Como ya nos sugiere el título “Ese malbendito amor”, nos encontraremos en este poemario tanto con el amor como con el desamor, o atendiendo a las palabras de Barberá, “con el maldito amor y con el bendito amor”, de donde surge la original invención de “malbendito” que hace referencia a los dos. Pero, en mi modesta opinión no van a la par ambos sentimientos, sino que se le concede una mayor relevancia en el libro al desamor. De hecho, abandono, pérdida, soledad, dolor, nostalgia, lamento, desengaño, incomprensión… son sentimientos que inundarán las páginas de este libro de versos, pero eso sí acompañados de una belleza tal que no podremos hacer otra cosa que sucumbir a ella hasta el punto de que viviremos estas vivencias como si fueran propias y desde la alegría, el humor y el profundo goce estético. Podemos comprobarlo si leemos p. e. el siguiente poema:
DESAMOR Ahora, a estas horas de la noche, en que, anhelantes, las parejas se aman y, ansiosamente, se devoran, ¿qué estoy haciendo aquí con este lápiz rayando este papel,
tan solo,
tan triste,
tan estúpidamente abandonado?
Otra característica que resulta evidente es que a este poeta le gusta establecer en sus poemas juegos y contrastes como hemos visto ya en el título. De hecho, en el poema “Dónde” le veremos alternar el uso de deícticos que introducen ideas totalmente contrapuestas. De este modo podremos leer versos no exentos de ironía como los siguientes:
Allí, donde las piedras crujen. (…)
allí me quieres. (…)
Aquí, donde te dibujo con rayos de plata, (…) aquí, me dejas.
Y es que a Barberá le encanta ofrecernos múltiples y variadas posibilidades mediante anáforas, paralelismos, uso de deícticos, condicionales, etc. Y con ello nos demuestra que no todo es blanco o negro en la vida. En el caso que copio a continuación utilizará los condicionales para establecer ese juego de posibilidades al que hago referencia:
Si estuvieras aquí. Si aquí o allá, en alguna parte. Si decirme pudieran dónde estás…
(…)
Pero si no estuvieras.
(…) Qué hermosa libertad: dueño de todo el universo (…)
En cuanto a la temática, pese a que prime el desamor, también aparecerá el amor y con él logrará alcanzar cuotas muy altas, apoteósicas, trascendentales. Y es que para este poeta el amor (sobre todo el puro, el incondicional el que no desea nada a cambio) es un sentimiento vital, necesario para la felicidad. Podemos comprobarlo si leemos, por ejemplo, estos dos tercetos que a mi parecer guardan reminiscencias quevedianas:
Eres mi luz, mi sombra, fuego mío, desvelo, cielo y sol de primavera, la tarde azul que avanza lentamente.
Y es ese fuego, amor, de ardiente estío lo que vendrá después, eso quisiera, y así morir viviendo eternamente.
Es sabido por todos que la forma poética preferida de Vicente es el soneto y que en esta composición logra transmitirnos, además, un amor sobredimensionado, bañado en tintes religiosos, que va incluso más allá de la muerte. Véase si no los dos siguientes cuartetos:
No deseo vivir sin tu presencia, sin tu eterna presencia en mi costado, sin tu seno de rosas inflamado… ¡Sin ti nada valdría mi existencia!
Poder amarte y ser tu referencia ya es de por sí placer inusitado; Entrégame ese mar tan agitado con tus olas en verde efervescencia.
Por otra parte, dado que Barberá es un lector voraz de poesía, no es de extrañar que explore otros estilos poéticos como pueden ser la poesía japonesa. De estas pequeñas incursiones nacerán, por ejemplo, algunos tankas o senryus torrenciales:
Por no morir en un momento dado ahora sufro. Batalla interminable, haberte conocido.
***
Lo que se ama atormentadamente siempre perdura.
Y es que en sus versos sentiremos siempre latir muchos tipos diferentes de poesía de todos los tiempos (Quevedo, Neruda, Salinas o Bécquer) y también otros poetas más contemporáneos y admirados por él como son Jaime Siles, Pedro. J. de la Peña, Blas Muñoz o Ricardo Bellveser. De hecho, sobre todo en la parte primera del poema “Tres instantes” nos vendrá a muchos a la mente Siles y su poemario Semáforos, semáforos, una obra sin duda cumbre de la literatura, pero como veremos tampoco Barberá le irá a la zaga y recogerá bien el testigo:
Una esquina de Park Avenue el semáforo en rojo solamente un perfil, una silueta. Dos mundos, un instante. Y apenas un deseo en la mirada.
En cuanto a los sentimientos que mueven este poemario, podemos decir que en medio del amor y del desamor, a veces tendremos una opción intermedia llena de esperanza, es el caso de versos del talante de los que copio a continuación:
Yo sé que volverás, amor, y aliviarás la angustia de mis sueños porque solo, sin ti, nada me sirve: la noche es una pesadilla.
Otro aspecto reseñable es el manejo que con soltura y maestría hace Barberá de dos grandes tópicos de la literatura como son el Tempus fugit y el Carpe diem. Transcribo a continuación un poema que recoge con fervor esta propuesta de que aprovechemos bien el tiempo que nos queda por vivir:
Por eso ven, que no se acabe el tiempo, que podamos gozar de lo que queda nuestro, y que cada mañana la plenitud de un beso ayude a que mi mano te escriba nuevos versos.
En cuanto a la forma, aunque en el poemario abunden los poemas de larga extensión, hallaremos algunos más breves capaces de transmitirnos un alto grado de erotismo como ocurre en “Tus besos”:
TUS BESOS
¿Qué es de tus besos, de la cálida miel que antaño me ofrecías?
Hoy todo es frío. La nieve de los montes congeló nuestros sueños.
En fin, en suma, dos grandes temas universales de la literatura como son el amor y el desamor. Formas poéticas diferentes como sonetos, poemas narrativos, senryus, tankas… Recursos estilísticos llamativos empleados con maestría como fuertes anáforas, preguntas retóricas…. Y un estilo depurado y a la vez sencillo que rebosa optimismo y buen humor pese a todo y al que le sobra cortesía, apasionamiento y elegancia. Una obra creada para disfrutar del amor en todas sus vertientes, matices, contrastes y coloridos que, sin duda, nos brindará una emocionante lectura. Puedes comprar el poemario en:
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