En esta nueva entrega el autor se despega en mayor medida de influencias anteriores, en particular del influjo de su compatriota Joaquín Giannuzzi, que habían dejado parte su impronta en su poemario anterior, Filos (2014). Dema, quien tiene una definida trayectoria como prosista en Argentina, además de alcanzar en Prendas el amplio uso de una voz propia, en mayor medida que en Filos emplea seguidamente los recursos de la narrativa para dar desarrollo a sus poemas. Esbozada, escondida entre sus versos o bien explícita, siempre hay una historia en los poemas de esta segunda entrega y que, en mayor medida de lo que la lírica pura lograría para la misma propuesta, arriba a resultados por demás interesantes dentro del género.
Pavesianamente a veces, esas historias se desprenden de la evocación personal y alcanzan una dimensión general que lleva al lector a una identificación casi inmediata. Es que Pablo Dema encontró un modo preciso para trasmitir el “principio de incertidumbre” que sospechamos anuda la existencia al flujo y reflujo del sistema de causas y efectos, donde la conciencia individual y la universal se interseccionan y ensamblan. De esa conjunción emana la potencia de poemas como Conduciendo en medio de la noche (págs. 34-35), Peras (págs. 38-39); Niñeras (pág. 23) o Sol de noche (págs. 53-54), textos muy destacables dentro del conjunto, donde la intensidad de lo enunciado se contrapone –y se equilibra convenientemente- con esa mesura discursiva que caracteriza al autor de Río Cuarto, cuando dicha economía de adjetivos y de énfasis (que resultarían superfluos y ripiosos en tal contexto), lo que hace justamente es subrayar lo aludido por Dema: esa soledad, esa angustia, aquel abatimiento tan propio del sujeto que, siendo consciente de sí, de su entorno y devenir, pese a esa conciencia nada o muy poco puede hacer para resolver el enigma que le plantea el honesto discernimiento de su propia condición: cuál es el sentido final de nuestros actos y de nuestra misma existencia.
Párrafo aparte para remarcar el empleo que hace Pablo Dema de nuestra lengua. Si Miguel de Cervantes Saavedra refería que el portugués era “el español sin los huesos”, resulta por demás aleccionador observar cómo el autor cordobés se las arregla para acercarse bastante a esos huesos que dan estructura y sostén al idioma, prescindiendo de figuras retóricas o barroquismos innecesarios. Su castellano es duro y extractado, de una concisión y exactitud remarcables, precisamente el más adecuado para expresar esas honduras que busca y que, definitivamente, sabe muy bien cómo encontrar.
Pablo Dema nació en General Cabrera, provincia de Córdoba, Argentina, en 1979. Escritor, docente y editor. Publicó con anterioridad al presente volumen cuatro libros de cuentos: Fotos (Editorial Cartografías, Río Cuarto, Córdoba, 2005), Si nada permanece (Editorial Fundación Octubre, Buenos Aires, 2007), Hoteles (Editorial Cartografías, 2010) y La canción de las máquinas (Editorial Recovecos, Córdoba, 2014); la novela De piedra o de fuego (Editorial de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Córdoba, 2009) y el libro de poemas Filos (Ediciones Del Dock, Buenos Aires, 2014). Integra varios volúmenes colectivos, entre ellos Diez bajistas. Antología de la nueva narrativa cordobesa (compilación de Alejo Carbonell, EDUVIM, Villa María, Córdoba, 2009), Es lo que hay. Antología de la nueva narrativa en Córdoba (compilación de Lilia Lardone, Babel Editora, Córdoba, 2009), Esperando el 600. Nueve Cuentos de Córdoba (compilación de Andrés Nieva, Postales Japonesas Editora, Córdoba, 2016), El nuevo cuento argentino. Una antología (compilación de Elsa Drucaroff, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2017). En 2005 fundó con José Di Marco la editorial Cartografías, que codirige hasta el presente. Trabaja como profesor en el Instituto de Formación Docente Continua de Villa Mercedes y en la Universidad Nacional de Río Cuarto.
Así escribe Pablo Dema
Conduciendo en medio de la noche
Ahora que el coche comienza a hacer un ruido raro
y el agua está llegando a la altura de las luces que vacilan
dimensiono la magnitud de mis errores.
No presté atención al alerta cuando partí por la mañana.
No le hice caso a ella cuando me dijo
que no me largara a la ruta con esta tormenta.
(Aunque ya no quiere saber nada conmigo,
hubiera preferido que pasara la noche en su sofá).
Odiaría recibir un llamado a medianoche,
como esos de las películas,
con la noticia de que tuviste un accidente, dijo.
Pero hasta un cobarde como yo es temerario cuando se siente
[despechado.
Ahora la lluvia arrecia
y sólo circulan de frente
los camiones de gran porte.
La situación empeora
cuando bajo la cuesta
y las luces se apagan
después de un último parpadeo.
Alrededor todo es oscuridad y agua que golpea.
Pienso:
salir fue un error,
volver fue un error,
seguir fue un error.
Me pregunto si esta evaluación
no se aplica al día de ayer
y a la última semana,
al mes, al año entero,
al resto
de mi vida.
……………………………………………………………………………………..
Puedes comprar el poemario en: