Gasco quería denunciar públicamente los tocamientos que sufrió de niño en el colegio por parte de un fraile (sin duda un tipo indigno y miserable). Aunque afirma que este hecho no le marcó demasiado, lo denuncia ahora que es el Alto Comisionado para la lucha contra la Pobreza Infantil (con cargo de Subsecretario de Estado, menudo pelotazo). Loable empeño el suyo, dirás. Claro, por eso le dedico esta columna que seguro le interesará personal y políticamente. Y después que se la pase (de mis partes) a la ministra de Educación.
La pobreza infantil abarca la pobreza de espíritu, moral y ética del niño. El ejemplo de una madre es una referencia vital. Un principio universal contra el que atenta esa bazofia televisiva, que arrasa en audiencias, titulada “Malas Madres”. En televisión, casi todo es basura, pero en este caso la perversión da una vuelta de tuerca. Unas madres desinhibidas y liberadas exhiben impúdicamente una forma “divertida” y “moderna” de relacionarse con sus hijos. Un “desmadre” total, tío. Pero esto a la Celaá le importa una mierda. Luego vienen los “expertos” de tocameroque a denunciar la falta de autoridad en las familias ¿Autoridad? ¿Qué es eso? Que no te extrañe cómo se la ha jugado a la Pantoja su “pequeño del alma” por la herencia de “Cantora”, no se corta un pelo y le llama “malamadre” delante de toda España. Lo que no sabe Kiko Rivera es que de “malas madres” te pueden salir malos hijos.
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