La Guerra Civil española se libró por tierra y por mar, pero también en una época de gran interés por la guerra aérea y por el rápido desarrollo de los aviones de guerra. A finales de los años treinta, los biplanos armados con una sola ametralladora, hechos de madera y lona, no muy distintos de los aviones de la Primera Guerra Mundial, dieron el paso al Spitfire y al Hurricane británicos, fabricados íntegramente en metal y fuertemente armados, y al Messerschmitt Bf-109 alemán, que iban a librar la batalla de Inglaterra en 1940. La Guerra Civil empezó con los biplanos de finales de los años veinte que equipaban a la Aviación de Guerra española, y concluyó dos años y ocho meses después con aparatos de último modelo, suministrados y pilotados por aviadores alemanes e italianos al servicio de los «nacionales» de Franco, así como con aparatos soviéticos y pilotos rusos que habían sido enviados a España para salvar a la República de una derrota inminente. Alemania, Italia y la Unión Soviética enviaron a los dos bandos beligerantes aviones de guerra Heinkel, Junkers, Dornier, Messerschmitt, Savoia-Marchetti, Fiat, Polikárpov y Túpolev. Se trataba de los bombarderos y cazas más avanzados de su época, cuyas siluetas iban a hacerse familiares durante la Segunda Guerra Mundial.
En España se sometieron a prueba en lo que a menudo se ha calificado de ensayo general de una gran guerra europea. Las Fuerzas Aéreas alemana, italiana y soviética, estudiaron las experiencias de los pilotos y las prestaciones de los distintos aparatos, al tiempo que procuraban aprender lecciones de la guerra en España para poder aplicarlas en un futuro conflicto. Las vitales preguntas que se planteaban las Grandes Potencias a finales de los años treinta eran las siguientes: ¿en qué medida acertaba Stanley Baldwin, primer ministro británico, cuando en 1932 afirmó ante la Cámara de los Comunes que «el bombardero siempre logrará abrirse paso»? ¿Los países deberían recurrir a una mayor fuerza de bombarderos para destruir a sus enemigos, como en la película Lo que vendrá (1936), o era preciso desarrollar aviones de caza mejor armados, más maniobrables y más rápidos? ¿La Guerra Civil Española podría aportar respuestas fiables a esas preguntas?
Este libro desvela todos estos interrogantes y pone en contexto la experiencia de combate de los aviadores y sus tripulaciones, sus motivaciones y miedos, los avances técnicos y los problemas derivados, y, en definitiva, la relevancia de una guerra aérea total que no solo se libró en el frente de batalla, sino que tuvo una amplia implementación en las retaguardias de los ejércitos y en los núcleos de población civil.
Llegó en un momento crucial en el desarrollo de la aviación militar y fue el escenario donde se ensayaron las nuevas técnicas de la guerra aérea, como por ejemplo los combates a alta velocidad, los ataques contra los buques, el bombardeo de las zonas civiles y la cooperación táctica aire-tierra. En el centro de aquella guerra aérea estaba la Legión Cóndor, una unidad formada por personal militar de la Alemania de Hitler que combatió en España en el bando sublevado de Franco.
Alpert, catedrático emérito de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad de Westminster y autor de títulos como Aguas peligrosas: nueva historia internacional de la Guerra Civil española y El Ejército republicano en la Guerra Civil española, aporta nuevos puntos de vista sobre la guerra aérea en España, los precedentes que sentó para la Segunda Guerra Mundial, y las posibles lecciones aprendidas.
Para otros historiadores, La Guerra Civil en el aire es «la mejor crónica en un solo tomo de la guerra aérea en España que se ha publicado» (Stanley G. Payne) de «uno de los principales expertos internacionales en la dimensión militar de la Guerra Civil, que se consolida con este apasionante estudio» (Paul Preston).
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