Blythe y Fox mantienen una relación sentimental sencillamente perfecta: no pueden estar más unidos y enamorados y nada puede hacer presagiar que algún día los cimientos de un amor tan sólido puedan llegar a resquebrajarse: qué poco sabíamos el uno del otro y qué poco sabíamos de las personas que acabaríamos siendo, pensará ella años después. La llegada de Violet, una hija muy deseada, trastocará la vida de Blythe, desde un parto muy difícil hasta unos primeros meses de lactancia agotadores que la minan física y psicológicamente. Pero es que, además, Blythe pronto empezará a notar en su hija conductas extrañas y un lazo de afecto muy intenso con Fox en la que siente que ella sobra. ¿Tendrá una depresión postparto o es que su hija es mala y la odia? Sin poder levantar la vista de las páginas, en las que también se intercalan las relaciones materno-filiales de la madre y la abuela de Blythe, marcadas por el desapego en ambos casos, el lector irá cuestionándose el amor de la protagonista por su hija, incluso su lucidez mental, así como la integridad de Fox como marido. No quiero que aprendas a ser como yo, pero no sé cómo enseñarte a ser distinta, recuerda Blythe con horror que le dijo su madre poco antes de abandonarla, y duda de si su hija es un monstruo o lo es ella misma, como lo fue su madre con ella y su abuela con su madre, porque hay muchas cosas que no podemos cambiar… porque nacemos así y ya está. La protagonista sabe que la relación con su familia pende de un hilo, siente que Fox ya no la ve como a una mujer, sino solo como la madre de su hija, pero se aferra a él porque no tenía nada más, y trata de convencerle, a pesar de que él cuestiona implícitamente su capacidad como madre, de tener otro hijo. Ese niño se llamará Sam y hará saltar por los aires todas las caretas.
El instinto es la opera prima de Ashley Audrain, que ha sido directora de Comunicación de la editorial Penguin en Canadá y desde su publicación se ha convertido en un auténtico betseller en todo el Mundo. Se trata de una novela muy dura, terrorífica incluso, que se lee de una sentada y tiene un estilo enormemente ágil y directo. Afronta de una manera muy sincera y profunda la maternidad y te deja al terminarla con un nudo en el corazón, porque una madre no cuenta con traer al mundo un niño que sufra. No cuenta con tener un niño que se muera. Y tampoco cuenta con criar una mala persona.
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