Estas nuevas joyas documentales, de capital importancia, corrigen los errores de los cervantistas sobre la vida de Andrés y sus familiares y ponen en evidencia que Andrés nunca fue alcalde mayor de Cabra, invención fantasiosa de los eruditos, y que jamás anduvo en amores ilícitos, idea fabulosa del biógrafo cervantino Luis Astana Marín (1889-1959; I: 121, 209), difundida sin ningún documento de archivo auténtico que continúa siendo propagada por algunos biógrafos cervantinos sin ningún dato acreditado. Igualmente, los nuevos hallazgos fiables del excelente investigador Moreno Hurtado ponen en tela de juicio que Diego de Cervantes haya sido nieto del «magnífico señor» licenciado Juan de Cervantes, abogado del Real Fisco del Tribunal de la Santa Inquisición de Córdoba, abuelo paterno del famoso poeta alcalaíno. Moreno Hurtado sostiene que «Astrana Marín insinúa que Diego de Cervantes fue fruto de unas relaciones ilícitas de Andrés de Cervantes con Victoria Rodríguez, hija de su segunda esposa, que vivía con ellos antes de casarse. Andrés tenía ya casi 70 años. Nada hay que permita llegar a esa conclusión» (Los Cervantes…, 181).
Moreno Hurtado hace hincapié en la existencia de Antonio de Cervantes, residente de Cabra: «tal vez fuera tío carnal del gran novelista» (Los Cervantes…, 47), personaje echado en saco roto por los cervantistas, cuya hija Luisa fue bautizada el 27 de enero de 1554, y cuyos padres fueron Antonio y su esposa Luisa. Los compadres fueron el regidor Francisco de Cea y el regidor Francisco de Aranda. Encima de ello, Moreno Hurtado hace notar que Francisco de Cea no solo vivió frente a la casa de los Cervantes en la calle de los Álamos, sino también que Cea y su esposa fueron los padrinos del bautismo de Andrés y de Antonia, hijos del alcalde Cervantes. A más, Moreno Hurtado esclarece que «nada más hemos encontrado de Antonio de Cervantes en los archivos egabrenses, por lo que imaginamos que su residencia en Cabra sería temporal y pronto se dirigiría a otro lugar. Ni siquiera se sabe si desempeñó alguna profesión y si era, efectivamente, hermano de Andrés de Cervantes» (Los Cervantes…, 47).
Hay que resaltar, además, que Moreno Hurtado es el primer investigador, quien aclara que Andrés fue designado por primera vez alcalde ordinario de Cabra el 24 de junio de 1571, y gracias a Moreno Hurtado es conocido que el bautismo de Elvira, segunda esposa de Andrés, tuvo lugar el 6 de septiembre de 1526, y no el 14 de junio de 1528, como lo propagan incorrectamente los cervantistas. De igual modo, conforme al nuevo dato de Moreno Hurtado, el 3 de julio de 1569, la IV condesa de Cabra, Francisca Fernández de Córdoba (1521-1597), le designó a Andrés «Juez de Quintos… por el tiempo que fuere de su voluntad» (Los Cervantes…, 66), y en consonancia con el nuevo documento de Moreno Hurtado, el 19 de enero de 1570 en Granada, el III duque de Sesa y Terranova pasó a tinta un decreto en que analizó «la caça de jabalis e ganados y otras reses de Montes» (Los Cervantes…, 67), y por incumplirse lo establecido en la «guarda de los Montes» (Los Cervantes…, 67), pidió a «Andrés de Cervantes, Juez de Quintos de la villa de Cabra, que se encargue también de esta guarda... por el tiempo de su voluntad» (Los Cervantes…, 67).
A continuación, un nuevo dato de suma importancia, hallado por Moreno Hurtado, clarifica por primera vez la verdadera ascendencia de Diego de Cervantes. A saber, el 14 de junio de 1577, el licenciado Juan de Gálvez sacramentó a Diego, hijo de Juan Sánchez Mir, el Mozo, y de Victoria Rodríguez, hija de Elvira Rodríguez de Úbeda, cuyos padrinos fueron Andrés de Cervantes e Isabel Rodríguez.
Conviene realzar, además, que acorde con los nuevos documentos de Moreno Hurtado disponemos de una consulta, del 10 de marzo de 1581, hecha a «Friedensfürst» por el Consejo de Indias, recomendando una serie de personas para «ocupar vacantes eclesiásticas y seculares de Indias», inter alia, se admite la propuesta del licenciado Juan de Cervantes, clérigo y graduado en Salamanca, hijo del alcalde Andrés, para el cargo de «arcediano» de la Catedral de Guadalajara o Catedral de la Asunción de María Santísima, de Jalisco (Los Cervantes…, 147). Es notorio que el 11 de abril de 1584, el Consejo de Indias en una consulta para la provisión de ciertas vacantes eclesiásticas, propuso «al licenciado don Juan de Cervantes, para tesorero de Tlaxcala» (Los Cervantes…, 147), quien en este momento ejercía el cargo de «Arcediano de la Iglesia de la Nueva Galicia, México» (Los Cervantes…, 147). Se piensa que Juan era «hijo y nieto de primeros descubridores de la Nueva España, donde se ha ejercitado muy virtuosamente en las letras y vino a proseguirlo y se ha graduado en Salamanca» (Los Cervantes…, 147).
El 16 de abril de 1584, la Real Cédula ordenó a los oficiales de la Casa de la Contratación de Indias, de Sevilla, «que dejen llevar un criado a Nueva España al maestro don Juan de Cervantes, presentado a la tesorería de la catedral de Tlaxcala» (Los Cervantes…, 151). El 8 de mayo de 1584 en Madrid, se aludió al clérigo Juan de Cervantes, hijo del alcalde Andrés de Cervantes, ante el escribano Antonio Márquez, o sea, «del señor doctor Pero Gutiérrez de Pisa, clérigo presbítero, estante en esta corte…, al ilustre señor licenciado don Juan de Serbantes, thesorero de la santa iglesia de Tlascala, de la Nueva España» (Los Cervantes…, 144-45), y al padre Diego de Luna y al hermano Salcedo de Lacón, todos residentes de Sevilla, especialmente, para que «en su nombre puedan cobrar del ilustre señor don Fernando de Morales, tesorero de la santa iglesia de Jalisco, en la Nueva España, trescientos ducados, los cuales le prometió dar, por hacerle buena obra, aparte doce ducados que ya le dio, y le pagará en buena moneda, en la ciudad de México» (Los Cervantes…, 144-45).
El 14 de noviembre de 1596, el Consejo General de Indias hizo una propuesta de cuatro personas para cubrir el obispado de Popayán, que está vacante y del que se dice que «vale quinientos mil maravedís» (Los Cervantes…, 152), y en segundo lugar se favoreció «al licenciado Ceruantes Arcediano en la iglesia catedral de México, hijo de conquistador de aquella tierra, licenciado en Thehologia por la universidad de Salamanca, de buena vida y ejemplo. En tercera posición figura el doctor Juan de Salcedo, canónigo de la misma, y catedrático de Prima y Cánones de la Universidad de México» (Los Cervantes…, 152). El 14 de enero de 1609, una Real Cédula ordenó «a los oficiales reales de México para que paguen a don Juan de Cervantes, nombrado obispo de Antequera de Oaxaca, la mitad de los frutos de dicho obispado, mientras ha estado vacante» (Los Cervantes…, 152). Moreno Hurtado explica que «a la vista de estos documentos, podemos asegurar que este licenciado Juan de Cervantes no es el hijo primogénito del alcalde ordinario Andrés de Cervantes... En el documento citado de 1596 se indica claramente que el padre de Juan de Cervantes había sido uno de los conquistadores de aquellas tierras, lo que no concuerda con el alcalde Andrés de Cervantes. No cabe pensar en algún tipo de falsificación del expediente, cosa relativamente frecuente en aquellos tiempos. Parece que el licenciado Juan de Cervantes era natural de Sevilla, donde dejó parte de su familia. Las fechas podrían ser aceptables en los dos casos, pero preferimos aceptar la conclusión de que se trata de dos personas distintas» (Los Cervantes…, 153).
Gracias a la nueva prueba documental de Moreno Hurtado conocemos por primea vez la fecha de la muerte de Rodrigo de Cervantes, primo paterno de Cervantes, quien falleció «el 23 de agosto de 1601 en el Hospital Real de Mesina, enfermo de calenturas y atendido por los camaradas de su propia compañía» (Los Cervantes…, 166). Con arreglo a los nuevos documentos de Moreno Hurtado es sabido que el 1 de agosto de 1602, Juan de Puebla y Alonso García, soldados del Tercio del maese de Campo, Pedro de Vivero, declararon haber sido grandes amigos de Rodrigo, soldado de la Infantería Española en la compañía del capitán Gome de Nebro. De igual manera, el 2 de agosto, Nicolás Jiménez, natural de Cerdeña, y Juan Iñiguez, natural de Bilbao, proclamaron que Rodrigo repetía que era natural de Cabra en la Andalucía (Los Cervantes…, 166). Como resultado de ello, el 8 de agosto de 1602, Juan Bautista Álvarez se dirigió al corregidor egabrense y alegó que «Rodrigo había muerto un año antes en los Reinos de Nápoles» (Los Cervantes…, 167), y que «no tenía ascendientes ni descendientes directos, y solicitó, en nombre de su hermana Leonor de Torreblanca, que se hiciera inventario de los bienes del difunto. Ese día se ordenó hacer información de testigos ante el escribano Pedro Ramírez de Baeza, y Juan Bautista Álvarez presentó testigos, quienes confirmaron que Leonor de Torreblanca era hija de Andrés de Cervantes y hermana de Rodrigo» (Los Cervantes…, 167).
En definitiva, le agradezco al escritor egabrense Antonio Moreno Hurtado su magnífica colaboración, así como le felicito el descubrimiento de los nuevos documentos de mayor importancia para la Historia de la Universidad de Salamanca y la de la genealogía de los invencibles Tercios Viejos españoles (1534-1704), así como para la de Cabra, y las de Colombia, Cuba, Chiapa, España, Filipinas, Guatemala, La Habana, Italia, México, Nicaragua, Panamá, el Perú, Puerto Rico y Verapaz, los que deberían ponerse en los papales, rectificando así los desmedidos desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza y revistas electrónicas. ¡Enhorabuena!