Esta es la historia de una paliza
Esta es la historia de un saco
Esta es la historia de tres goliardos
Esta es la historia de O´Lixeiro que lo metieron en un saco
Los tres monjes errantes se divierten.
Cuelgan de una rama de un gran roble el saco con O´Lixeiro dentro, y empiezan a divertirse:
-Per favore, per favore, per favore, ¿por qué te metiste en el saco?, sal de ahí, decía un goliardo.
-Por Dios, por Dios, O´Lixeiro, sal del saco, decía otro
-Por Dios, por Dios, que salgas de ahí. Le decía simulando ser el alguacil.
-Por Dios, por Dios, por Dios, O´Lixeiro, que te vamos a ayudar, sal de ahí, le decían
Nuevos garrotazos tremendos.
-Por Dios, por Dios, por Dios, que no le pegues. Decía uno de los clérigos errantes.
-Per favore, per favore, per favore, por la Virgen del Perpetuo Socorro, no lo golpees.
-Por Dios, por Dios, por Dios, por la Virgen de los Desamparados, no le des. Le decía un goliardo, gustándose.
- Por Dios, por Dios, por Dios, hombre, por favor, que no le zurres
-Por Dios, por Dios, que le has roto la cabeza.
Y “zas”, otra tunda de palos.
-Por Dios, por Dios, por Dios, salgase del saco, hombre. Decía un goliardo.
-Per favore, per favore, per favore, ¿No le da a usted vergüenza, meterse en un saco? --Le decía otro de los clérigos errantes
- Per favore, per favore, per favore, lo hace solo para llamar la atención, repetía el goliardo
-Por Dios, por Dios, por Dios, hijo, no le pegues.
-No le pego. No le pego.
-Que es un hombre de la Iglesia.
-Que es un eclesiástico, por Dios, por Dios, decía el goliardo.
-Que es un representante de la iglesia
Otra tunda de palos.
-Pero si ya lo dejé.
-No lo vuelvas a hacer, que es un representante de Dios.
Y otro garrotazo tremendo.
-Por los clavos de Cristo, que es un hombre de la Iglesia
-Por los clavos de Cristo, que es un eclesiástico, decía un clérigo
- Por Dios, por Dios, por Dios, ten un poco de conmiseración, que es tu prójimo.
Y otro garrotazo.
Esta vez se oyó un ruido, tal vez un chasquido de huesos, y se empezó a ver fluir sangre.
-Por Dios, Por Dios, en la cabeza nunca.
-La necesita para pensar en la ley divina, decía un goliardo
-No vuelvas a hacerlo. Por Dios, por Dios, por Dios, decía un monje errante
-Esta vez le has dado en la nariz y está sangrando.
-Y es la sangre de un eclesiástico, de un representante de Dios. Decía el clérigo
-Bueno, dejadlo ya, que ha tenido bastante. Vámonos. Le decía uno de los Goliardos
-Hay que bajarlo del árbol. Decía otro.
Lo bajan, lo dejan tirado y simulan irse.
Al cabo de uno minutos, O´Lixeiro empieza a moverse poco a poco
O´Lixeiro trata de salir del saco.
Los goliardos simulan que se van. Pasan unos minutos. Con voces nuevas:
-Hay que ayudar a ese pobre hombre.
-Hay que ayudar a ese hombre dice uno de los goliardos simulando ser un labrador que acaba de llegar.
-¿Qué le habrá pasado?
-¿Cómo se habrá metido dentro de ese saco? Decían entre ellos
-Hay que sacarlo.
-Hay que pedir ayuda.
-¿Se encuentra bien?, ¿se encuentra bien?
-Contéstenos, por Dios, por Dios, por Dios, que queremos ayudarlo.
-Díganos algo.
Simulaban no saber nada.
-¿Cómo se habrá metido ahí?
-¿Cómo se habrá metido ahí? Señor, por favor que en los sacos no hay que meterse nunca.
-¿Quién es usted, señor? Contéstenos.
-Soy el obispo Chemary el Escriba-no.
-¿El obispo Chemary el Escribano?
-Nos está tomando el pelo, los obispos no se meten en los sacos.
-Está enajenado.
-Que lo suban otra vez.
-Hay que darle jarabe de palo para que aprenda que no es el obispo, está loco.
Vámonos ya, vámonos ya. Ya vendrá un feligrés que lo ayude a bajar.
Y lo dejaron allí unas horas.
Al cabo de un tiempo, volvieron los goliardos:
-¿Pero quién estará colgado de ese árbol?, simulando ser rústicos campesinos.
-Vamos a ver quién es, que hay que ayudarlo, por Dios, por Dios, lo que debe de estar sufriendo.
Simularon que lo iban a ayudar. Lo descolgaron del árbol y lo dejaron en la tierra unos minutos.
-Hay que ayudar a este hombre, por favor, que está sangrando.
El obispo debió de pensar que era su salvación.
De nuevo, todos lo subieron al árbol y empieza la función de nuevo.
Así repitieron la paliza durante días y días.
Lo dejaban recuperarse unos días y otra paliza, engañándolo de diferente forma.
Le cortaron la punta de la lengua, y lo dejaron lisiado de las dos manos.
Le faltaban numerosos dientes y la nariz destrozada.
La pierna sana ya no la podía mover.
¿Crees que se le habrá quitado su pederastia ????
¿Crees que se le habrá quitado su mariconería ????
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- Los enanos
- El sueño de un marino cántabro y el sueño de un orfebre andalusí
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