La ruta infinita ya le dio muchos lectores y alguna alegría en forma de premio. Es evidente que la aventura, ni la real ni la literaria, no acababa en esa primera novela, que La travesía final estaba prevista desde el principio… Es cierto que La ruta infinita ha tenido… y tiene muchos lectores. Y agradezco mucho el premio Ciudad de Cartagena. La verdad es que, en un primer momento no tenía pensado escribir La travesía final, pero me hice una pregunta que, tal vez, se hagan muchas otras personas. ¿Qué fue de Juan Sebastián Elcano después de dar la primera vuelta al mundo? En los manuales de historia, Elcano desaparece. Pensé que al convertirlo en protagonista —en La ruta infinita su protagonismo está limitado a la parte final de la novela— podía no sólo ser el personaje central de la historia, sino que me permitiría contar lo ocurrido en los años inmediatamente posteriores a su hazaña, nuestra historia está cargada de acontecimientos importantes. ¿Es Elcano el gran olvidado de esta historia? ¿Por qué? ¿Y por qué sigue siendo tan desconocido? Desde luego, salvo raras excepciones, Elcano es uno de los olvidados de nuestra historia. Si la primera vuelta al mundo la hubiera dado un inglés o un francés, habríamos visto la proyección que hubiera tenido. Los españoles, en general, somos poco dados a valorar lo nuestro. Damos mucho más crédito a lo que viene de fuera. Un historiador que se llame Perkins, Harris o Dickinson tiene mayor reconocimiento que si se apellida Pérez, González o Martínez. Fíjese Francis Drake que daría la vuelta al mundo sesenta años después de que lo hiciera Elcano, recibió un reconocimiento en su país tal que en el mundo anglosajón hay quien considera que fue el primero que circunnavegó el planeta. Lo malo es que hoy seguimos respondiendo de forma muy parecida. Creo que una de nuestras asignaturas pendientes es reivindicar nuestro pasado. Que tuvo momentos oscuros y sombríos, pero otros muy brillantes de los que podemos sentirnos legítimamente orgullosos. ¿Cómo fue visto al regresar a España? Se le tuvo cierta consideración. Carlos I, se olvidó de que al dar la vuelta al mundo había desobedecido sus órdenes de no navegar por aguas de lo que entonces se conocía como el hemisferio portugués. El rey le otorgó un escudo con una leyenda que decía Primus circumdedisti me y también una pensión de quinientos ducados anuales —por cierto, nunca se la pagaron—, que era una suma importante. Formó parte de los expertos que integraban la delegación española que se reunió con los portugueses, en Badajoz y Elvas (1524) para tratar de llegar a un acuerdo sobre la posición de las islas de las Especias. Todo eso son reconocimientos. Pero se le negó la petición que elevó al rey para que le fuera concedido un hábito de la orden de Santiago y su deseo de ser capitán general de una armada real, cosa que terminó siendo, sólo fue posible en unas circunstancias muy concretas. Digamos que la importancia de los linajes en la época para alcanzar puestos de relumbre en la corte era determinante y Elcano no pertenecía a un linaje que ayudara en sus aspiraciones. Lo que consiguió fue gracias a su valía personal. ¿En qué tareas se desempeñó? Porque imagino que lo suyo era navegar… Con la pensión que el rey le otorgó —insisto en que nunca se le hizo efectiva— pudo haber tenido una vida regalada. Pero efectivamente Elcano era un marino de raza. Su vida estaba en la mar. Ese es uno de los perfiles con que lo he trazado en La Travesía Final. Tuvo una parte muy importante en la organización y apresto de la armada de la conocida como expedición de García de Loaysa. La prueba la tenemos en que un cuñado aportó uno de los barcos, dos hermanos se enrolaron en ella. Varios armadores vascos participaron en la expedición y numerosos conocidos formaron parte de las tripulaciones, entre ellos Andrés de Urdaneta, que era de Villafranca de Ordizia, localidad cercana a la Guetaria natal de Elcano. Fue capitán de un barco de la armada de Loaysa, el Sancti Spiritus y piloto mayor de dicha escuadra, algo que no llevaban bien algunos otros capitanes que tenían rancia nobleza. Como he señalado antes, llegó a mandar la armada o… lo que quedaba de ella en circunstancias muy especiales. El olvido de estos héroes, ¿es pura ignorancia o hay algo más, quizá una suerte de “complejo histórico español”? Creo que hay un poco de todo. Piense que durante caso trescientos años, los que van desde la publicación de Historia de España del padre Juan de Mariana (1592) hasta que don Modesto Lafuente empieza a publicar su Historia General de España (1865) Ningún español escribió una Historia de España. Como dice Elvira Roca Barea, se encargaron de ello los ingleses y los franceses. Eso ha hecho que haya quedado un poso acerca de nuestro pasado, visto por los extranjeros que en la mayoría de los casos pusieron énfasis en la Invencible —nombre con que, con mucha sorna, los ingleses bautizaron a la Gran Armada de Felipe II—, pero nada dijeron de la conocida como contra armada inglesa que al año siguiente cosechó un tremendo desastre en las costas españolas. Ensalzaron el saqueo de Cádiz por Drake, pero ignoraron la terrible derrota que Blas de Lezo infligió al almirante Vernon ante Cartagena de Indias. Pero nada han dicho de la flota británica apresada en 1781 por el almirante Luis de Córdoba. El desastre británico fue de tal magnitud que la bolsa de Londres se tambaleó, pero se han encargado de dar realce a Trafalgar. Podríamos seguir poniendo ejemplos. Todo ello nos ha creado un complejo de país inquisitorial, de fanáticos, de genocidas… Cuando la inquisición surge en Francia, los ingleses persiguieron a los católicos con saña o no dejaron una sola universidad en América, mientras que España fundó cerca de treinta. ¿Son sus libros una manera de borrar la leyenda negra y otras inexactitudes históricas? Lo que he pretendido con mis novelas ha sido acercar al lector a momentos de nuestro pasado y a personajes importantes. Caso de Jorge Juan, Mariana de Pineda o el propio Elcano a los que, en mi opinión, no se les ha dado el lugar que les corresponde. En otros países tendrían un reconocimiento que aquí no se les tiene. Si de paso combatimos la leyenda negra me parece estupendo porque nuestra historia tiene momentos oscuros, ciertamente. Pero quienes sitúan nuestro pasado dentro de los límites de la leyenda negra y se aferran a ellos y dejan de lado momentos brillantes, muy brillantes que en otro país llenarían de legítimo orgullo a sus compatriotas. La ficción, ¿puede ser para un historiador la mejor manera de recuperar el pasado? La ficción no, pero la novela histórica, sí. La novela histórica ha de ser fiel a los hechos, no puede alterarlos. Si los altera la novela dejará de ser histórica. Ha de recoger el espíritu de la época en que se desarrolla y tener en cuenta la realidad material en que se desenvolvían en ese tiempo. Es cierto que la ficción tiene su campo en la novela histórica. Pero no puede alterar los hechos. Los diálogos son fruto de la creatividad literaria, pero han de ser verosímiles. El pasado se recupera con la investigación y el análisis, con la arqueología y la documentación, lo que no siempre es posible. Por eso surgen interpretaciones diferentes de los acontecimientos. Pero, obviamente, usted se basa en un trabajo de investigación. ¿Qué documentos ha manejado para tejer esta trama? He buscado todo la que he tenido disponible y ha estado a mi alcance. He contado con algunas reales cédulas. Las peticiones que Elcano elevó al rey como su solicitud de un hábito de la Orden de Santiago o que se le permita ir acompañado de hombres armados porque está amenazado. La cédula de Creación de la Casa de la Especiería en la Coruña. La Relación de Andrés de Urdaneta donde recoge los acontecimientos de la expedición de García de Loaysa. Las capitulaciones matrimoniales de Carlos I e Isabel de Portugal y su entrada en Sevilla. Testimonios de las Juntas de Elvas-Badajoz en las que Elcano participó y en las que se buscó un acuerdo sobre el dominio de las islas de las Especias. El testamento de Elcano me ha permitido acercarme a interesantes aspectos de su vida… ¿Qué le diría Elcano si leyera sus novelas? No tengo la menor idea. Lo mismo me diría que hubo cosas que no fueron así o se sorprendería de que alguien, quinientos años después, hubiera encontrado detalles de su vida a partir de algunos testimonios de entonces. En cualquier caso, espero que no se enfadase conmigo. Puedes comprar el libro en:
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