Uno no sabe si el sesgo autobiográfico de la mayoría de las obras de Carrère es intencionado, es decir, que es una forma de llegar a un determinado público a los que les encanta la no ficción, aunque él hace un juego malabar en el que mezcla el viaje interior, el ensayo, la crónica, el terrorismo islamista -el atentado en la redacción de Charlie Hebdo, que dejó doce muertos y cinco heridos-, su propia ruptura matrimonial, el drama de la pérdida, las relaciones paterno filiales, la dramática situación de los refugiados en Grecia, el acercamiento continuado durante décadas a estilos de vida orientales con los que calmar el espíritu, su descarnadas bajadas a la locura de vez en vez, hasta llegar al posterior internamiento en un centro psiquiátrico durante más de cuatro meses, su bipolaridad manifiesta, no solo declarada por él sino diagnosticada por psicólogos y psiquiatras, con la que lucha desde que vino al mundo y alega que sabe que le espera en cualquier recodo del devenir como un fiel amante del que no puede -o es quiere, o pudiera ser quiere- desprenderse.
Desde luego, “Yoga” se configura como una bajada a los infiernos de Dante, pero, sin red, sin protección alguna, como si se tratara de un reportaje existencial, porque, como decía, lo que nos cuenta, lo que nos describe en este extenso relato, es lo que le ocurre, ni más ni menos. Lo que experimenta, lo que le pasa por la sesera, que, como buen amanuense, va deshojando ante nuestros ojos lectores en los que reverberan la intranquilidad, el dolor, la angustia, los estados de ansiedad y la depresión sufridos durante su vida, y sobre todo la depresión aguda que padeció y por la que fue internado en el hospital de Sainte-Anne durante cuatro meses, como se dijo, con el diagnóstico siguiente: “Episodio depresivo caracterizado, con elementos melancólicos e ideas suicidas en el marco de un trastorno bipolar de tipo 2.”
Lo que al principio fue configurado como un libro que pensaba hablar sobre el yoga, como instrumento necesario -al decir de algunos- para conseguir cierto grado de bienestar personal o de ejemplaridad, como deseen, termina siendo la historia de una derrota, la del propio Emmanuel Carrère, contada sin tapujos. No en vano comienza el texto con la siguiente cita extraída del Evangelio apócrifo de Tomás: “Cuando saquéis lo que hay dentro de vosotros, eso que tenéis os salvará. Si no tenéis eso dentro de vosotros, eso que no tenéis dentro de vosotros os matará.”
La historia de la literatura nos ha dado a muchos escritores que se han visto encaminados hacia la locura o que convivieron con grandes depresiones, algunos de los cuales fueron arrastrados al suicidio, entre los que podríamos destacar a Artaud, Pizarnik, Nietzsche, Allan Poe, Hemingway, Swift, Kafka, Tolstoi, Sade, Silvia Plath, Höderlin, Ginsberg o Virginia Woolf. Ahora tenemos uno más, además contado de su propio puño y letra.
“Yoga” supone, por tanto, una historia triste, dura, descarnada, que indaga sin piedad en las dicotomías y entresijos de la condición humana y sus miserias, pero, contadas en primera persona por quien las padece, por quien las sufre. No sabremos jamás, al menos que él tenga intención de contarlas, qué cosas omitió Carrère en este espeluznante relato, pero, con las que hay, resultan más que suficientes para sentirse agradecido por su escritura.
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