Empezaba a anochecer en Brujas. Hacia frio. La humedad calaba hasta los huesos y estaba neblinoso. Se veía poca gente dirigiéndose en bote hacia sus casas o su lugar de trabajo.
Se dirigieron al restaurante. Los tres clérigos errantes eligieron una mesa próxima a una de las dos chimeneas en la que varios troncos gruesos ardían y caldeaban la estancia y la luz de unos candiles de tres brazos, iluminaban el comedor
- Os recomiendo la Carbonada, les dijo el mesonero, es un estofado de carne con cerveza y unos mejillones para compartir.
-Bien, dijeron, los tres Goliardos
-La lana cruza los campos portugueses, castellanos, extremeños, riojanos y navarros y llega a las puertas del mar en Bilbao, donde es embarcado a Brujas y Amberes, y en ocasiones a Francia. Es un negocio, decía un goliardo, donde entran en juego la arriería y carretería, la banca, las letras de cambio, la navegación y los puertos, las posadas, los almacenes y centros laneros y las ferias.
Siguieron hablando durante la cena.
Después, en la ciudad de los puentes y de los atracaderos, tomamos un bote para dirigirnos a la fonda. Nos bajamos en un embarcadero próximo al Hostal donde pernoctamos como todos los días
- Al día siguiente mientras nos dirigíamos a un Telar para hablar de negocios, pasamos debajo de un puente y nos cruzamos con una barca que transportaba a cinco eclesiásticos de pie.
Cinco hombres de negro iban en una barca
-Los vimos. Nos quedamos observándolos con fijeza, y uno de los clérigos errantes dijo:
-Por Dios, por Dios, por Dios, ¿Quiénes son esos hombres?, quienes son.
-Por Dios, por Dios, por Dios, ¿Quiénes son esos hombres?, repetía otro.
Seguimos nuestro camino. Nos dirigimos a otros telares para hablar de negocios con otras empresas
De nuevo vimos la barca con esos cinco individuos de pie
- Por Dios, por Dios, por Dios, ¿Quiénes son esos hombres?
-Por Dios, por Dios, por Dios, ¿Quiénes son esos hombres?, se preguntaron los goliardos
Fuimos a otros Talleres para hablar de negocios con otras empresas
Volvimos a ver, al cabo de unos días el bote con los cinco eclesiásticos de pie.
- Por Dios, por Dios, por Dios, ¿Quiénes son esos hombres?
-Por Dios, por Dios, por Dios, ¿Quiénes son esos hombres?, se preguntaron los goliardos de nuevo
Continuamos nuestro camino. En algunos talleres nos enseñaron la clasificación de las lanas en diferentes lotes según su calidad, y el golpeo de los tundidores con una madera para que perdieran piedras, fibras e impurezas.
En otros vimos como las mujeres peinaban los copos de lana con peines que calentaban con fuego, para desenredar y alargar las fibras en madejas de distintos largos y como los cardadores extendían estos sobre unos caballetes y los desenredaban con pequeños dientes de hierro.
De nuevo, mientras atracábamos la barca, antes de entrar a visitar un Taller especializado en el lavado de lana, volvimos a ver el bote con los cinco eclesiásticos de negro de pie. Nos quedamos mirándolos con fijeza, pero no dijimos nada.
El propietario del Telar, que los esperaba en el exterior del taller, los miró, y siguió con y nos dijo.
- Son Chemari el Escriba-no, Álvaro del APortillo, dos curas más y Ajosefo Antuanido
-Pasad, nos dijo el empresario, y nos mostró las instalaciones del proceso de lavado, en el que las lanas eran sumergidas en baños sucesivos de agua caliente y fría, para quitarles el olor a sudor del animal
Por último nos dirigimos a un atracadero próximo para visitar un taller dedicado a la fabricación de tapices.
Al llegar vieron a un hombre de mediana estatura y calvo, discutir de forma acalorada con los cinco eclesiásticos que habían visto con anterioridad
El calvo, de repente empezó a darle de madrazos a uno de ellos, para acabar tirando a Alvaro del APortilo a las frías aguas del canal.
-Después, la emprendió de nuevo a golpes con Chemary el Escriba-no, que asustado le decía:
-Por Dios, por Dios, por Dios, que somos hombres de los obispos.
-Por Dios, por Dios, por Dios, que somos hombres de la iglesia.
-Por Dios, por Dios, por Dios, que somos representantes de Dios en la tierra.
Esto le exacerbó aún más la agresividad, y de un gran madrazo acabó con él en las aguas del canal.
Álvaro del A-Portillo y los tres curas echaron a correr presas del pánico, pero el empresario irritado siguió escorriendlos. Consiguió alcanzar a uno, llegando a tiempo para empujarlo al agua a Álvaro del APortillo. Los otros tres pudieron escapar.
-El calvo está iracundo, está irritado, decían muertos de la risa los goliardos
-La ira del calvo, decían los clérigos errantes
-La ira del Calvo, volvieron a decir
-Como seguía maldiciendo, nos acercamos riendo hasta el.
-Estos hijos de puta, decía, que me quieren quitar mi Telar.
-Llevo trabajando aquí años y años.
-Ahora soy una persona respetada, tengo derechos y algunos dineros y estos cabrones me los quieren arrebatar
-¿Sabe lo que querían ?. Nos preguntó con incredulidad, el individuo
-Me ofrecen un lugar muy bueno al lado de un santo que ni siquiera conozco en el cielo, a cambio de mi Telar. Esto es la simonía de los eclesiásticos.
-Nos moríamos de la risa.
-Ofrecer favores en el cielo a cambio de propiedades en la tierra, y por si no fuera poco, nos presionan y acosan para quedarse con nuestros negocios
-Además son pederastios y obsesivos
-Peste de curas.
-Tengo un telar de Tapices que reflejan escenas caballerescas y que lo quieren para fabricar telas de escenas de santos y de cardenales.
-Esto ya es el colmo.
-Hiciste muy bien en darles su merecido.
-Si ves a un eclesiástico, lo primero que hay que hacer es darle una mano de hostias, continuaba todavía enfurecido.
-Así es, le contesté yo, “porque si tú no sabes por qué, el sí”
-Y nos reímos todos.
-Aunque no lo crean, nos decía, todavía iracundo, “no estoy falto de amor y de cariño por los curas”.
-Y quien diga lo contrario, miente como un bellaco, continuó
-Eso lo sabemos todos, le dijimos, mientras estallábamos en carcajadas
-Como dice el dicho “Nunca puedes decir de esta agua no beberé, ni este cura no es mi padre”, aunque la querencia de esta gente es hacia la mariconería y la pederastia. Decía el calvo irritado.
-Si un cura o un obispo fuera mi padre y me vieran con él, de esa guisa con la que visten, me mataría yo mismo. Esa es la razón por la que me marché de mi pueblo, por qué algo sospechaba, volvía a decir.
Volvimos a reírnos
-Al menos, darles unos madrazos me ha llenado el cuerpo de insana alegría, continuaba
-Vengase a tomar una cerveza y olvídese de los curas, le dijimos muertos de la risa.
-Aunque no lo crean, volverán. Es un problema que queremos solucionar los del gremio, pues nos están abrasando.
-Después de las cervezas, nos despedimos deseándole suerte, prometiendo volver a visitarlo, y rogándole que no volviera a pegar a más eclesiásticos
-Por Dios, por Dios, por Dios, le dijeron, con sorna, que son hombres de la iglesia, que son representantes de Dios en la tierra, tenlo en cuenta.
- Lo que no te perdonamos es que no nos hayas invitado a darle unos madrazos a nosotros, le dijeron los goliardo riéndose. Que esto se avisa
Angel Villazón Trabanco
Ingeniero Industrial
Doctor en Dirección y Administración de Empresas
El último libro de Angel Villazón Trabanco es Los Tacos de Huitlacoche:
A través de una concatenación de relatos/estampa y con un gran contenido sarcástico se van maridando lo literario, con la exposición de las viandas más características de México.
Los protagonistas de la acción son una cofradía de demonios que tienen como fin subvertir el orden. El marco donde se desarrolla está ubicado en el ambiente colonial, por lo que aparecen los virreyes, los nobles y los obispos.
Para concluir les dejamos que se deleiten con las aventuras de unos pobres diablos
Otros títulos de Ángel Villazón Trabanco:
- Goces y sufrimientos en el Medievo
- Los enanos
- El sueño de un marino cántabro y el sueño de un orfebre andalusí
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