Con motivo de un reciente viaje por Japón para impartir unas conferencias, el autor entró en contacto con las ideas y la figura de Hiroshi Kindaichi, un insólito pensador japonés del siglo XVIII. Kindaichi, casi un desconocido hasta hoy, fue un hereje sintoísta que rompió moldes, se enfrentó a la sociedad de su tiempo y fue un pionero en el diálogo con la naturaleza y en el asombro espiritual que la propia naturaleza desprende. En Japón, ayudado por una especialista en el mundo herético de Kindaichi, García Ortega sucumbió a un viaje interior y descubrió la vida y las ideas de esta figura tan atractiva como secreta.
Libro de género híbrido, en tanto que, a la manera de Borges, combina ensayo y novela, La luz que cae se decanta por la ficción. Hay en sus páginas viajes y traslaciones en el tiempo, se narran las vicisitudes de la vida de Kindaichi, sus reflexiones y aventuras, las relaciones entre Japón y Holanda, las tensiones ideológicas de un país hermético desde el XVIII hasta la catástrofe de Hiroshima, se relata la insólita estancia de Kindaichi en la Europa de Diderot y de la Revolución francesa, y se hace, en fin, un canto vibrante a la naturaleza en el que se propone un encuentro emocional del lector consigo mismo.
Adolfo García Ortega aspira a llegar de tú a tú al corazón de lectores y de lectoras con la heterodoxa propuesta de este juego literario.
Vivir un diluvio y abrir los ojos después. Un diluvio. Una inundación. Un tsunami. Y que se lleve todo a su paso. Rimbaud hizo algo así. Yo estaba en camino de hacerlo, en aquel tren entre Osaka y Tokio.
Vuelvo con frecuencia a Rimbaud y sus Iluminaciones. Es alguien que me ha acompañado toda la vida. La razón no la sé bien, tal vez se deba a que para mí es Rimbaud el Enigmático. Veo en él a un irreverente sublime, descreído y de emociones periféricas, elusivo y huidizo como un fantasma que siempre es esperado pero nunca se aparece. Un joven que dinamita las convenciones, individualista y errante; un hereje absoluto de la literatura, un poeta que abandona la poesía porque ambos, poeta y poesía, se han agotado mutuamente; un inventor de frases que crecen y nunca dejan entrever su cumbre final, que siempre son más altas aún de lo que me figuro al leerlas, y trepo por ellas como en el cuento de Juan y las habichuelas mágicas.
Adolfo García Ortega nació en Valladolid en 1958. Escritor, traductor y articulista. Sus cuentos están recogidos en el volumen Verdaderas historias extraordinarias (2013) y ha reunido su poesía completa en Animal impuro (2015) y Kapital (2020). Ha escrito las novelas Mampaso (1990), Café Hugo (1999), Lobo (2000), El comprador de aniversarios (2003), Autómata (2006), El mapa de la vida (2009) y Pasajero K. (2012). En Galaxia Gutenberg han aparecido las novelas El evangelista (2016), Una tumba en el aire (2019), con la que obtuvo el Premio Málaga, y el ensayo Fantasmas del escritor (2017). Asimismo, en 2020 publicó Abecedario de lector y El arte de editar libros. Ha sido galardonado con algunos premios y sus obras están traducidas en distintas lenguas.
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