Aurelia Villalba dice que su profesión “ataca directamente al hígado”. También opina que, a veces, sus clientes olvidan dónde acaban los límites de ese mismo oficio. “Tengo que cortar este tema antes de que se crea que soy su psicóloga o su amiga. Solo soy su abogada”, se repite a sí misma a menudo.
Nunca ha conocido a su madre, y su padre le cuenta, cada vez con menos convicción, que ella murió en su parto. En cuanto a su hijo, Ramón, fruto de una mala noche y muchos meses de dudas, vive, prácticamente desde que nació, con su padre, Miguel, argentino y ex-tenista profesional, de modo que Aurelia descarga su conciencia mediante el pago de una pensión de alimentos absolutamente desproporcionada e innecesaria para los gastos del pequeño.
Aurelia es hija de la ficción, pero también podría no serlo. En Aurelia Villalba, abogada de familia, Luis Zarraluqui Navarro ficciona algunos de los casos reales más impactantes que ha llevado el despacho de abogados que fundó su abuelo en 1926 y que hoy él dirige: Zarraluqui Abogados de Familia. Que las demandas de paternidad, las custodias compartidas o las pensiones compensatorias hilvanen la trama no es, por supuesto, casualidad, dando forma a un relato en el que nada de lo que cuenta es cierto, aunque todo es real...
“Hoy en día, cada vez son más variados los problemas que tienen las familias, empezando por definir quién compone una familia o cuántas familias tiene una persona. Y esto nos afecta prácticamente a todos. La regulación de los derechos de los accionistas minoritarios en una sociedad del Ibex no dudo que sea importante, pero solo afecta a una parte de los ciudadanos; pero de la familia y de la muerte no nos libramos ninguno”, señala el abogado madrileño.
Luis Zarraluqui Navarro (Madrid,1960) es abogado desde hace más de treinta años y dirige el despacho que fundó su abuelo en 1926 y consolidó su padre: ZARRALUQUI Abogados de Familia. A su experiencia profesional, con una media de cien asuntos nuevos cada año en la especialidad, añade la personal ya que está divorciado dos veces y es hijo, nieto y hermano de divorciados. Estudió en el colegio de los jesuitas de Madrid, conocido por todos como El Recuerdo, donde pasó una de las mejores etapas de su vida y donde conserva algunos de sus mejores amigos. Tiene tres hijos varones, de dos madres distintas, con los que mantiene una relación extraordinaria, pese a no haber tenido nunca su custodia. Presume con orgullo de que también la tienen entre ellos. Es socio del Real Madrid prácticamente desde que nació, sigue jugando al fútbol con los antiguos alumnos de su colegio, es un apasionado del tenis que practica varias veces por semana y, prácticamente, de todos los deportes. Le gusta la historia de España en general y la época de los conquistadores en particular.
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