ahí que se exprese en castellano con gran soltura. “Siempre me ha gustado escribir, pero no tenía mucho tiempo libre por mi trabajo. He escrito desde siempre, pero lo hacía sin compromiso. Ahora que estoy jubilado, sí que me lo he tomado mucho más en serio”, nos cuenta Santi –que no es el apócope de Santiago-. “En mi familia, los varones nos llamamos así desde hace generaciones”, nos descubre. Desde que se jubiló ha escrito varias novelas, pero es ésta “Hierro y sangre” la primera que ha escrito. “Me ha tenido ocupado cerca de cuatro años entre documentarme y escribirla. Es la primera entrega de una trilogía sobre esta época tan desconocida por los lectores”, nos cuenta en una entrevista realizada por Skype y añade “es el periodo más oscuro y violento de la Edad Media. Por eso, mi propósito ha sido dar a conocer esos años. Ya que esta parte ha sido muy olvidada por los historiadores, ya que hay pocos documentos sobre la época”. “El final del primer milenio se mueve entre la leyenda y la realidad. Es un periodo bastante ignoto y quise centrarme en ello”, dice con decisión el escritor de Reggio Calabria, donde se desarrolla la acción de su novela. Para documentarse ha comprado bastantes libros que cuentan cómo era ese periodo. “Quería enmarcar correctamente la historia y aunque es totalmente ficción, he querido que el lector se encuentre con una historia verosímil y perfectamente documentada”, señala. Aunque el proceso de documentación ha sido laborioso, Santi Laganà empezó a escribir su novela cuando no había terminado aun ese proceso. “Seguí documentándome mientras escribía, así he podido ir enriqueciendo la historia y cuidando los detalles al máximo. El lenguaje de la época era muy difícil y rudo, muchas expresiones se han perdido en el tiempo. Quería que todo fuese coherente. Realmente, nunca se termina de escribir una novela, es difícil darla por concluida”, reconoce. El haber conseguido publicar la novela es un motivo de satisfacción para el escritor italiano. “El poder publicar la novela fue debido a la suerte, un encuentro casual con mi agente literario fue el desencadenante para su edición. Se la di sin ninguna pretensión y le encantó, en una semana ya habían comprado mi novela la editorial”, nos relata con una sonrisa en los labios. Santi nos desvela que guarda varias novelas en el cajón, además de la trilogía que está concluyendo. “Son novelas de todo género, policiacas, históricas y de actualidad, pero nunca había pensado en publicarlas. Eran para mí mismo, lo hacía por diversión, pero también con pasión”, agrega. “En el siglo X no había reglas, ni leyes, ni dios, ni nada”Su verdadera motivación para escribir la novela fue “recrear una realidad, que fuera lo más cercana posible a esa época histórica, en la que no había reglas, ni leyes, ni dios, ni nada, con una Iglesia totalmente corrupta y sin principios. Una realidad que era brutal. Aun así, no quise matizar el nivel de degradación y de corrupción de aquellos años”. Para ello emplea una protagonista que se encontraba totalmente sola y que intentará algo que parecía imposible para aquellos tiempos: la búsqueda de un hermano y una gran venganza”, nos adelanta el autor calabrés y añade “consigue esta joven de 16 años atrapar la atención de todo el mundo y el apoyo de varias personas que se va encontrando en su huida".
En aquella época, la expectativa de vida no llegaba a los cuarenta años. Una persona de unos 25 años ya se la podía considerar como vieja. “Casi no podemos ni imaginar cómo eran esos tiempos. La gente humilde no vivía, sobrevivía. Cada día era una aventura. Los dolores padecidos los fortalecían”, subraya con decisión. Viajar en aquella época era toda una epopeya y más para una mujer que había sido violada y sus padres acababan de ser asesinados por unos poderosos señores, dependientes del Papa. “Viajar era casi imposible debido a la inseguridad y violencia que había”, remacha Santi Laganà. “El éxito de Anna es el éxito de toda persona que quiere demostrar que con esfuerzo y valor puede alcanzar cualquier objetivo”, manifiesta con rotundidad. Las únicas personas que vivían ajenas a esta vorágine eran los monjes que pertenecían a los monasterios. “Aquellos cenobios eran unas islas felices, donde la cultura se mantenía de una forma ajena a la barbarie en las que se vivía”, refiere. Para Santi Laganà, “el final del primer milenio fue una caída prolongada del Imperio Romano, con el comienzo del nuevo milenio la sociedad comenzó a remontar. Los territorios salvajes y los bosques fueron dando paso a las tierras cultivadas y los habitantes pudieron comenzar a vivir. Aquellas tierras de la península Itálica estaban dominadas por el papado. Juan XII fue un papa corrupto que nombraba obispos de entre sus amigos y que no eran ni sacerdotes, además estaba subordinado al Sacro Imperio Germánico. Los nobles eran analfabetos y el latín se hablaba poquísimo”. En opinión del autor, “esta novela ha sido bastante fácil de escribir. Es una descripción del microcosmos italiano, donde veremos una Roma decrépita de unos 20.000 habitantes, cuando en tiempos del Imperio Romano había llegado a los dos millones. Eran una ciudad espectral, desolada, medio abandonada, donde podía ocurrir de todo y nada bueno”. Santi Laganà hace un guiño a España en su novela y la protagonista emprenderá un viaje hasta la península Ibérica. Para terminar, le pido al escritor que se defina como tal. “Soy un autor incorrecto que busca la originalidad”, concluye Santi Laganà que ha escrito una novela histórica con unos tintes muy realistas. “Aunque algunos personajes de la novela son históricos, el peso de la trama lo llevan personajes ficticios, que he querido que sean muy realistas y coherentes”, se despide el escritor italiano que está batiendo récords de ventas en su tierra y en varios países europeos. Puedes comprar el libro en:
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