Sin embargo, pese a su posición dominante, ya nada es suficiente para los miembros de las familias senatoriales, ya sean Escipiones, Claudios, Fabios, Licinios, Fulvios o Sulpicios. Arrastrados por el ansia de incrementar su prestigio a través de gestas militares y la obtención del mayor número de honores y dignidades, no dudan en servirse de intrigas, alianzas y deslealtades para saciar apetitos y ambiciones personales.
Es el mundo, a la postre, de unos emergentes Escipión Emiliano y Apio Claudio Pulcro, o de unos jóvenes Tiberio y Cayo Sempronio Graco, nietos de Escipión Africano e hijos de Cornelia, la matrona ejemplar. Es, también, el tiempo de un anciano y ácido Marco Porcio Catón, quien en los estertores de su vida hará famoso el célebre «Carthago delenda est», Cartago debe ser destruida.
Esta es la novela de todos ellos, esta es la formidable Historia de Roma.
Las mismísimas puertas del infierno se abrieron de par en par cuando, al alba, los cuatro mil legionarios de refresco pusieron un pie en las calles de la colina de Birsa. Como si Cartago vomitara, miles y miles de púnicos que habían decidido morir antes de entregar su ciudad a la perfidia romana exhalaron su odio abalanzándose sobre las barricadas.
Emiliano ordenó para el ataque al atardecer, cuando solo habían logrado avanzar una manzana. El asalto se repitió al día siguiente con el mismo resultado. De seguir a ese ritmo, faltarían legionarios para tomar Birsa.
—Prended fuego a todas las callejuelas a la vez— dijo durante la noche a su estado militar. Si es necesario demoler cada piedra, lo haremos.
Juan Torres Zalba nació en Pamplona hace cuarenta y seis años. Casado y padre de dos hijas, se licenció en Derecho por la Universidad de Navarra. Actualmente ejerce como abogado en el despacho ARPA Abogados Consultores, donde dirige el área de Derecho Administrativo.
En esta su segunda novela, el autor, conducido por su pasión histórica, nos abre las puertas de una época poco explorada pero extraordinaria, trasladándonos a los acontecimientos bélicos, políticos y sociales de la Roma de mediados del siglo ii antes de Cristo, aquella que se encontró en la disyuntiva de acabar para siempre con su eterna rival, Cartago. Es el tiempo de la tercera guerra púnica, pero también del germen de las guerras lusitanas y celtibéricas y de la propia autodestrucción de la república romana.
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