Como bien dice la autora asturiana, ya hay en muchas comunidades autoras que escriben sobre su tierra, Galicia, Cantabria, Navarra o País Vasco. Así que Leticia Sierra como buena asturiana ubica su novela, y esperemos que las próximas, en su tierra, de la que conoce parajes que casan perfectamente con la visión cinematográfica y visual de su literatura. En la entrevista, nos cuenta algunas cosas sobre su primer libro y algún que otro secretillo de como entiende la literatura y el periodismo. “Animal” acaba de salir publicada en Ediciones B, pero creo que antes la auto publicó en otra editorial. ¿Cómo fue su primera experiencia para publicar la novela? La primera experiencia de Animal fue con una editorial de autoedición y esto me permitió sacar el manuscrito del cajón de mi mesa, pagando por cada ejemplar impreso, claro. Pero fue muy poco satisfactoria en cuanto a que la distribución del libro es nula ya que son editoriales que trabajan bajo demanda, la difusión escasa, la promoción se la tiene que buscar el autor -porque la editorial, o al menos con la que yo contraté, te vende presentaciones y una promoción del libro que en mi caso nunca se realizaron- y te tienes que fiar de que las ventas hechas son las que te dicen, pues no tienes forma de comprobarlo. ¿Cómo surgió el interés de Ediciones B por su novela y cómo fue el proceso? El interés de Ediciones B surge gracias a mi agente literaria, Mónica Carmona. A pesar de que tenía el libro autoeditado continué enviando el manuscrito, sobre todo a agencias literarias. Una de estas agencias, Carmona Agency Literary, recibió y leyó el manuscrito. Su directora, Mónica, vio que tenía muchas posibilidades y que era una historia susceptible de una editorial tradicional, al margen del circuito de la autoedición. Así que se lo envió a Ediciones B y Ediciones B enseguida mostró interés por Animal. Periodista de formación, ¿cómo se decidió a dar el paso a la ficción? Por una necesidad de volcar la historia que tenía en la cabeza perfectamente estructurada y con vida propia sobre el papel. La protagonista de la novela, Olivia Marassa, es también periodista. ¿Qué tiene en común con ella? El carisma profesional y la capacidad de compromiso con una historia y la capacidad infinita de trabajo para sacarla adelante. Pero Olivia Marassa es mucho más desvergonzada que yo y, desde luego, mucho más valiente cuando se trata de plantarle cara a los jefes cuando estima que lleva la razón. ¿Ha querido hacer un pequeño homenaje a los periodistas locales? He querido rendirle un pequeño homenaje al Periodismo, como profesión, en general y un gran homenaje al periodismo local, al que se practica fuera de una redacción central, callejeando, sin horarios fijos, con tiempos y ritmos estresantes que apenas dejan espacio para la vida personal, con presiones por parte de la dirección del medio, pues a veces hay que ceñirse a una línea editorial, y presiones por parte de los personajes que copan los titulares, que en muchas ocasiones son tus vecinos, con los que coincides en el bar o comprando el pan. Y al mismo tiempo he querido hacer autocrítica con la profesión, reflejar ese debate en el que se navega en la profesión de forma tan frecuente: la diferencia entre lo que se puede publicar y lo que se debe publicar o, al menos, cómo se debe publicar, para evitar convertir una información periodística en puro morbo. Cuando hay un periodista protagonista siempre se plantea el tema de la ética. ¿Dónde hay más ética en el periodismo o en la literatura? En la literatura, seguro. Por posibilidad del medio. La honestidad literaria es más fácil de llevarla a cabo que la periodística. En periodismo hay muchos periodistas honestos, verdaderos profesionales de la información con un código moral férreo. Otra cosa es que el medio de comunicación le permita ponerlo en práctica. Y esa presión -que trato de reflejarla en el libro- se vive de forma más habitual de lo que se piensa. “La literatura te permite llamar a las cosas por su nombre. En el Periodismo aún se utilizan demasiados eufemismos y sinónimos”¿La literatura da más libertad narrativa que el periodismo? Mucha más. La literatura te permite llamar a las cosas por su nombre. En el Periodismo aún se utilizan demasiados eufemismos y sinónimos, eso sin entrar a hablar o a valorar el amplio abanico de interpretaciones ante un mismo hecho de los distintos medios. ¿Has probado a hacer zapping a la hora del informativo para ver cómo tratan la misma noticia las distintas cadenas? Es de risa. ¿Por qué centró la trama en Asturias? ¿Ha jugado con ventaja al conocer las ubicaciones muy bien? Porque Asturias es mi tierra y la región en sí misma tiene atractivo más que de sobra para ser ambientación de una novela. Además, ya hay quien escribe sobre Galicia, quien lo hace sobre País Vasco y también sobre Cantabria y Navarra. Ahora Asturias tiene quien escriba sobre ella. Por otro lado, las localidades de Noreña y Pola de Siero son muy familiares para mí pues en una resido y en la otra nací y me crie. De manera que me resultó muy fácil ambientar la novela. Me movía en terreno conocido. El otro protagonista, Agustín Castro, es inspector de homicidios. ¿Qué química hay entre ellos dos? Al principio no hay ninguna química. Es más, Agustín Castro aborrece a los periodistas en general y a Olivia Marassa, en particular, pues la ve como una amenaza para la investigación. No olvidemos que Olivia es visceral, invasiva y persistente y Castro es el polo opuesto: hermético, introvertido y hasta un poco flemático. ¿Estamos más ante una novela negra o un thriller? Es más un thriller que una novela negra. En Animal no se psicoanaliza a los personajes. De hecho, los personajes protagonistas no arrastran un pasado tormentoso, ni son personas con posos turbios que puedan condicionar la trama de alguna manera. Son personas cotidianas, cercanas con las que el lector podría identificarse con facilidad. En Animal el objetivo es resolver el caso y proporcionarle al lector todas las pistas para que pueda resolverlo incluso antes que Olivia Marassa y Agustín Castro. ¿Qué papel juega el suspense y la intriga en su novela? Juegan un papel fundamental. Mi intención es mantener al lector en vilo hasta el último capítulo. ¿Cómo se consigue mantenerlos hasta el final del libro? Con bastante dificultad, máxime si se tiene en cuenta que en el desarrollo de la trama la única persona que conoce todas las pistas -y no oculto ninguna a modo de trampa- es el lector. La historia está contada desde el punto de vista de varios personajes, de forma simultánea. Los personajes, incluso los protagonistas, manejan los datos de forma parcial. El lector, no. El lector los conoce todos. En ese sentido he querido ser muy honesta con él.
¿Realmente se llega a conocer la naturaleza humana en profundidad o siempre nos sorprende? La naturaleza humana tiene un fondo oscuro y, por desgracia, eso cada vez nos sorprende menos, cada vez lo tenemos más normalizado. Hay que ser realistas con lo que es el ser humano por naturaleza: un animal al que se le enseña y se le educa para ser persona. No perdamos nunca de vista que el ser humano puede hacer cosas maravillosas -una vacuna contra la COVID- pero también es capaz de hacer barbaridades para infringir el máximo dolor a otro ser humano. Muchas veces por puro placer. Y lo vemos a diario. Sólo hay que poner los informativos. Los capítulos son muy cortos, casi como crónicas periodísticas. ¿Ha echado mano del oficio periodístico para escribir la novela? El estilo que empleo se parece bastante al periodístico ya que construyo frases cortas, con un vocabulario que no requiera un diccionario en la mesita y no me entretengo demasiado en descripciones largas ni florituras. Y los capítulos son cortos porque quería darle ritmo a la trama, agilidad, más como escenas de una película que como artículos de un periódico. Su lenguaje es muy visual y muy rápido. ¿Qué influencias tiene del cine? Alguna debo tener pues el cine me encanta. La estructura y el lenguaje del libro lo planteé para darle a la historia la forma que tenía en mi cabeza. Y en mi cabeza, la historia se desarrollaba como si se tratara de una película: con escenas cortas, un lenguaje muy visual como bien dices y varios puntos de vista, que ayuda a darle rapidez y agilidad a la trama. ¿Cuánto tiempo tardó en documentarse y escribir “Animal”? Tardé diez meses, de enero a octubre de 2018. Ha reflejado muy bien la casuística policial. ¿Ha tenido ayuda por parte de algún experto policial? Conté con la ayuda imprescindible de un agente retirado de Seguridad Ciudadana y un subinspector de Delitos Tecnológicos, ambos pertenecientes al Cuerpo Nacional de Policía. Me documentaron sobre todo el procedimiento policial -qué unidades intervienen en cada caso, de qué manera, en qué orden, jerarquías dentro de las brigadas, horarios, competencias, sistemas informáticos que se emplean…- y, posteriormente, revisaron el manuscrito para detectar posibles errores por mi parte. ¿Ya tiene preparado un segundo libro? El segundo libro se está horneando. Puedes comprar el libro en:
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