Gervasio Posadas nació en 1962, ha vivido en la Unión Soviética, Argentina e Inglaterra y durante años se dedicó a la publicidad, trabajando para algunas de las principales multinacionales del sector, como Bassat Ogilvy, Young Rubicam o Grey. "El mercader de la muerte" es su segunda novela tras "El mentalista de Hitler", ambas sobre el periodo histórico que más le interesa, la época de los años 30 en Europa.
Segunda novela de José Ortega, de nuevo en torno a un personaje conocido pero no lo suficiente; primero fue Erik Hanussen, ahora le toca el turno a Basil Zaharoff. ¿Cómo llega a ellos?
Siempre me han gustado los personajes olvidados de la historia y eso es algo que tienen en común Hanussen y Zaharoff. En el primer caso estaba buscando un personaje que me permitiera contar la llegada al poder de Hitler desde un ángulo distinto, y un amigo experto en temas del nazismo me habló de Hanussen, un mentalista que además me permitía hablar de la faceta ocultista del círculo que rodeaba a Hitler. En cuanto a Zaharoff, topé con él mientras releía “La oreja rota” de Tintín. Hergé lo había rebautizado como Bazaroff, pero cuando empecé a googlear un poco me encontré con una figura con muchísima trascendencia a principios del siglo XX del que casi nadie se acuerda. Carne de novela.
En el periodista Ortega ha encontrado un vehículo estupendo para llegar hasta los personajes históricos. Aunque de periodista no parece tener mucho…
A pesar de que a través de Pepe Ortega he intentado hacer un homenaje a los grandes periodistas españoles de la época como Chaves Nogales, Eugeni Xammar o Augusto Assia, mi narrador es más un diletante, un personaje que no busca tanto como encuentra.
¿Qué ventajas y qué inconvenientes tiene ponerse en manos de un protagonista como José Ortega?
Pepe Ortega aporta una visión española y contextualiza de ese periodo de la Europa de entreguerras que a veces resulta un poco embarullado. Además, es un personaje con el que el lector puede sentirse identificado porque no es muy listo ni muy tonto, no es un agente secreto ni un detective sino un tipo normal al que le suceden cosas extraordinarias.
En cuanto a los inconvenientes, no se me ocurren muchos, quizás que a veces tengo que retratarlo como algo ingenuo para que pueda meterse en esos líos.
El periodo de entreguerras sigue siendo fuente inagotable de inspiración. Hay quien le encuentra parecido con los tiempos que nos ha tocado vivir. ¿Usted también?
No hay duda que existen muchas similitudes y por ese motivo esa época me fascina. Es un periodo de auge de nuevas ideologías que parecen tener la solución a todos los problemas, del nacionalismo, de una enorme polarización política, de puesta en cuestión de la democracia, de líderes mesiánicos, de crisis económica, de un increíble avance tecnológico, de una batalla constante entre la verdad y los fake news. Son fenómenos que entonces se daban en todos los países y que ahora, por desgracia en algunos casos, vuelven a repetirse. Las lecciones de la historia no pueden tomarse de forma literal, pero las señales están ahí. Esperemos que la humanidad sepa interpretar las advertencias y no incurra en los mismos errores.
Zaharoff no sonará a muchos españoles, pero hay un español que, de estar vivo, nos podría hablar largo y tendido sobre él. Me refiero a Isaac Peral.
Aunque apenas aparezca en los libros de historia, Zaharoff tuvo una relación muy intensa con nuestro país y su actuación más sonada fueron sus maniobras contra Isaac Peral y su invento. Primero intentó comprarle la patente y ante la negativa de Peral, que quería que la marina española fuera la única en tener su sumergible, Zaharoff trató de copiar la tecnología y más tarde saboteó ¡hasta en nueve veces! las pruebas de idoneidad del submarino. Finalmente, y gracias a la ayuda de distintos políticos, el traficante de armas consiguió que se diera carpetazo a un proyecto que habría dado una gran ventaja a nuestra armada en esos momentos.
Siempre me han gustado los personajes olvidados de la historia
Además, Zaharoff matrimonió con una noble española, lo cual sin duda le abrió muchas puertas. ¿Cuál fue el papel de esa mujer en esta historia?
Pilar de Muguiro, Marquesa de Marchena y casada con un primo de Alfonso XII, fue su amante muchos años antes de convertirse en la mujer de Zaharoff. Gracias a ella accedió a los círculos de poder en España, lo que le permitió acumular los primeros millones de su después descomunal fortuna. Por otro lado, la historia de amor entre ambos, que duró cuarenta años, hasta la muerte de Pilar, es uno de los pocos episodios que redimen a un personaje que era considerado uno de los seres más malvados de su época.
El Quijote cabalga por esta novela. ¿Qué tiene que ver Alonso Quijano con Basil Zaharoff?
Por casualidad, descubrí que Zaharoff era un apasionado del Quijote y ese dato me sirvió para crear un vínculo entre el viejo traficante de armas y Pepe Ortega. La lectura de este libro permite crear una intimidad entre ambos personajes, un espacio para que pudieran intercambiar confidencias al hilo de las aventuras del hidalgo.
El título de la novela, El mercader de la muerte, es el sobrenombre que Zaharoff se ganó en vida. Pero no es el único que ha merecido ese remoquete. ¿Qué lo diferencia de otros mercaderes no menos letales?
Zaharoff es el primero que recibe ese sobrenombre, por primera vez se identifica el comercio de armas con un personaje concreto. Además, el misterio que le rodea y la cantidad de leyendas que se crearon a su alrededor lo convirtieron en la supuesta mano negra detrás de todos los conflictos del momento. Nunca, ni antes ni después, la guerra estuvo tan identificada por una sola persona. Ese fue el motivo por el que Hergé lo eligió como arquetipo de traficante de armas.
El libro transcurre en Mónaco. ¿Cómo era el principado en el periodo histórico al que nos lleva?
Montecarlo, que había vivido su época de gloria antes de la guerra del 14, estaba en ese momento en una etapa de recuperación de su status, de volver a ser un lugar de reunión de la alta sociedad, un proceso en el que tuvo una intervención muy directa el propio Zaharoff, que compró en los años 20 el Casino y del Hotel de Paris. Modernizó la gestión, comenzó a explotar la temporada de verano (hasta entonces la saison tenía lugar en invierno) y popularizó el casino entre nuevas generaciones.
¿Se encuentra cómodo escribiendo sobre esos ambientes cosmopolitas, en los que se hablan varias lenguas? ¿Tiene eso que ver con su propia peripecia vital?
Mi padre era diplomático y por ese motivo pasé mi infancia en bastantes países como la Unión Soviética, Gran Bretaña y Argentina. En la vida de los diplomáticos hay muchos altos y bajos y eso ayuda a sentirte a gusto en todos lados y en ninguno.
¿Tiene ya al personaje histórico de su próxima novela, seguiremos pendientes de José Ortega?
Me gustaría seguir dándole vueltas a la Europa de los años treinta de la mano de Pepe Ortega, pero todavía no estoy del todo seguro si lo haré. Todavía tengo que enamorarme de una nueva idea o un nuevo personaje.
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