La editorial Temas de Hoy ha sido la que se ha arriesgado a publicar tan inclasificable obra que podía ser mentir todo lo que cuenta, por eso le pidieron al cómico pruebas fotográficas de lo que contaba y el monologuista añadió un centenar de fotografías y documentos inéditos para dar fe de que todo lo que contaba era verdad.
Ignatius Farray es al humor lo que el agua es a la vida, es decir, un elemento necesario. No porque sea parte del trío radial más importante de las últimas dos décadas en España (La vida moderna); no porque tenga un Premio Ondas, haya estado nominado a los Emmy y convoque a miles de personas en sus monólogos humorísticos cada año; no. Ignatius es necesario porque es imprevisible.
Vive como un mendigo, baila como un rey puede definirse como un viaje a la cabeza dislatada de Ignatius. Un recorrido tan improbable como real desde una sala de catequesis en Tenerife hasta los escenarios y platós de Madrid, con escalas en Londres y Móstoles. ¿Cuándo nuestro héroe dejó de lado al niño Juan Ignacio y se convirtió en Ignatius? ¿Qué tuvo que pasar para que se erigiera como el comediante más comprometido y surreal de nuestro país?
Juan Ignacio Delgado Alemany bien podría ser una versión canaria de Jesucristo, pero decidió dedicarse al humor. Es monologuista, actor, guionista y hasta cantante del grupo post-punk Petróleo. Nació en Granadilla de Abona (Tenerife) en 1973 y estudió Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid. Poco después de licenciarse pasó un par años en Londres, antes de regresar a España para partir en dos la historia del humor español.
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