La editora de este libro posee una colección editorial de una enorme calidad, uno de sus obras es este estudio, muy pormenorizado y riguroso, sobre el pueblo de origen germánico que ocupo la Península Ibérica durante casi dos siglos, y, con ello, dejaron su impronta indeleble entre los hispano-romanos o hispani que habitaban la antañona Hispania. Nada mejor que empezar con un texto, de lo más esclarecedor, que los define, de San Isidoro de Sevilla: “Estos son los que Alejandro afirmó que había que rehuir, los que temió Pirro y horrorizaron a César. Tuvieron durante muchos siglos un reino y reyes que, como no, fueron anotados en las crónicas, permanecen ignorados. Fueron incluidos en las historias desde el momento en que los romanos pusieron a prueba su valor contra ellos”. En estas circunstancias históricas, el pueblo de los godos estuvo dividido en dos gentilidades geográficas: los visigodos o godos del oeste y los ostrogodos o godos del este. La historia del pueblo de los godos comienza a ser, históricamente conocida, cuando entran en contacto con el SPQR o Roma, ya que se encuentran en las fronteras del río Danubio tratando de atravesar este limes, y así poder entrar en el territorio imperial romano, ya que están siendo presionados por pueblos de las estepas asiáticas, entre otros de mayor o menos enjundia hablamos de los hunos. Primero tratarían de aterrorizar a los ciudadanos romanos, para luego ser “civilizados” y formar parte de las tropas auxiliares romanos defensoras de las fronteras. Hacia el año 100 a. C. grupos de gutones/godos, siempre no hijos primogénitos que eran los únicos que heredaban, comienzan a abandonar las tierras escandinavas que no los pueden alimentar, llegando al otro lado del mar Báltico, asentándose en las tierras de la desembocadura del río Vístula. El historiador y político romano Cornelio Tácito (c. 55- c. 1209). En su obra De origine in situ Germanorum, que es muy objetiva y rigurosa, escribe: “Tras los ligios están los gotones; con régimen monárquico, con una sujeción algo mayor que la de los restantes pueblos germanos, aunque no tanto como para suprimir su libertad. A continuación, nos encontramos, por la parte del Océano, a los rugios y lemovios. Típicos de todos estos pueblos son los escudos redondos, las espadas cortas y la sumisión a sus reyes”. El historiador Jordanes, funcionario e historiador del Imperio romano de Oriente durante el siglo VI d.C. indica en su obra De origine actibus que Getarum que: “En la época en la que iban a iniciar su migración hacia el sur y el este, arrollaron a los vándalos”. La presión migratoria que estos belicosos godos realizan hacia el sur y el este, conllevará que otros pueblos germánicos escapen hacia el oeste y el sur, son: los longobardos o lombardos, los vándalos y los burgundios o borgoñones. Durante unos setenta años, este pueblo tan cohesionado entre sí, comenzará su discurrir entre el Báltico y la región de los Cárpatos y el mar Negro hacia el año 160 d. C., y llegaría a sus nuevos asentamientos entre los años 215 y 230 d. C. Desde la época de Gayo Julio César (13 de julio del año 100 a.C.-Fallecimiento, 15 de marzo del año 44 a. C.), hacia los años 58 a 51 a. C., en el que las tribus germánicas eran pequeñas, aquella pobre tierra de bosques y pantanos había ido cambiando su fenotipo. El territorio germánico, entre los ríos Rin y Vistula, que estaba vacío del influjo, la opresión, la explotación de los romanos, y su habitual genocidio, era denominado por el SPQR como la Germania Libera. Sus habitantes vivían de la agricultura de barbecho, de los escasos alimentos proporcionados por su ganadería y de la caza, sobre todo de los ciervos y de los jabalíes. Todo tuvo una mutación, cuando las legiones de Roma se establecieron entre el Rin y el Danubio Superior, el dinero de Roma y sus cultivos fueron enriqueciendo a aquellos pueblos. Pero, uno de estos pueblos no acepta estos adelantos y esta riqueza de El Dorado del SPQR o Senatus Populusque Romanus, y son precisamente los godos, que se sintieron atraídos por otro emporio de riqueza, ellos lo denominaban OIUM, y se referían a las feraces tierras de los escitas o de los belicosos sármatas, dentro del territorio regado por los ríos Bug, Dniéster, Dniéper y el apacible Don. Jordanes escribe: “Resalta la riqueza de estas tierras y cómo ejercieron su atracción sobre los emigrantes godos, los cuales quedaron ‘sorprendidos por la riqueza de estas regiones’”. Aunque, en efecto en esas tierras existían pueblos belicosos, tales como los alanos, los sármatas-roxolanos, los dacios, y los sármatas-yaciges. Los godos son más fuertes, por lo que conseguirán hacerse un hueco entre todos estos pueblos manu militari, y en estas ocasiones lograrán expulsarlos de sus predios, a veces los someterán; y, asimismo, se aliarán o se mixtificarán con ellos. Serán los sármatas los que les enseñen a utilizar el caballo como arma de guerra. “Según Tácito: los germanos poseían caballos lentos y desmañados y que, por eso, la inmensa mayoría de sus guerreros preferían combatir a pie”. En el año 238, siendo emperador Gordiano III [Marcus Antonius Gordianus Pius. Roma, 20 de enero de 225-EMPERADOR DE ROMA, desde el 29 de julio de 238, hasta Zaitha, 11 de febrero de 244], las hordas de los godos asaltan la Dacia romana, tras cruzar el río Danubio, consiguen saquear la región de la Mesia Inferior, es el primer contacto terrible y brutalmente sangriento con los romanos. Roma se verá obligada a firmar un acuerdo con ellos, y con el pago de importantes subsidios, conseguirán alistar a miles de valerosos soldados godos en la milicia romana, que se está preparando para una guerra sin cuartel contra las tropas persas del rey de reyes Sapor I. Estas pinceladas, muy meditadas, sobre esta extraordinaria obra literaria, pretenden volcar el interés del lector hacia el global de una obra sobresaliente. “Ut ab omnibus eum iniuriis dignitas concessa defendat”. ET, “Extra historiam nulla salus Regno Legionis”. Puedes comprar el libro en:
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