El protagonista, Pablo, es una persona mediocre que malvive después de haberse quedado sin empleo. Hace años perdió al amor de su vida y desde entonces los recuerdos le aplastan hasta el punto de malgastar su vida de manera inmisericorde. En cierta ocasión reconoce que “no he alcanzado ninguno de mis sueños”. Es, por tanto, una persona vulgar y descreída que vive porque no le queda otro remedio. Su barrio es el único punto de anclaje en su desdichada vida, que se ve vapuleado cuando le comunican que sufre una enfermedad incurable y que le quedan pocos meses de vida.
Sus amigos de los tiempos del instituto son los únicos que tiene y con los que se relaciona de una manera un tanto estrafalaria, el dueño de un mugriento bar y un drogadicto-alcohólico que vive obsesionado por el rock de los ochenta y que vive prácticamente en la calle. En esos momentos, vuelve a aparecer el amor de su vida Eva, a la que su vida había dado un giro copernicano cuando su hija de 14 años muere en una agresión sexual de extrema crudeza por otro personaje del barrio conocido como Rocky.
El autor narra la trama en primera persona, poniéndose en el papel del protagonista que nos va contando los acontecimientos actuales y del pasado juvenil de esos cuatro protagonistas. Para eso, utiliza varios flash-back que nos pone en antecedentes de sus rutinarias vidas que estaban condenadas al fracaso. Su ex novia Eva le cuenta algún secreto sobre su pasado y muchas mentiras para manipular sus decisiones actuales.
La novela se desarrolla en el barrio de Tetuán y sus zonas limítrofes. Miguel Rubio describe las calles y los lugares por donde se mueven los protagonistas de forma asidua, tanto en los espacios cerrados –el bar o los domicilios-, como los espacios abiertos –las calles del barrio por las que transita como alma en pena-. El reencuentro con Eva, una taimada manipuladora, le hace dar un vuelco a su vida y ella le utiliza para cumplir sus planes de venganza.
Pablo sabe de su debilidad por ella y es consciente de que su único sueño que puede cumplir es compartir el final de sus días con su idolatrada ex-novia. El escritor realiza varios giros en la trama de la novela que sorprenderán al lector, aunque alguno es previsible. El resultado final es apoteósico y no sabremos de sus consecuencias hasta la misma última página.
Aprovecha la narración Miguel Rubio para tratar temas muy comunes en barrios problemáticos de Madrid, o de otras grandes ciudades, como son la inmigración, la violencia de género y el menudeo del tráfico de drogas. Todo en un ambiente muy agobiante que describe con precisión y profusión. Al igual, se adentra en los sentimientos del protagonista, desvelándonos de forma certera y rica su interior personal más recóndito, sus dudas, sus celos y sus incoherencias.
“Suave como la lluvia” podríamos calificarla tanto de thriller como de domestic noir. La novela está tan bien desarrollada que el lector la podrá leer sin interrupción dejándose llevar por una prosa muy visual y rica en términos estilísticos. Una lectura que no es placentera por todas las desgracias que cuenta, pero que termina con una lección de vida en donde existen las segundas oportunidades. Quizá la que Pablo viva en las orillas del mar donde la lluvia es suave.
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