José Ángel Mañas se ha convertido, poco a poco, en un escritor de numerosos registros y amplías capacidades literarias. En su última obra nos demuestra gran parte de sus recursos, ya que aborda el género de ficción histórica con planteamientos diferentes a los utilizados por otros escritores del género. Consige así una novela muy atractiva que une la modernidad de su escritura con la rigurosidad histórica.
En “El hispano” hay dos protagonistas principales, por un lado está la propia ciudad, que es todo un símbolo de resistencia ante la ocupación de Roma y por otro Idris, el llamado hispano, que es una persona ambivalente y huidiza que lo mismo sirve a la República romana que a su pueblo arévaco. Atormentado por una infancia infeliz, Idris huye de Numancia en la adolescencia, teniendo que realizar diferentes ocupaciones hasta su regreso a casa. Quizá el más significativo sea el de espía, del que el autor madrileño no da muchos datos en un principio para mantener la tensión durante toda la novela.
Idris, enamorado de Aunia, se enfrenta con su padre Leukón al no querer casarse con la mujer designada para él por su progenitor y líder de Numancia. Allí comienza su calvario que le llevará por gran parte de la península Ibérica hasta su regreso al hogar numantino para intentar salvar a la ciudad que le vio nacer. La rivalidad con su padre es constante, al igual que con su hermano Retógenes, que ocuparía el lugar que le correspondía como primogénito. Esa tensión se mantiene durante todo el relato aunque se suavizará desde el momento que salva la vida a su hermano. Sin embargo, siempre queda un cierto temor a lo que pueda hacer.
Sabe Mañas jugar perfectamente con ese tira y afloja familiar que tendrá sus consecuencias en el liderazgo de la ciudad. Con mano diestra, nos describe la forma de vida de los arévacos numantinos y de los romanos usurpadores. Dos formas de vivir tan diametralmente enfrentadas que las chispas saltan a cada choque de espadas que se produce. Esas dos sociedades, la numantina aferrada a sus ancestrales costumbres y la romana siempre dispuesta a absorber lo mejor de sus rivales son como el agua y el aceite. Ya sabemos, por experiencia, que las sociedades que saben adaptarse a los cambios son las que prevalecen y Roma es adaptación pura.
Como el lector ya sabe cómo acabo el incruento cerco de Numancia, bien sea por la historia o bien por otras novelas sobre Numancia, Mañas nos da una visión nueva de la ciudad y se centra en las relaciones personales de los protagonistas de la novela para conformar una obra histórica con más luces que sombras, todo lo contrario que la historia que conocemos. Sabe mantener la intriga a la perfección, sobre todo con Idris. Personaje si no voluble, al menos tornadizo que nos sorprende en cada giro que va dando. Ha sabido el escritor madrileño perfilar muy bien a sus personajes, tanto en el aspecto físico como psicológico.
Otro aspecto que maneja a la perfección es el de los diálogos. Éstos nos dan mucha información sobre los personajes que deambulan por la trama. En ocasiones, estos diálogos son escuetos, como debían ser los de los arévacos, o más elegantes y profusos los de los romanos. Ha manejado muy bien la idiosincrasia de cada pueblo y las vicisitudes de ese enfrentamiento que mantuvieron ambos pueblos durante más de veinte años de manera épica y brava. También ha querido dejar constancia de la desunión que casi siempre ha existido entre los distintos pueblos de la península, llegando a la traición para destruir a su vecino y amigo.
José Ángel Mañas se consolida con “El hispano” como un gran autor de novela histórica, aunque no ha dejado de lado su vertiente más contemporánea. Desde aquí le incitamos a que siga por ese camino y esperamos que nos siga contando las historias de ese hispano, antes conocido como Idris, por tierras romanas. Ha creado un personaje lleno de contradicciones, pero con mucha fuerza narrativa, sería una pena que no lo explotará más.
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