Javier Pellicer comenzó su carrera literaria escribiendo relatos, pronto se le quedaron pequeños y empezó con las novelas históricas. Hasta la fecha lleva publicadas cuatro. Con su anterior novela “Leones de Aníbal", consiguió el reconocimiento unánime de los lectores y los críticos literarios. Ahora con “Lerna” abandona a su querido Aníbal para introducirse en un mundo lleno de mitología y aventuras. En la entrevista, nos cuenta alguna de las motivaciones que le hizo escribir esta epopeya. “Lerna” es su cuarta novela histórica. Sin embargo, comenzó publicando relatos fantásticos. ¿En qué género se encuentra más a gusto, en la narrativa corta o en la larga? Actualmente en la narrativa larga. Me permite un nivel de desarrollo que es imposible alcanzar en el relato corto, tanto en lo que a argumento se refiere como en la construcción de personajes con un trasfondo más complejo. Sin embargo, el relato tiene otras ventajas, es un formato excelente para la experimentación. De hecho, “Lerna” fue, en sus orígenes, un relato. ¿Ese gusto por lo fantástico y lo mitológico le han hecho escribir “Lerna”? Sin lugar a dudas. Toda mi carrera literaria nació gracias al fantástico, y curiosamente fue una obra fantástica la que también me acercó a la mitología: “El Señor de los Anillos”. Tolkien utilizó muchas de las mitologías europeas en la construcción de su imaginario, que yo descubrí tras quedar fascinado por sus historias e indagar al respecto. Así fue como me encontré con la mitología irlandesa. ¿Cómo surgió la idea de escribir la novela y apartar a un lado a su querido Aníbal? Cuando terminé de escribir “Leones de Aníbal” me sobrevino el clásico vacío que tantos autores sentimos al concluir una obra. Estuve buscando una nueva historia que contar durante semanas, hasta que, releyendo viejos relatos, volví a encontrarme con aquel en el que hablaba de Partolón, el primer hombre que llegó a Irlanda. Un texto muy corto y burdo, pero que sirvió para encender la chispa. La idea surgió de manera explosiva: ¿y si le daba contexto histórico a un mito que es, básicamente, pura ficción mitológica? Con “Lerna”, retrocede hasta la Edad del Bronce, al siglo XVII a.C. ¿Le has sido difícil documentarse en ese periodo tan oscuro? Sí y no. Sí porque no contamos a día de hoy con ningún escrito de la época. Los primeros cronistas de la Antigua Grecia estaban todavía a casi mil años de distancia en el futuro. Pero como yo tenía como base el mito irlandés (escrito muy a posteriori, durante los primeros años de la Iglesia en Irlanda), no era un problema insalvable crear un argumento. En cuanto al escenario, disponemos de una herramienta más fiable incluso que la crónica escrita: la arqueología. Recabar información sobre la Creta minoica fue un trabajo largo pero relativamente sencillo, ya que es una civilización muy estudiada y de la que disponemos yacimientos tan bien conservados como el de Cnosos. ¿Qué fuentes ha utilizado? ¿Hay discrepancias entre las distintas fuentes? La principal fuente para desarrollar el argumento ha sido “El Libro de las Invasiones” (Lebor Gabala), que narra la historia de los distintos pueblos que colonizaron Irlanda en tiempos legendarios. También, por supuesto, he necesitado empaparme con los diversos mitos griegos sobre la Creta del rey Minos, que es donde, en efecto, más discrepancias existen. A nivel de documentación histórica he manejado especialmente trabajos arqueológicos de autores como Paul Faure u Oliver Dickinson, basados la mayoría de ellos en los estudios del descubridor del palacio de Cnosos, Arthur Evans. En cualquier caso, la increíble cantidad de documentos que consulté hace imposible enumerarlos todos. En la novela, nos encontramos con muchos personajes mitológicos y otros ficticios. ¿Cómo ha conseguido unir a protagonistas tan dispares y conseguir verosimilitud en la narración? No hay fórmulas matemáticas para eso. El trabajo del escritor es algo que, por mucho que se organice, surge mediante impulsos creativos y pura reflexión. En lo que a mí respecta creo que la clave está en que los personajes deben seguir las premisas básicas de la naturaleza humana. No importa si estamos hablando de un cretense minoico de la Edad del Bronce, de un personaje mitológico, de un romano del siglo I d. C. o de un soldado de la Segunda Guerra Mundial: aman, odian, temen y se alegran como nosotros. Las emociones nos igualan a todos a través del tiempo y el espacio. ¿Cuáles han sido más fáciles de crear, los personajes mitológicos o los ficticios? Ambos requieren mucho esfuerzo. Con los ficticios partes de cero, te dan libertad para desarrollarlos como argumentalmente necesites, pero al mismo tiempo llevan más trabajo porque no tienes una base en la que inspirarte. Algo con lo que sí que cuentas con los mitológicos, aunque por contra tienes la problemática de conseguir que encajen en el camino que quieres tomar sin desvirtuar su esencia. ¿Ha procurado ser riguroso con la historia o prefiere la ficción para desarrollar su novela? Intento ser completamente riguroso en lo que al contexto histórico se refiere. Sin embargo, a nivel argumental, soy un firme defensor de que el autor de novela histórica ficcione cuando así lo necesite y haya un motivo justificado para ello. Su novela la dedica a Lerna, sugerente bailarina de Tirinto. ¿Cómo decidió darle ese protagonismo? Lerna es un personaje que no aparece en el mito de Partolón, pero que desde el primer momento supe que era imprescindible para que los acontecimientos llegaran al desenlace con la intensidad emocional que me había propuesto. Aunque no es la protagonista de la novela, es a todas luces el personaje más importante por el impacto que causa en los demás, especialmente en Starn. Es el alma de la historia. “Es curioso comprobar cómo en diversos pueblos antiguos, muy lejanos en el tiempo y el espacio, la mujer era admirada y respetada”¿Cuál era el papel de la mujer en aquella época? Es curioso comprobar cómo en diversos pueblos antiguos, muy lejanos en el tiempo y el espacio, la mujer era admirada, respetada e incluso idolatrada. Lo comprobé con mis novelas dedicadas a los íberos y ahora con los cretenses minoicos. Su capacidad de traer niños al mundo era un don para aquella gente, pues nada había más importante que la fertilidad, ya fuera de los cultivos o a nivel de descendencia. Se cree, incluso, que la divinidad más importante de los minoicos era una diosa madre como otras que se han documentado en un sinfín de culturas antiguas. De todos modos eso no quiere decir que las mujeres fueran libres para hacer cualquier cosa. Más bien al contrario, tal y como he reflejado en el personaje de Lerna, que no era originaria de Creta. Las mujeres tenían un papel asignado y era extraño que dejaran de interpretarlo por voluntad propia. ¿Cómo urdió la trama de la novela entre Cnosos e Irlanda? El mito de Partolón nos dice que este partió de Sicilia, pero la Historia demuestra que en aquella época los habitantes de la isla italiana no disponían de navíos adecuados para tal empresa. Por entonces sólo existía una civilización con la capacidad marítima de llegar a Irlanda, y esa era la Creta minoica. Ni siquiera los egipcios, que se limitaban navegar por el suave Nilo, tenían embarcaciones capaces de viajar por el Atlántico. La misma Historia me dio una solución que hizo fluir la trama de manera natural. ¿Qué similitudes y diferencias tienen ambos lugares? Por increíble que pueda parecer, hay muchas similitudes entre la cultura minoica y los antiguos pueblos irlandeses. Mientras me documentaba fui advirtiendo que había sorprendentes elementos que, si bien no demuestran que dicha conexión existiera, sí dan coherencia a mi elección. La adoración de una diosa madre y un dios varón astado fue común en ambos territorios. De hecho, la figura del toro es vital en ambas culturas: los minoicos los sacrificaban y danzaban a su alrededor, eran parte de las leyendas que luego los griegos adoptarían; mientras que es habitual encontrar relatos sobre toros entre las crónicas irlandesas, como la del Robo del Toro de Cuailnge que forma parte del Ciclo del Ulster. Más aún: en algunos yacimientos del neolítico irlandés encontramos, entre muchos otros símbolos, algunos que recuerdan poderosamente a laberintos. Insisto en que nada de esto demuestra que hubo un intercambio cultural entre minoicos y antiguos irlandeses, pero es perfecto para dar credibilidad a mi historia. ¿Qué tiene Irlanda de especial para usted? ¿Es la cuna de la fantasía? De la fantasía, de la magia y del misterio. De lo ancestral. Su mitología y su pasado es inspirador especialmente para un escritor muy dado a soñar con tierras de leyenda. Quizás sea una imagen idealizada, pero me sigue maravillando como el primer día.
En su opinión, ¿el lector español prefiere las historias que suceden en nuestra tierra o prefiere que le lleven a escenarios exóticos o lejanos? En lo que a novela histórica se refiere, creo que los lectores sí se sienten más atraídos por conocer el pasado de su país. No es algo exclusivo de los españoles. Los anglosajones, por ejemplo, tienen escaso interés por la Historia de Europa. Es una pena porque la Historia está plagada de personajes y pueblos por explotar. No sé hasta qué punto es responsabilidad de los autores, a los que nos cuesta mostrarles escenarios, tiempos y puntos de vista más allá de los habituales. En parte por eso he asumido el riesgo y el desafío de escribir “Lerna”, una obra que hasta donde yo sé no tiene igual en la literatura. Las travesías en aquella época debían ser peligrosísimas. ¿Cómo las abordaban, siguiendo la costa o se internaban en los mares? Dependía de las circunstancias de cada viaje y de la situación geográfica. La navegación de cabotaje que practicaban los egipcios permitía realizar más paradas en puertos donde comerciar, pero no siempre era posible. Por ejemplo, los minoicos vivían en una isla, así que para comerciar necesitaban lanzarse a mar abierto en busca de las colonias que tenían establecidas en el continente o en otras islas de las Cícladas. La novela discurre de manera lineal. ¿Es la mejor forma de contar una historia como la que cuenta en “Lerna"? En mi opinión sí, ya que al partir de un argumento ya existente (el mito de Partolón), tiene poco sentido romper la cronología de sucesos en busca de grandes sorpresas (aunque aún así algunos capítulos se desarrollan mediante saltos en el tiempo). Al fin y al cabo, el lector por ejemplo sabe desde el principio que los personajes llegarán a Irlanda. Como siempre digo, lo importante no es tanto el desenlace, sino el camino gracias al cual lo alcanzamos y cómo afecta a los personajes. Aunque tiene el libro muchas descripciones. Me parece que los diálogos están escritos con mucho mimo. ¿Qué importancia da a ambas facetas? En efecto. He puesto mucho énfasis en el desarrollo de los personajes, y los diálogos son la mejor herramienta para conseguir mostrar al lector cómo son Starn, Partolón, Lerna o Bacor. En cuanto a las descripciones, cuando ficcionamos sobre épocas y culturas que no son tan conocidas resulta imprescindible utilizar descripciones más detalladas. La descripción es el pincel y la pintura que utilizamos los escritores para crear imágenes en la mente del lector, imágenes de lugares que jamás va a poder ver con sus propios ojos porque, sencillamente, ya no existen. Escrita casi toda la novela en tercera persona, hay capítulos en que utiliza la primera persona. ¿Cómo se decidió por esas voces? Esa primera persona se refiere a Tuan, el narrador de toda la historia. Forma parte también de otra leyenda irlandesa conectada directamente a la de Partolón. Según dicha fábula, Tuan es el encargado de perpetuar la memoria de los distintos pueblos que colonizaron Irlanda. Es por tanto un personaje más de la historia, pero que relata los acontecimientos sin haber vivido la mayoría de ellos. Me parece un recurso original y muy efectivo para crear esa sensación de que estamos ante un pasado ancestral, casi olvidado salvo para ese “bardo” que lo transmite oralmente para que no se pierda. Para concluir, ¿está ya trabajando en una nueva novela histórica? ¿Dónde la ubicará? Sí, por supuesto. La imaginación de un escritor no tiene vacaciones. No me atrevo a dar detalles, pero sí dar un par de pistas: me mantendré en el mismo escenario, pero con un salto de tiempo enorme hacia delante. Aunque la trama, ya lo adelanto, no va a tener nada que ver. Puedes comprar el libro en:
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