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Paolo Prodi: "Séptimo, no robarás. Hurto y mercado en la historia de Occidente"

Acantilado, Barcelona, 2024
jueves 27 de junio de 2024, 22:21h
Séptimo, no robarás
Séptimo, no robarás

Es un hecho, cuando solamente queden dos seres humanos sobre la tierra, el uno compra y el otro vende. Y cada cual se aprovechará de las circunstancias lo más posible.

Dicho de un modo mejor: “En una época en la que la revolución comercial recorría la sociedad europea, el problema de la ‘medida’ se convirtió en el centro de la reflexión filosófico-teológica y jurídica, no sólo en lo que respecta al precio de las mercancías, sino también como instrumento de control racional de una realidad que había crecido confusa y contradictoriamente dada la fragmentación de la época feudal”.

Y la vigencia del asunto es permanente; si extendemos la palabra moneda al variable valor acordado (siempre según las circunstancias) para las cosas, “el tema de la moneda es el más directamente vinculado con la revolución científica que afectó tanto a la naturaleza como a la sociedad, ya que supuso, a partir del siglo XIII –piénsese en el nacimiento de la actividad bancaria-, el establecimiento de una visión numérica y cuantitativa del tiempo y del espacio” Nada menos, es decir casi todo el conjunto de las realidades.

El libro, magníficamente ordenado en materias muy bien coordinadas entre sí, no solo equivale a un estudio riguroso de los entresijos y significados del mercado, sino que viene avalado por un lenguaje preciso y claro.

El autor señala, como grandes apartados a considerar, desde ‘Foro, mercado y hurto’, éste último termino de largas disquisiciones no únicamente materiales, sino morales y religiosas, hasta “Las fuerzas en juego: Iglesia, Estados y la república internacional del dinero”, para concluir con un muy útil apartado final que incluye “Reflexiones actuales”.

La vigencia del tema es perenne, más dada la prontitud con que se suceden las elecciones, sea de lo que fuere, sea en donde fuere. ¿Qué es lo primero que hace un dirigente político cada mañana?, consultar las páginas de economía. Pues sí: si política es la gestión –y usurpación- de lo público, qué ha de consultar si no. ¿No es acaso el gran hilo que cose la historia el de la economía?

Una vez más, dicho de un modo técnico y eficaz: “El mercado como sujeto y juez colectivo (repárese en los atributos del mercado) del valor de las mercancías sólo puede funcionar si no se ve pervertido por la imposición de un determinado precio, por parte de un monopolio o como resultado de un acuerdo entre vendedores para limitar la competencia” Semeja un reflejo de las noticias diarias.

Es curioso el relato, a tenor del título elegido para el libro (¿para la realidad-real?) “Es en el marco de la reflexión sobre las posibles violaciones del séptimo mandamiento donde la doctrina moderna del contrato se apoya en la realidad histórica” (…) El discurso sobre el marcado y sus reglas, y por tanto sobre el hurto como violación de las mismas, se caracteriza a mi juicio al principio de la Modernidad por la contraposición entre las fuerzas que tienden a controlar la sociedad y por una circularidad de las normas entre la ética y el derecho”.

Y en adelante todo vendrá a ser una repetición sobre la base de tales premisas. Lo que ha venido en definir, con el tiempo –y en su prolongación- una praxis del intercambio bajo la influencia de los matices socio-político-religiosos que los distintos intereses creados vayan exigiendo: “Lo sabemos todo sobre el desarrollo de las primeras teorías económicas del período comprendido entre los siglos XVII y XVIII, sobre el mercantilismo y la fisiocracia, pero falta establecer la relación entre las doctrinas y la evolución constitucional que se produce con el desarrollo de los gobiernos terratenientes y los titulares de la deuda pública”.

Y en esa mímesis del comportamiento socio económico de una sociedad a remolque del peso inequívoco del desequilibrio entre el poseedor y el poseído (el deudor) es hacia donde haya de converger una especie de conclusión final nada prometedora: “A cualquier observador de la realidad económica actual le resulta evidente que la frontera entre robar y no robar, entre robar y el comportamiento ‘honesto’, es cada día más difusa, al igual que la frontera entre la propiedad privada y el bien común”.

¿Guardar para tener?; o tal vez guardarse de no tener. Al menos no olvidar la ironía del aquel famoso título literario: ‘la insoportable levedad del hurto’, o algo así.

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