Lo curioso de este muy interesante libro es que, siendo la obra de un autor que mira, resulta, en buena medida, la obra de un autor que piensa, si bien aún en ese pensar lo hace de una manera muy gráfica y expresiva, lo hace a la contra, lo hace mirando hacia adentro, donde probablemente residan las imágenes más significativas que el hombre pueda exhibir. Y lo hace escribiendo, pensando, con una voluntad culta y sensible, deseando llegar con sincera voluntad a través de la palabra, como si intuyese que tal desafío le vendrá bien a su imagen como hombre observador, como para dotar de un significado cualitativo a cuanto ve o entiende que merece la pena reparar en ello Es así, entonces, que en muchos casos la posible (hipotética y real) imagen se duplica, lo que no supone deformación, sino sustentación. Es muy gráfica la circunstancia que cuenta acerca del uso de un aparatejo de ondas que lleva en la mano y que le va a suponer tener a raya a los perros que puedan tener malas intenciones hacia su figura de paseante. Todo bien hasta que se da cuenta que, una vez salvada la sorpresa, los animales se sienten alentados de probar su mala intención y entonces el paseante, perdido el resuello para salvar la verja de salvación de la amenaza que se le venía encima, repara, humillado, en cómo su vecina “en su estatismo de gárgola muda, arrugaba el ceño con falsa preocupación esforzándose, acaso -pensé yo en ese momento, dice-,por contener una carcajada sideral” Véase-piénsese la escena: él, humillado por su derrota técnica, asumiendo su escarnio, huye “perdido completamente el decoro y gritando exabruptos al viento sin control alguna” Imágenes, al fin, imágenes literarias con un gran contenido interior, emocional, trágico. Imágenes que, solo un poco más adelante, transforma mediante las palabras en otra versión de la vitalidad que le inclina decididamente a un ver consciente, con su sustancia de secreto interpretar, de vivida emoción poetizada: “Las lluvias han demorado este año la siega en U. La colina frente a mi ventana exhibe con retraso sus galas primaverales, con el nuevo peinado de líneas irregulares perdiéndose en el horizonte verdiazul del mediodía” Y es entonces cuando dota de más vida a lo que parece ser una preocupación personal, un modo vivencial de sentir y sentirse en la realidad: “Escribo en mi libreta como un intruso incrustado en esta viñeta de armonía, en la conciencia indubitable de que, en ese preciso instante, el tiempo ha dejado de existir”. Lo que, creo, equivale a interpretar: ahora es cuando más vivo, cuando soy vivido por este silencio que aúna toda mi voluntad, todo mi sentir, todo mi pensar, algo más trascendente que una imagen congelada, quieta, del captador de imágenes sin más. Ahora, entonces, creo, es el momento de acercarse a sus fotografías: para verlas, para interpretarlas viendo, pensando, sintiendo. Puedes comprar el libro en:
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