Estas perlas documentales, puestas en circulación en su excelente artículo: «Nuevos documentos para la biografía de Miguel de Cervantes Saavedra, un comisario real de abastos en los antiguos Reinos de Jaén y Sevilla, 1592-1593» (Anales Cervantinos, 2016, 13-51), corrigen los errores de los cervantistas sobre la biografía del héroe de Argel y ponen de relieve que Cervantes trabajó para los galeones de la Armada y Flotas de la Carrera de las Indias bajo el mando de Cristóbal de Barros y Peralta, considerado el mejor constructor de navíos de guerra del reinado de Felipe II (1527-1598).
En este punto surgen las preguntas: cuándo, dónde y en qué circunstancias Miguel conoció a Cristóbal, artífice de la organización técnica de la escuadra española en Lepanto y de la Armada Invencible. En vista de ello, no es exagerado pensar que se encontraron en Barcelona, Mesina, Nápoles, la ciudad griega Náfpaktos, Roma o Sicilia.
Ahora bien, algunos documentos de mayor importancia hallados por el archivero José Cabello Núñez son la certificación de Miguel, del 13 de enero de 1592 en Porcuna, que trata de las 196 fanegas de trigo, sacadas por Cervantes, cuya estadía fue recordada, el 16 de noviembre de 1591 en Jaén, por Pedro de Isunza, proveedor general de las galeras de España, quien les consideró a los comisarios Ruy Sáenz y Miguel de Cervantes: «personas de confianza, habilidad y suficiencia» (K. Sliwa, «Documentos…», 235-36).
Conforme a los nuevos documentos localizados por Cabello Núñez, el 7 de septiembre de 1592, en El Puerto de Santa María en Cádiz, Pedro de Isunza Lequeitio, ordenó a Martín de Arriaga, pagador general de las galeras de España, que procediese al pago de los 2.744 reales de plata que se debían al Concejo de Porcuna, valor de las 196 fanegas de trigo, sacadas por Cervantes en enero de 1592, al precio de 14 reales cada fanega (J. Cabello Núñez, «Nuevos…», 46-47). Ese mismo día, Isunza mandó a Arriaga que efectuara el pago de los 2.120 reales de plata que se adeudaban al Concejo de Porcuna, importe del valor de las 130 fanegas de trigo y 50 fanegas de cebada que Cervantes le había sacado en enero de 1592 (J. Cabello Núñez, «Nuevos…», 46-47).
El benemérito investigador Cabello Núñez descubrió una carta de poder del 6 de octubre de 1592 en Porcuna, otorgada por parte del Concejo de Porcuna, a favor de Cristóbal Ramírez de Aguilera, residente en Sevilla, para que en su nombre pudiese cobrar de Arriaga los 2.744 reales de plata que se le debían por el valor de las 196 fanegas de trigo, sacadas por Cervantes en enero de 1592 (J. Cabello Núñez, «Nuevos…», 46-47). A continuación, el nuevo dato de Cabello Núñez trata de una carta de pago, del 12 de noviembre de 1592 en Sevilla, suscrita por Aguilera en nombre del Concejo de Porcuna, acreditativa de haber recibido de Arriaga los 2.120 reales de plata que se les debían por el valor de 130 fanegas de trigo y 50 fanegas de cebada, sacadas por Cervantes en enero de 1592 (J. Cabello Núñez, «Nuevos…», 46-47).
El nuevo testimonio del 21 de febrero de 1593, de Cabello Núñez, no solo echó por tierra la teoría equivocada de los cervantófilos de que Miguel se encontraba sin oficio en Sevilla entre los meses de enero y junio de 1593, sino también probó la breve detención de Cervantes en La Puebla de Cazalla, quien era «persona inteligente y de confianza», y quien fue acompañado por Juan Sáenz de la Torre, su ayudante, a las villas de El Arahal, Carmona, Marchena, Morón de la Frontera, Osuna, Paradas, La Puebla de Cazalla, Utrera y Villamartín. Además, cabe hacer hincapié en que Miguel inmortalizó Morón de la Frontera así: «entregóse en todo, con más gusto que si le hubieran dado francolines de Milán, faisanes de Roma, ternera de Sorrento, perdices de Morón o gansos de Lavajos» (El Quijote, II-XLIX).
El 8 de julio de 1593, según el nuevo dato de Cabello Núñez, ante el escribano Alonso de Cívico, el glorioso Manco nombró a la bizcochera sevillana Magdalena Enríquez, residente de la calle Bayona en la collación de Santa María, para que durante su ausencia pudiera cobrar de Cristóbal de Barros los 19.200 maravedíes que se le debían de su salario.
También, es notorio que los sueldos de Miguel fueron retribuidos con irregularidad, empero no está evidenciada la forma de haber recibido las ganancias salariales. No obstante, sí está documentado que en la fecha del otorgamiento de este poder, Magdalena se encuentra matrimoniada con el bizcochero Cristóbal Bermúdez desde al menos el 11 de agosto de 1589. Incluso está acreditado que Magdalena, madre de dos hijas, estuvo enlazada en segundas nupcias con el capitán Francisco Montes de Oca, padrino de María, hija de Mariana de Carbajal y del comediante Tomás Gutiérrez, todos muy buenos amigos de armas de Cervantes.
En conformidad con el nuevo testimonio, aportado por Cabello Núñez, el 9 de noviembre de 1593, Cristóbal autorizó al pagador de la Real Armada de la Guardia de las Indias en la Casa de la Contratación, de Sevilla, Francisco de Agüero, para que abonara a Miguel los 19.200 maravedíes que se le debían por su salario de 48 días que se ocupó en sacar 998 fanegas de trigo y 174 fanegas de cebada, a razón de 400 maravedíes diarios (1 real eran 34 maravedís), en la comarca de Sevilla (J. Cabello Núñez, «Miguel de Cervantes…», p. 143).
La nueva prueba documental de Cabello Núñez constata que el 28 de marzo de 1594 fue concedida una carta de pago por Magdalena Enríquez, bizcochera vecina de Sevilla, en nombre y como cesionaria que dice ser del comisario Cervantes, a favor de Francisco de Agüero, pagador de la Real Armada de la Guardia de las Indias, justificativa de haber recibido los 19.200 maravedís que a Miguel se le debían por su salario, acorde con la libranza de 9 de noviembre de 1593, firmada por el Proveedor General Cristóbal de Barros (J. Cabello Núñez, «Nuevos…», p. 38).
El nuevo documento de Cabello Núñez, fechado el 18 de noviembre de 1596, es un asiento o partida contable en la data de las cuentas guardadas por Agüero justificativa de haber satisfecho a Magdalena, en virtud del poder que para ello le había dado el comisario real de abastos Cervantes, el 8 de julio de 1593, los 19.200 maravedíes que se le adeudaban por su salario de 48 días («Miguel de Cervantes…», pp. 137, 139).
Pese a ello, nuevamente algunos académicos cervantinos inventaron y propagaron una idea descabellada que Miguel había sido infiel a su esposa Catalina, y que entabló relaciones extramatrimoniales con Magdalena, basándolas en que le había confiado gestionar la cobranza de su sueldo. A mi modo de ver, la relación fue puramente mercantil y su objeto fue realizar las diversas operaciones bancarias, tales como, el depósito bancario, el descuento y las transferencias bancarias internas y externas, enviando los giros, inter alia, a Catalina, su esposa, y a Magdalena, su hermana, para la formación de su hija Isabel, lo que se denominaba como la taula de cambios.
Cabello Núñez descubrió otro nuevo documento referente al año 1596, un asiento o partida contable, donde no consta el día ni el mes, pero que está reflejado en la data de las cuentas acogida por Agüero, documento justificativo de haber satisfecho al comisario Miguel los 19.200 maravedíes que se le debían por su salario de 48 días que se ocupó en sacar 998 fanegas de trigo, a razón de 400 maravedíes diarios (J. Cabello Núñez, «Miguel de Cervantes…», pp. 137, 139).
Cabello Núñez localizó el nuevo documento, sin fecha, concerniente a un asiento contable que no solo nos brinda la cantidad precisa de maravedíes que Cervantes saldó a los arrieros, quienes transportaron las 2.002 arrobas de aceite de Écija, sino también comprueba que Cervantes retribuyó, en metálico, 71.839 maravedís a los arrieros, quienes transportaron el aceite a Sevilla, destinados al aprovisionamiento de la Armada Invencible (J. Cabello Núñez, «Miguel de Cervantes…», 371-375), según el dato del 22 de enero de 1588 (K. Sliwa, «Documentos…», 152-53).
Conviene resaltar, además, que Cabello Núñez descubrió una nueva firma del héroe de Argel que data del 6 de marzo de 1589 por haber recibido cien ducados para liquidar los gastos de la molienda del trigo en Écija entre 1587 y 1588 (Alfredo Valenzuela, «Descubierta…», 1).
De igual modo, apoyándome en la documentación fiable ahora recabada, rectifico por primera vez otros errores de los biógrafos cervantinos, quienes propagan incorrectamente que el «Príncipe de los Ingenios españoles» trabajó para los 4 proveedores generales y no para los 6 según la documentación conservada, esto es, para Antonio de Guevara, Francisco Benito de Mena, Gaspar de Añastro Isunza, Pedro de Isunza, Miguel de Oviedo y Cristóbal de Barros y Peralta, quien le había considerado a Cervantes «persona inteligente y de confianza».
Por último, se pone en letras de molde que Miguel visitó Castilblanco de los Arroyos, ubicado en la provincia de Sevilla, situado en la antigua Ruta de la Plata, y anotado en Las dos doncellas de esta manera: «5 leguas [24.1402 km], de la ciudad de Sevilla, está un lugar que se llama Castilblanco, y, en uno de los muchos mesones que tiene, a la hora que anochecía, entró un caminante sobre un hermoso cuartago extranjero», cuando «eran las noches de las perezosas y largas de diciembre, y el frío y el cansancio del camino forzaba (a los viajeros) a procurar pasarlas con reposo».
En resumidas cuentas, los nuevos documentos cervantinos, de inapreciable valor historiográfico, descubiertos por el ejemplar investigador José Cabello Núñez, brindan especial interés biográfico para la reconstrucción de la trayectoria de la vida de Cervantes que todavía queda abierta. Igualmente, le felicito al historiador José Cabello Núñez sus magníficos descubrimientos para la Historia de España, ante todo, para la de Osuna, Morón de la Frontera, La Puebla de Cazalla y Villamartín, testimonios que deberían quedar fijados en los papeles para enmendar así los grandes desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza y revistas electrónicas. ¡Enhorabuena!
«Laus in Exclesis Deo»,
Krzysztof Sliwa
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