¿Como un joven de diecisiete años fue capaz de abandonar su carrera universitaria y marcharse a París para transformarse en escritor? ¿Cómo alguien con las escasas herramientas de haber leído unos pocos cientos de libros se atreve a arriesgar todo su futuro a una sola carta? ¿Cómo es posible renunciar a la familia y a su apoyo para enfrentarse a los fantasmas de su cerebro? Y sobre todo, cómo hacer una radiografía de lo que supuso la creación de una primera obra?
Se trata de un análisis complejo sobre la creatividad, sobre la puga interior entre lo conocido y la aventura de descubrir capacidades nuevas, sobre los sentimientos que acompañan al momento de quemar las naves y cerrar cualquier posibilidad de regresar a la calidez de la cueva de donde proceden las mentiras eternas.
La aventura de colocarse frente al mundo para investigar sus puntos débiles, las oquedades que nadie quiere mirar, el rostro que se oculta tras la amabilidad de los lugares comunes, de los consejos mil veces repetidos para adoctrinar el ansia de saber.
La historia de un joven escritor de novelas que destrozó todos los cánones académicos, que se atrevió a seguir las sombras y cantos de las sibilas, convencido que más allá brillaba la luz.
Pocos autores se han atrevido a llegar tan hondo y tan lejos en su propia crítica. Y al final una pregunta: ¿merece la pena escribir novelas? ¿Mereció la penas escribir El lobo estepario, El Extranjero, Moby Dick, Rayuela, Crimen y Castigo, El ruido y la furia, Ulises, La soledad del corredor de fondo y tantas otras, para terminar en una sociedad como la actual, barrida por bestseller de tres al cuarto y series de televisión espúreas, por aventuras de zombis y juegos de rol? Una respuesta insólita para alguien que acaba de publicar su obra número treinta.
"Solo los ángeles deberían escribir novelas" es su obra más arriesgada. La historia de un escritor que empieza y, para ello, rompe con todo su pasado y se va a París para intentar emular a tantos autores españoles que no encontraron un hueco en su país por culpa de nuestra idiosincrasia cainita, las mafias editoriales, los asesores que solo obedecen criterios de mercado, lejos del valor que debería premiar en la literatura. Pero más que una historia es una radiografía del proceso de escribir a favor y contra de uno mismo. Y una descripción detallada de los silencios que esconden los escritores mientras piensan sus creaciones, silencios escondidos entre cada línea.
Manuel Salado es uno de los pocos representantes que quedan y siguen publicando de la famosa Narrativa Andaluza (Los Narraluces), de los años setenta y ochenta.
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