El libro ha sido publicado por la editorial Edelvives y se nota el cariño que han puesto todos los participantes en la realización del mismo. La historia del cuento es la historia de un gato blanco callejero que el destino quiere que se cruce con Vicente Aleixandre, nuestro Nobel de Literatura más querido y merecido. Del poeta sevillano, que pasó su infancia en Málaga antes de establecerse definitivamente en Madrid, sabe mucho el escritor malagueño Emilio Calderón que hace unos años escribió una biografía del poeta de la generación del 27. La primera casa de Vicente Aleixandre en Madrid estaba en la calle Duque de Wellington 4, que fue destruida durante la guerra civil, sobre las ruinas construyó una nueva, con el tiempo la calle cambiaría de nombre por el de Velintonia, ya que Aleixandre llamaba así al libertador de Madrid en 1812, hace unos años volvió a cambiar la calle de nombre para tomar el del ganador del Premio Nobel de Literatura. Es en esa primera casa donde el gato, al que Vicente bautiza como Verso, se encuentra con el poeta y comienzan una dilatada amistad. “La casa de Vicente Aleixandre estaba a unos pocos cientos de metros del frente de la guerra civil. A escasos 50 metros murió el líder anarquista Buenaventura Durruti. Por eso, el poeta se trasladó durante la guerra al centro de la ciudad, concretamente a la calle Españoleto 16, donde viviría durante la guerra”, relata el escritor malagueño. En cierta ocasión, durante la guerra, Aleixandre con la ayuda de Miguel Hernández y una carretilla, como se relata en el libro, fueron a la casa a recoger unos libros. La encontraron bombardeada y destrozada y no llegaron a coger nada. Fue tal la desesperación del poeta que Miguel Hernández le tuvo que montar en la carretilla para volver a casa. “Miguel Hernández fue quien es por la ayuda de Vicente Aleixandre. Le protegió en todo momento, incluso después de su muerte siguió ayudando a su mujer para que pudiese subsistir como esposa de republicano”, cuenta Emilio Calderón y añade “el único obsequio de bodas que tuvo Hernández fue un reloj de oro que le regaló Aleixandre. Lamentablemente, cuando huía hacia Toulouse las tropas franquistas le detuvieron al ver que llevaba un reloj tan caro y del que sospecharon que podía ser robado”. La idea del libro vino con la biografía que escribió Emilio Calderón y “pensé que había algo que contar a los más pequeños, para eso idee un gato, que es el elemento unificador del relato. Los niños suelen identificarse mucho con los gatos”. Esta es la primera vez que trabajan juntos Emilio Calderón y Carmen García Iglesias y creo que no será la última. Para la ilustradora, “no es nada fácil, en un libro en el que hay tanta realidad e historia, meter un elemento de fantasía como el gato Verso”. Sin embargo, el resultado no ha podido ser más acertado. “Lo más complicado fue meter un elemento irreal en un relato tan histórico”Para conseguir la versión definitiva, Emilio tuvo que escribir hasta tres borradores. “La editorial ha hecho un trabajo muy exigente y supervisó con mucho cariño tanto el texto como las ilustraciones”, dice el autor que también cree que “lo más complicado fue meter un elemento irreal en la narración, sin el don de la palabra”. Carmen García Iglesias llegó a presentar hasta cuatro propuestas de la portada. “Trabajé con los planos originales de la casa. No había fotografías del primer chalet de Aleixandre. Mi técnica es la acuarela y me basé en fotografías de la segunda casa de Aleixandre. Aunque lo primero que me dieron fue el texto y sobre él hice las ilustraciones”, dice. Ambos se mostraron muy confiados con el trabajo de la editorial y también el uno en el otro. Parte del relato se desarrolla en el periodo de la II República. “Iban mucho poetas y escritores a visitar a Vicente Aleixandre, él siempre estaba enfermo desde que en 1931 le extrajeron un riñón por lo que no salía mucho. Siempre tuvo una mala salud de hierro, aunque muchas veces se hacía el enfermo para no salir de su casa. Pablo Neruda fue uno de los más asiduos visitantes. Allí, coincidió muchas veces con Miguel Hernández. Neruda cuenta en alguno de sus escritos la facilidad que tenía Miguel para subirse a los árboles. Lo hacía en casa de Aleixandre o en la misma calle Alcalá para asombro de los viandantes”, recuerda Emilio Calderón.
También la casa de Aleixandre fue testigo de lo mal que se llevaban Miguel Hernández con Federico García Lorca. Tuvieron muchos encontronazos y Federico nunca ayudó en la difusión de la obra del cabrero de Orihuela. Incluso le llegó a recomendar humildad porque Hernández decía que era mejor poeta que el mismísimo Lorca. Sin embargo, para “Vicente Aleixandre, el valor que tenía la amistad era lo más importante de la vida. José Luis Cano lo llamaba la gerencia de la amistad”, cuenta Emilio. Otro asiduo visitante al chalet era Luis Cernuda, que era muy cotilla, un confesor de almas que tenía un trato muy difícil, para él, la poesía era un canal de emociones que tenía que arrastrarte. Quizá fuese con estos poetas con los que sentía más afinidad Aleixandre, de ahí que Emilio Calderón los haya hecho protagonistas en su libro. “He puesto mucho cariño en estos personajes, mi ilusión es que los niños los quieran”, afirma. “Para mí, a los primeros lectores lo que más les llama la atención es la musicalidad del texto y las metáforas. Quiero que los niños se den cuenta del valor que tiene la poesía y la figura de los poetas, que descubran el mundo a través de la palabra”, elucubra con acierto el autor. Para terminar, no podemos dejar de hablar de la catastrófica situación en la que se encuentra la casa de Aleixandre. “Es una indignidad lo que están haciendo con Velintonia, por lo que representa a nuestra memoria como pueblo. Es la casa de todos, de la poesía. Tenían que declararlo Bien de Interés Cultural, pero los políticos no están a la altura ni les interesa la cultura”, concluye Emilio Calderón con unas palabras a las que apoyamos totalmente. Toda un infamia lo que están cometiendo con la memoria de Vicente Aleixandre. Puedes comprar el libro en:
+ 0 comentarios
|
|
|