Sin embargo, el gusanillo de la literatura lo tuvo inoculado desde siempre. Publicó su primer libro fue “Portosanto. El enigma de Colón”, con la que fue finalista de Novela Torrente Ballester. El libro fue escrito en gallego como su nueva novela “El custodio de los libros”, ganadora del premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda que patrocina la editorial Pámies. Durante los días que permanecimos en la monumental ciudad jienense, tuvimos la ocasión de compartir charlas sobre literatura y otras muchas más cosas. Siempre con una sencillez abrumadora y cercana. En el mismo, estuvo acompañado de su hermana y manager general Laura Costoya. El autor gallego participó en las distintas recreaciones históricas que se realizaron durante el certamen y siempre se mostró accesible con los lectores y público en general. Demostró una profesionalidad a prueba de bomba y accedió a cuantas entrevistas le solicitaron los medios de comunicación desplazados hasta Úbeda. En esos días entrañables, pude hacerle esta entrevista en la que nos contó algunos de los secretos de su obra, siempre con una sonrisa en los labios y una afabilidad exquisita. En primer lugar, enhorabuena por el IX Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda. ¿Qué le impulsó a presentar su segunda novela a tan prestigioso premio? Tras haber quedado finalista en el Certamen de Novela Torrente Ballester creímos que podía optar a algo más. Siendo novela histórica, qué mejor que presentarla al premio más importante del género en nuestro país. Teníamos mucha fe en esta novela… y creemos haber acertado. ¿Qué le ha supuesto a nivel personal ganar el premio? Más allá de la dotación económica, incluso de la mera publicación del original, lo que más valoramos es la visibilidad que le da este reconocimiento a nuestras novelas. Lo que queremos es que nuestras historias lleguen a la gente. Pues bien, Úbeda nos ha facilitado un trampolín. Está pasando unos días en la ciudad de Úbeda para recoger el premio y presentar su nueva novela “El custodio de los libros”. ¿Qué impresión ha sacado del certamen y de la organización del certamen ubetense? No se trata tan solo de un premio, ni de una serie de presentaciones de novelas de ambientación histórica. Es una experiencia global, con recreaciones de batallas, con toda la ciudad volcada en torno a la literatura. El mérito de los organizadores es extraordinario. Demuestran que la cultura debe estar en la calle, extenderse por todos los rincones y llegar a toda la sociedad. Nada menos. En su novela “Portosanto. El enigma de Colón” y en la novela premiada sostiene que Colón, no era otra que Pedro de Álvarez de Sotomayor y, por tanto, gallego. ¿En qué documentos se sostiene esa teoría? A lo largo de los 130 años que tiene ya la teoría se han ido acumulando pruebas de toda índole. El idioma en que hablaba el almirante, los topónimos que fue adjudicando a los lugares que descubrió, el acta de venta de una finca en el mismo lugar donde la tradición oral atribuye su nacimiento por parte de un descendiente suyo, su propia firma… y así, decenas de datos que la avalan.Tantos indicios que intelectuales de la talla de Castelao, Valle Inclán o Emilia Pardo Bazán no tenían dudas al respecto. Y de eso hace ya unos añitos. ¿Qué relación histórica tienen sus dos primeras novelas? Pese a ser historias independientes entre sí (no hace falta leer una para leer las otras, ni por tanto son consecutivas), las tres novelas de esta trilogía están ambientadas en una misma época -el final de la Edad Media- y comparten algunos personajes. Conforman una uniformidad temática y estilística, así como un sentido global. Pero, insisto, son tres novelas independientes. La primera embarcación del primer viaje de Colón que llega a España es la Pinta y lo hace en Baiona, Galicia. ¿Fue un hecho premeditado, por parte de Colón? Es otra prueba más. Baiona era el único puerto de las tierras de Soutomaior que permanecía fiel a su auténtico señor. Por eso, aunque él se dirigió a Lisboa -a donde llegó tres días más tarde-, envió la Pinta a ese lugar. Porque quería que sus tierras pasasen a la Historia como el primer lugar donde se tuvo noticia del éxito de la expedición. “La misión de Misarela era fundar la primera biblioteca en suelo americano”“El custodio de los libros” transcurre en el eremitorio de Misarela. ¿Por qué escogió este lugar para la trama de su novela? El traslado de la congregación de mendicantes de la Misarela, entre montañas, a San Antonio de la Puebla, a la orilla del mar, está documentado. Y desde este segundo monasterio salió Alonso del Espinar, en la expedición Ovando, hacia el nuevo mundo en 1502. ¿Su misión? Fundar la primera biblioteca en suelo americano. El resto… es Historia. Eran los años en los que reinaba Enrique IV de Trastámara. ¿Cómo fueron aquellos años? Una época convulsa por muchos motivos. Castilla vivía décadas de inestabilidad política, y al rey le faltaba poder y autoridad para reprimir la ambición de los grandes nobles. Entre eso y la situación geopolítica de toda Europa, el resultado es un reinado plagado de batallas, sangre y envenenamientos. ¿Era el rey realmente impotente?, como cuentan las crónicas. Todo apunta a que tuvo serios problemas para tener relaciones sexuales con sus mujeres, pero la causa es una incógnita. En la propia farsa de Ávila derriban su efigie bajo el grito “A tierra, puto”, siendo ese calificativo sinónimo de homosexual. Como homosexual, según afirma Unamuno, tenía que ser su padre, Juan II de Castilla, al que se le atribuye una relación con Álvaro de Luna. ¿Fue el padre de la infanta Juana, por mal nombre la Beltraneja? Como dice uno de los personajes, nadie duerme en la cama de los reyes salvo ellos mismos. No podemos demostrar que fuera padre de doña Juana, pero desde luego nadie podría demostrar en aquella época que no lo fuese. No, con pruebas fehacientes. Así pues, el destronamiento de la princesa fue una usurpación en toda regla. Su tía Isabel, la que conocemos como la Católica, jamás debió reinar. Al monasterio de Misarela, llega un cargamento de libros que se salvan de las llamas en la ciudad de Toledo. ¿Se ha basado en hechos históricos para relatar ese pasaje o es ficticio? Esa biblioteca aparece en mi primera novela. Proviene de los ejemplares que se salvaron en la destrucción de Alejandría, pasando por más sitios y acabando en Toledo para que la Escuela de Traductores la preserve. Hay una base de hechos históricos, pero la biblioteca de libros prohibidos es ficción.
La Inquisición, en aquellos años, ya publicaba un Índice de Libros Prohibidos que lo seguiría haciendo hasta el siglo XX. ¿Qué libros eran los que fueron condenados a las llamas? Es la Iglesia Católica la que ha reeditado durante cuatrocientos años ese Index. Y, no lo olvidemos, sigue vigente aunque haya dejado de reeditarlo. A lo largo de los siglos ha condenado a las llamas a cualquier texto que contraviniese sus postulados. Una muestra del dogmatismo más atroz, ese que se opone a la razón humana en base a lo que ellos dicen ser la palabra de Dios. De un Dios cruel y vengativo, en cualquier caso. Hasta esa época, los libros se copiaban a mano. ¿Era eso lo que hacían los monjes de Misarela? Justo en esta época aparece la imprenta, pero tardaría en llegar. En la Misarela, eremitorio de mendicantes, no se transcribían códices hasta la llegada del monje guerrero Luis de Ligunde y su misterioso cargamento proveniente de Toledo. Después, todo cambia. Sobre la congregación se desata una tempestad de consecuencias imprevisibles. ¿Qué supuso la invención de la imprenta, tanto para la Iglesia como para los monasterios? Contribuyó decisivamente al final del dogmatismo. Al popularizar la cultura le restó algo del despotismo con el que imponían su moral. Vino, junto con la aparición del protestantismo y el propio descubrimiento de América, a impulsar el racionalismo que marcaría el pensamiento moderno. A los monasterios les dio y les quitó. A los que contaban con un scriptorium les acabó por quitar esa función, pero en general también les facilitó la posibilidad de contar con más volúmenes. En su novela, ocurren crímenes, robos, violaciones… ¿Estamos ante un thriller histórico? Desde luego, no es la enésima novela en la que hay que resolver un asesinato. Eso no existe en nuestra historia. Lo que sí hay es un relato de la brutalidad de la época, un ritmo trepidante y mil calamidades que afectan a sus personajes. Como la vida misma. Yo prefiero verla como una novela de aventuras que transcurre en una época concreta, pero supongo que también se la puede considerar un thriller histórico, sí. Los capítulos de su libro son muy cortos. ¿Busca la agilidad en sus textos? No solo con ese recurso. El ritmo dramático busca ser muy vivo, la acción no se detiene y los acontecimientos no dejan de precipitarse. Además, la implicación con los personajes busca que los sentimientos estén a flor de piel desde la primera página. Que nuestra historia enganche es una absoluta prioridad para nosotros. No escatimamos en recursos para lograrlo. Ese es el feedback más frecuente en nuestros lectores. Y, desde luego, es uno de los más valiosos para nosotros. También observamos que hay pocas descripciones de lugares y personas, y sí muchos diálogos. ¿Cómo definiría su estilo a la hora de escribir? Como digo, buscamos un ritmo trepidante. Acción y sentimientos. Hace ya años que si un libro no me engancha lo dejo. Por lo tanto, es una prioridad que ningún lector o lectora míos sienta el impulso de no seguir leyendo. ¿Tiene ya preparado el tercer libro de su trilogía? Está acabado, aunque seguimos puliéndolo. ¿Piensa continuar en el género de la narrativa histórica o dará un giro de timón? Finalizada esta trilogía vamos a explorar nuevos territorios. Llevamos año y medio tomando notas, recreando situaciones, esbozando personajes… el próximo proyecto ya está encaminado. En cuanto los tres volúmenes de “De luz y tinieblas” (nombre de nuestra trilogía) estén en las librerías probaremos con nuevas experiencias literarias. Puedes comprar el libro en:
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